Crítica: Psicosis (Psycho) (1998)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1998: Vince Vaughn (Norman Bates), Anne Heche (Marion Crane), William H. Macy (Milton Arbogast), Julianne Moore (Lila Crane), Viggo Mortensen (Sam Loomis)

Director: Gus Van Sant, Guión: Joseph Stefano, basada en la novela homónima de Robert Bloch, Musica – Danny Elfman sobre la partitura original de Bernard Herrmann

Trama: Marion Crane es la secretaria de una inmobiliaria a la que se le entrega en custodia 400.000 dólares de una transacción de propiedades. Pero en vez de acudir al banco, Marion decide escapar con el dinero. El trayecto de la huída se le hace largo y complicado, por lo que decide hacer un alto en un motel de la ruta. El lugar de descanso elegido es el Motel Bates, atendido por un desgarbado muchacho llamado Norman y que vive en la casona detrás de las dependencias. Marion va a pasar la noche allí, pero en el momento de darse una ducha es asesinada por una mujer mayor – supuestamente, la madre de Norman -. A los pocos días el amante de Marion, la hermana y un detective contratado por la inmobiliaria se encuentran tras el restro de la chica. Y todas las pistas conducen al Motel Bates, apuntando a su nervioso dueño y su misteriosa madre.

Psicosis (1998) Psicosis (1960) es uno de los grandes clásicos que legara Alfred Hitchcock, y la simiente de todo un género moderno – el slasher -, que en su momento rompiera todos los esquemas y tuviera una excepcional respuesta de público. Es un film basal de la historia del cine.

Curiosamente Gus Van Sant, en el pico de su carrera – después de la oscarizada Good Will Hunting – decidió embarcarse en el proyecto de la remake de Psycho (que hasta ese momento había sufrido de la moda de las secuelas, una peor que la otra). Las remakes, en mi opinión, sólo sirven cuando el film original era una obra mediocremente realizada pero que contenía ideas destacables y que precisaban mayor presupuesto, un mejor director o un libreto más pulido. En los casos de las remakes de obras maestras, sólo un puñado de obras pueden igualar o incluso superar a los quilates del original – y esto se debe a que detrás de cámara hay talentos descomunales como el caso de la versión de Peter Jackson de King Kong -, pero siempre son una minoría en comparación con la impresionante cantidad de fracasos que estos emprendimientos conllevan por naturaleza. La esencia de la remake se basa en mejorar al original, en narrar la misma historia desde un punto de vista alternativo, o bien en adaptar la trama a otro escenario y otra época. Pero nunca es volver a contar la historia original tal cual, respetando puntos y comas, y repitiendo los mismos planos de la filmación anterior.

Y sorprendentemente es este mismo enfoque el que decidió emprender Van Sant. La venta del proyecto a la Universal se basaba en casi los mismos argumentos por los cuales Ted Turner decidió colorizar por computadora a los clásicos en blanco y negro en los años 90: que las generaciones modernas escapan de ver la Psicosis original simplemente por la banalidad de no estar filmada en colores. Teniendo a su disposición todos los sets del film original – que se mantienen intactos para los tours de Universal Studios -, Van Sant trajo incluso al guionista original Joseph Stefano para que le hiciera un ligero aggiornamiento al libreto que había desarrollado para Hitchcock hacía 40 años. Y usando los storyboards del rodaje original, repitió plano por plano la filmación de Hitchcock, con un par de paneos novedosos que el director inglés había planeado en su momento pero que las técnicas de rodaje de aquel entonces le habían impedido a causa de sus limitaciones (como el traveling de la cámara en la escena inicial de la película). Con el mensaje implícito de que la película original era inmejorable (y sólo se podía fotocopiarla), Van Sant reconocía sus propias limitaciones y subliminalmente advertía de que la remake iba a ser inferior.

Como suele suceder, la crítica americana (altamente corporativa) se movió en masa y al unísono para apedrear el film aún cuando no habían visto ni un fotograma de la película. Acalorados debates, llamados a boicot y protestas de todo tipo surgieron en contra del proyecto. Pero en vez de generar semejante idiotez masiva, lo que deberían haber hecho los críticos es esperar a ver la película para realizar el debate, y pensar en el film en términos más intelectuales. A fin de cuentas lo que hace Van Sant es llevar al extremo el concepto de remake y hacernos pensar en por qué dos filmes idénticos no tienen el mismo impacto en pantalla.

