Crítica: King Kong (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA / Nueva Zelandia, 2005: Naomi Watts (Ann Darrow), Jack Black (Carl Denham), Adrien Brody (Jack Driscoll), Thomas Kretschmann (Capitán Englehorn), Jamie Bell (Jimmy), Evan Parke (Hayes), Andy Serkis (Kong / Lumpy), Kyle Chandler (Bruce Baxter), Colin Hanks (Preston), John Sumner (Herb), Lobo Chan (Choy)

Director: Peter Jackson, Guión: Peter Jackson, Philippa Boyens & Fran Walsh, basados en el guión de Merian C. Cooper & Edgar Wallace, Musica – James Newton Howard

Trama: Es la época de la Gran Depresión. El inescrupuloso director de cine Carl Denham posee un mapa de una isla desconocida y se apresta a rodar una película en ella, a pesar de carecer de financiación y de ser perseguido por la policía para recuperar los equipos de filmación robados a los productores. Corriendo contra el tiempo y casi sin elenco, Denham recluta a la actriz desocupada Ann Darrow para tomar el papel protagónico de la cinta. A la tripulación se suma el guionista Jack Driscoll, con la misión de terminar el libreto de la película. Pero tanto Darrow, Driscoll así como el resto de la tripulación desconocen las verdaderas intenciones de Denham y caen víctimas de sus engaños. Cuando al barco que los transporta les llegan las noticias de la orden de arresto sobre Denham, pareciera que la aventura del director habría llegado a su fin. Pero un espeso banco de niebla lleva a chocar al barco contra los atolones de la Isla Craneo, el destino al cual Denham deseaba llegar. Y mientras el navío es reparado, el equipo rueda en tierra firme. Pero los nativos del lugar terminan por secuestrar a Ann, y la ofrecen a un simio gigantesco al que llaman Kong y lo consideran el Dios de la isla. Tras denodados esfuerzos, la tripulación del barco logra rescatar a Darrow y apresan al simio. Transportado a Nueva York, Denham planea exhibirlo como una atracción de feria; pero Kong logra liberarse y desata una oleada de destrucción en la ciudad mientras busca desesperadamente a Ann.

Arlequin: Critica: King Kong (2005)

Sería interesante debatir si una remake de alta calidad de un clásico monumental puede opacar a la versión original de la misma historia. En general las nuevas versiones que superan a sus orígenes lo hacen simplemente porque la calidad del original es inferior. Los casos de comparación aproximadamente similar son realmente escasos; sucede en El Cartero Llama Dos Veces, donde ambos filmes (el de 1946 y 1981) son clásicos menores, pero la versión moderna es más pulida. En un caso diferente, tampoco se puede comparar la trilogía de El Señor de los Anillos con las versiones animadas de los 70 y 80, ya que éstas últimas no eran clásicos y sería como comparar dos mundos diferentes (una visión adulta contra otra infantil). Y si bien La Guerra de los Mundos 1953 posee sus fallas, tiene el mérito de fundar un género, mientras que su versión 2005 notablemente superior técnica y argumentalmente – utiliza la historia como borrador para reflejar los temores de su propia época. Como se puede ver, cada filme puede coexistir con su antecesor. Fuera de discusión queda la versión de Gus Van Saint de Psicosis, porque una fotocopia color de un original pierde definición en el momento mismo de la copia.

Pero el caso de King Kongversión 2005 versus versión 1933 – es un caso realmente extraño, y posiblemente único hasta el momento. La versión de Peter Jackson expande considerablemente el mundo y las ideas del original y es, aún con su enorme cantidad de similitudes, un filme totalmente diferente.

Repasemos un poco la historia de King Kong. La producción original es una creación de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, que tomaba ciertos elementos de la fábula La Bella y La Bestia, y los combinaba con cierta ficción utópica de moda en los años 30 que es la fantasía de los mundos perdidos (género al cual contribuyeron Edgar Rice Burroughs y Arthur Conan Doyle entre otros). En el fondo no dejaba de ser una incursión en lo desconocido, del mismo modo que películas posteriores retratarían variantes parecidas como la exploración de los misterios africanos y de otros lugares exóticos. Tarzán, sin ir mas lejos, es un ejemplo paradigmático de ello; en algunas de las obras de Burroughs existen las leyendas de ciudades, tesoros y razas perdidas u ocultas en medio de la selva. Lo que agregan aquí Cooper y Schoedsack es el monstruo.