La razón fundamental es que dos tortas cocinadas igual y siguiendo la misma receta terminan por resultar diferentes en función de la calidad de los ingredientes, los cuales nunca son iguales. Para el que conoce la versión de Psycho de Hitchcock, el color es un factor que atenta fuertemente contra la atmósfera del film – el blanco y negro creaba un clima de tensión que los colores brillantes de Van Sant terminan por diluír -. Olvidando a Psycho 1960, el film de Van Sant funciona pero de una manera muy tibia. Es correcto, tiene sus momentos, pero no es memorable.

El tema es que aparte del color, Psycho 1998 tiene problemas de timing. Como dijera un crítico, cuando el film funciona es por las ideas originales de Hitchcock, y cuando falla es exclusiva responsabilidad de Van Sant. Existen tres escenas en las cuales la versión de Van Sant se hunde por mal timing, y son: el encuentro del patrullero con Marion, la cena entre Marion y Norman, y la explicación final del profesor Simon (Robert Forster). Cuando el policía interroga a Marion en la carretera, carece absolutamente del tono amenazante de la secuencia original – son diálogos disparados demasiado rápido -. La escena con Marion y Norman (la cena en la habitación de las aves embalsamadas) funciona mejor, pero la evolución de Marion es absolutamente incorrecta. Mientras que en el original la chica se iba dando cuenta del error que había cometido por llevarse el dinero (como si Norman fuera un catalizador de su conciencia), aquí simplemente termina en que Marion se da cuenta que Norman está chiflado, se asusta y decide regresar. La diferencia estriba en la actuación de Anne Heche, que está orientada a asustarse más que a una revisión de los últimos sucesos en su vida. Por ello el regreso a Phoenix queda absolutamente descolgado de los procedimientos que narra el guión. Y por último, la explicación de Robert Forster suena tan mundana y poco interesante, que quita una baza fundamental a la película. Hitchcock en aquel momento le había dicho a Simon Oakland (el profesor Simon de la Psicosis original): “Sr. Oakland, usted acaba de salvar mi película”. Aquí Forster la termina por hundir.

En cuanto a las interpretaciones, todos están ok. Anne Heche es muy buena como Marion, pero la dirección de Van Sant la lleva a interpretar el personaje con una intención diferente que Janet Leigh. Marion pareciera que aquí va a regresar, no por arrepentimiento sino porque se ha topado con los peligros del mundo exterior. Del mismo modo Vince Vaugh compone muy bien a Norman Bates, salvando el tema que lo que hace es imitar los manerismos de Anthony Perkins más que aportar algo nuevo al papel. A lo sumo lo que hace Vaughn es darle un perfil mucho más libidinoso al rol: el actor se ve mucho mayor que el look adolescente y desprotegido de Perkins, y su conducta parece más morbosa. Van Sant, en todo caso, suma una sexualidad mucho más explícita a toda la trama y a este personaje, como la masturbación de Norman mientras contempla los preparativos del baño de Marion (o el encuentro de Lila de revistas pornográficas en su cuarto). William H. Macy y Viggo Mortensen posiblemente superen a las interpretaciones originales de Martin Balsam y John Gavin. Y si hay una performance incorrecta – aparte de Robert Forster – sería la de Julianne Moore, que aquí hace de mujer fuerte, molesta y hasta histérica, en vez del nerviosismo e indefensión de Vera Miles en el original.

El clímax es malo. La secuencia final en la mansión Bates es risible y carece totalmente del shock de la escena similar del original de Hitchcock. A su vez Van Sant aporta una serie de secuencias surrealistas en los ataques de la madre de Norman – visiones de tormenta, una vaca en medio de una carretera, o una mujer desnuda con gafas para dormir – que quedan totalmente descolgadas y sin sentido.

Intelectualmente es un experimento interesante. Como película es muy tibia por sus propios méritos. Y en todos los casos se puede concluír que supera a sus expectativas, pero de todos modos nos obliga a ver el original de 1960, que sigue siendo una película ampliamente superior.

ALFRED HITCHCOCK

Filmes de Alfred Hitchcock que hemos comentado en este portal: La Soga (1948) – La Ventana Indiscreta (1954) –  Intriga Internacional (1959) – Psicosis (1960) – Los Pajaros (1963) – Topaz (1969) – Frenesí (1972). A su vez de Los Pájaros se hizo una horrenda secuela para cable, Los Pajaros II: El Fin del Mundo (1994). Psicosis (1998) es una remake realizada por Gus Van Sant. Bates Motel (2013 -) es una miniserie que narra los años de juventud de Norman Bates y su madre. Hitchcock (2012) y La Chica (2012) son dos filmes biográficos que documentan respectivamente los rodajes de Psicosis, Los Pájaros y Marnie.