Pero la historia que pergueñaron Cooper y Schoedsak podría haber caído simplemente en las mismas rutinas que desarrollaría Godzilla años más tarde; descubrimiento del monstruo, la llegada de éste a la civilización, la vorágine de destrucción a su paso. Lo que distingue a King Kong del resto de monstruos cinematográficos es la relación entre la bestia y la chica, y el darle una personalidad definida a la criatura. Obviamente los recursos técnicos de 1933 eran más que limitados y artesanales (y a ojos de hoy se ven muy esquemáticos, sin posibilidad de sutilezas), pero el esfuerzo puesto en la producción dejaba traslucir el mensaje de Cooper y Schoedsack. El King Kong de 1933 es villano y, a su vez, víctima de las circunstancias; es un animal salvaje obsesionado ciegamente con la bella, y la defensa de la posesión de la chica – junto con su llegada a un mundo nuevo, desconocido, que no puede dominar – es lo que termina por matarlo. Uno puede establecer ciertos paralelismos con la historia de Drácula, en donde otra criatura se obsesiona por una mujer, sale de los territorios que realmente puede controlar y, por caso inverso a King Kong, termina por atraer a sus victimarios a sus dominios.

Mientras que la versión ´33 es un Kong enloquecido por tener a Ann Darrow en su poder (que subliminalmente transmite mensajes de algún tipo de vínculo sentimental entre bella y bestia), la muy criticada remake de 1976 termina por explicitar todos los significados posibles de dicha relación, aunque lo hace de la peor manera posible. A pesar de todos los gruesos errores que pueda cometer, la versión de John Guillermin tiene un par de ideas interesantes. Y la versión 2005 termina por fusionar cosas de ambos filmes, aunque con mucho mejor gusto y con una factura técnica impecable.

El responsable es sin duda Peter Jackson, ya que la remake de King Kong fue el proyecto de sus sueños antes que desembarcara en Tierra Media. Años de desarrollo del guión y numerosas puertas que se cerraron lo obligaron a postergarlo. Recién con el éxito crítico de Heavenly Creatures en 1994 comenzaría a obtener apoyo financiero, pero para su segundo proyecto soñado que era la adaptación de la obra de J.R.R.Tolkien y que era comercialmente más viable. Y con el atronador suceso de la trilogía de El Señor de los Anillos, Jackson consiguió el camino libre para poder desarrollar a Kong.

Pero este King Kong tiene un espíritu más cercano a la versión 76 que al original, al menos en cuanto al desarrollo del personaje central. Está todo el esquema clásico, los preparativos y la llegada a la isla; pero este Kong, a diferencia del muñeco de Wills O´Brien y del terrible traje de Rick Baker, realmente es un actor virtual, un ser capaz de transmitir emociones con sutilezas sin dejar su esencia animal en ningún momento. Si Kong 33 era un villano demente que raptaba a la chica y perecía por no entregar el botín; y el Kong 76 es un enamorado que muere trágicamente a causa de un sentimiento prohibido, el Kong 05 es un héroe solitario y salvaje que aprende a encariñarse con quien le pone límites y termina asesinado por obsesionarse con el único ser que lo entiende. La chica originalmente era una posesión, en el 76 fue un amor; y para Jackson es la joya que ilumina el corazón solitario del último de su especie. Esto resulta claro en la llegada de Driscoll a la morada del simio, donde podemos ver el enorme esqueleto de otro primate similar. Y si bien este Kong es tan brutal como los anteriores, toda la espectacular secuencia de la lucha con los tiranosaurios no sirve más que para darle altura épica al personaje y obtener la simpatía del público. Cada aparición de este King Kong es emocionante; sencillamente es un héroe, y uno muy carismático.

Y la virtud de ello pasa por los guiones impecables que suele facturar Jackson y su equipo, y por el talento inconmesurable (y no reconocido) de Andy Serkis, que por captura computarizada de movimientos diera vida al Gollum en su momento, y ahora a Kong. Este Kong actúa, transmite cosas con los gestos y las miradas; es caprichoso, ególatra, violento y tierno a la vez. Es un intérprete formidable que se roba a la película.

El tema está en que la relación de Kong – Darrow tiene una química descomunal, basada en emociones y mensajes simples. Es curioso como el personaje de Jack Driscoll resulta totalmente opacado desde que Kong entra en escena. El guión es impecable, y se encarga laboriosamente de darle profundidad a una enorme cantidad de personajes – entre ellos el escritor -; y hay una delicada química entre Naomi Watts y Adrien Brody, que no pasa por lo pasional sino por cierta intelectualización de los sentimientos. Quizás eso sea lo que falle, posiblemente porque el libreto se empeña en mostrar los contrastes entre los “dos” romances. Y es que a pesar de el buen desempeño de Brody y de que el guión le imponga circunstancias realmente sacrificadas y heroicas (la escena en el abismo con los insectos, el rescate de la chica, la persecución en taxi por Nueva York), el personaje pierde toda la presencia que había ganado en la primera mitad del filme. El intercambio de miradas entre Driscoll y Darrow es muy expresivo: no comprende cómo todos los lazos sentimentales de la chica son más profundos con el monstruo que con él.

Además de esto, uno ya empieza a descubrir ciertos puntos esenciales que se reiteran en la filmografía de Jackson. La larga duración del filme se debe a una profundización de los personajes, empeñándose el libreto en establecer relaciones de sólida amistad y respeto. Allí es donde Jackson construye el carácter heroico de los personajes: el cuidado por el prójimo, la enseñanza al aprendiz, el acto de sacrificio por los demás. No se trata de dos o tres protagonistas centrales sino de toda una troupe de caracteres que resultan interesantes. También encontramos a una minoría que debe enfrentar a un poder desconocido que han liberado. Este es un relato tan épico como El Señor de los Anillos.

Lo que suma Jackson, además del histrionismo de Kong y de un sentido espectacular de la aventura, es la sensación de peligro del mundo de la Isla Cráneo. A cada paso hay una amenaza que puede liquidar la vida de cualquiera, incluso la de Kong. La versión 1933 contiene la misma referencia; y si bien era inusualmente violenta para la época, carecía del carácter explícito de esta versión moderna. Este es un universo implacable y hostil, y esa atmósfera se respira todo el tiempo que la película se centra en la isla.No en vano la cinta usa la imagen de El Corazón de las Tinieblas (el libro que lee el novato Jimmy) para expresar sus intenciones: este es un viaje de descubrimiento, pero es una travesía hacia el terror donde ninguno de los sobrevivientes volverá a ser el mismo.

La película contiene algunas bellas referencias para cinéfilos; desde la opción de usar a Fay Wray (la actriz original de la versión 1933) para rodar en la isla (“pero ahora está filmando otra cosa con RKO… o sea el King Kong de Cooper y Schoedsack), hasta el uso del grito original para doblar la voz de Naomi Watts. En el apartado técnico, la factura es excelente, y tanto los nativos como la isla Cráneo se ven sobrenaturales (aunque hay alguna influencia de los orcos en los habitantes del lugar). Las actuaciones son excelentes, a pesar que el único en discordia sea Jack Black (que por peinado y apariencia es un seudo clon de Peter Jackson) que tarda cinco minutos de proyección en meterse en el personaje y no ser irritante. Y la música es formidable, aún con el cambio sobre la marcha (por diferencias creativas) del habitual compositor de Jackson, Howard Shore, por James Newton Howard.

Es un clásico firme, impecable, deslumbrante. Tuvo buena taquilla aunque no fuera el super blockbuster que todos esperaban, en parte por los gustos terribles de los americanos (no ver un filme tan largo que, además, se basa en una historia triste y ya conocida). Pero es una delicia de espectáculo. Las escenas quedan en la retina: la corrida con los dinosaurios en la isla, la batalla campal de Kong con los tiranosaurios, el ballet en el lago congelado de Nueva York, o Kong y Darrow, contemplando el amanecer en silencio, transmitiéndose todo con la mirada. Es un filme profundamente bello.

KING KONG

Las versiones de King Kong son: King Kong (1933), la producción de Dino de Laurentiis King Kong (1976) y su secuela King Kong Vive! (1986), y la remake de Peter Jackson King Kong (2005). Además están los filmes de la Toho basados en el personaje: King Kong vs Godzilla (1962) y King Kong Escapa (1967). En el 2017 Legendary resucitaría el simio gigante para su inminente Monsterverse en Kong: La Isla Calavera (2017). Godzilla vs Kong (2021) es el enfrentamiento de los dos gigantes en el final del Monsterverse.