Crítica: Civil War (Guerra Civil) (2024)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaUSA / GB, 2024: Kirsten Dunst (Lee Smith), Wagner Moura (Joel), Cailee Spaeny (Jessie Cullen), Stephen McKinley Henderson (Sammy), Nick Offerman (Presidente de Estados Unidos)

Director: Alex Garland – Guión: Alex Garland

Recomendación del Editor

Trama:  En un futuro cercano los Estados Unidos se encuentran sumidos en una segunda Guerra Civil. Los estados de Texas y California se han levantado contra el poder central, en donde el Presidente de Estados Unidos va por su tercer mandato y opera, de facto, como un dictador. Con el resto de los estados radiados del conflicto, aliados o vueltos enemigos, Estados Unidos se ha vuelto en una guerra de todos contra todos. La veterana corresponsal de guerra Lee Smith ha pasado por demasiados conflictos como para que el baño de sangre le afecte; en cambio su redactor asignado, Joel, disfruta de la adrenalina de estar en medio del campo de batalla. El plan de Lee es hacer un viaje suicida hasta Washington y entrevistar al Presidente antes que las fuerzas rebeldes lleguen hasta la Casa Blanca, lo capturen y lo fusilen; pero se le han sumado dos acompañantes imprevistos: una joven fotógrafa llamada Jessie Cullen – para la cual éste resulta ser su primer rodeo en un escenario bélico -, y el veterano periodista Sammy, el cual quiere vivir este momento histórico en primera persona aunque esté al final de su carrera. El cuarteto deberá realizar una enorme travesía plagada de peligros de todo tipo, desde milicias fanáticas hasta granjeros armados y amantes del gatillo fácil, viendo cómo la civilización se cae a pedazos y da lugar a la barbarie pura.

Crítica: Civil War (Guerra Civil) (2024)

Hace unos días leí en un portal de espectáculos de importancia (lamentablemente no logro encontrar el artículo, y me da la impresión de que fue borrado) la transcripción de un debate entre tres periodistas de cierto renombre sobre si Civil War de Alex Garland era realista. Dos de ellos respondieron con una arrogancia impresionante de que jamás podría pasar eso en suelo norteamericano, de que la escena del hombre-bomba era una estupidez y esas cosas sólo pasan en Medio Oriente, y que era un delirio tendencioso estrenado en un año electoral donde Joe Biden y Donald Trump volverán a chocar cabezas para ver quién se queda con la presidencia de Estados Unidos… un duelo en el cual los dos candidatos apestan, sea por ideología, capacidad de gobierno, o simplemente por edad.

Claro. Me lo dice un tipo que vive en un país donde hay supremacistas blancos, dos por tres hay un tiroteo en alguna escuela, la “América Profunda” está armada hasta los dientes, hay ultra religiosos que se baten a duelo con gente del FBI, y donde una turba tomó el Capitolio hace unos años gracias a la arenga de un maníaco que se negó a reconocer que había perdido las elecciones.

Por supuesto, lo de los periodistas es un caso de severa miopía política. Uno cree que su propio país es el mejor del mundo (más, si se trata de Estados Unidos), pero lo cierto es que USA se ha convertido, en los últimos tiempos, en un polvorín donde cualquier loco con poder y discurso incendiario puede encender la chispa de una insurrección. Lo del Capitolio no fue un invento de Alex Garland; que las turbas salgan a la calle ya pasó en la vida real. Que en un caso más grave en un futuro cercano las cosas no ocurran de manera tan ordenada como ejemplifica Garland, no quita que el punto central – la posibilidad de que la democracia de los Estados Unidos implosione bajo un discurso radicalizado y la gente armada tome las calles – tenga su cuota de validez y te impulse a reflexionar sobre la realidad actual.

Por supuesto uno lo ve desde afuera, pero para los norteamericanos Civil War es una película de terror. A mi juicio el propósito final de Garland es similar al del telefilme El Día Después. En los ochentas la tensión entre la URSS y Estados Unidos estaba a punto de reventar y todo parecía indicar que la Guerra Termonuclear era inminente. Pasaron El Día Después en la tele y al día siguiente Ronald Reagan (presidente de Estados Unidos de aquel entonces) estaba tan aterrorizado por el escenario que le pintó el filme que llamó inmediatamente al Premier soviético y comenzaron a bajar los decibeles de la discusión. Acá creo que Garland quiere que la película concientice y que la gente más tozuda de uno y otro bando político baje un cambio, y discuta los términos de la política de manera razonable… más sabiendo de que la posibilidad del triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales 2024 sea muy elevada.

Ciertamente el escenario de base que pinta Garland no es muy creíble que digamos. Hay un presidente onda Trump que va por el tercer mandato, ha disuelto el FBI (posiblemente para tapar alguna investigación de chanchullos en su contra) y se ha erigido como dictador. Tiene un puñado de estados centrales que funcionan como aliados. Por otro lado están Texas y California, que se declararon rebeldes y se le van al humo hacia Washington. La elección de dos estados tan disímiles – en este momento Texas es Republicano (conservadora) y California Demócrata (liberal), pero han cambiado de signo político a lo largo de la historia – es para no señalar con el dedo y decir que el filme es anti trumpista (Biden también tiene su cuota de trapos sucios). Por otro lado hay dos bandos extra y nombrados al pasar: el sureste ha formado la Alianza de Florida, y el Noroeste (el sector más rural de Estados Unidos, lleno de preparacionistas y amigos de la Asociación Nacional del Rifle) se ha erigido como El Nuevo Ejército del Pueblo, lo que serían estados dominados por milicias. Pero la gresca central es Texas & California vs Washington y aliados… y Washington la viene pasando mal, a pesar de los discursos triunfalistas del presidente que compone Nick Offerman.

Por suerte Garland deja en la nebulosa la mayoría de los detalles, porque la historia en realidad trata de norteamericanos luchando contra norteamericanos. Civil War es una road movie donde un grupo de gente va del punto A al B (en este caso, la meta es hacerle un reportaje al presidente antes que sea capturado), y lo que tenemos es un grupo variopinto de personajes: la fotógrafa novel (Cailee Spaeny), la periodista curtida por la guerra, con tal grado de disfuncionalidad que el baño de sangre le resulta indiferente (Kirsten Dunst, en el mejor rol que ha tenido en años), el corresponsal adicto a la adrenalina (imaginen la versión periodista del tipo de The Hurt Locker; Wagner Moura, en una performance impresionante), y el veterano que ama su profesión y quiere una última primicia (Stephen McKinley Henderson, el que era el Mentat de los Atreides en Dune 2021). Como el país está desmembrado, lo que tenés no difiere mucho de un escenario postapocalíptico a lo The Last of Us, pero sin zombies. Milicias que controlan el tráfico de gasolina (y, al estar convencidos de que el Estado Norteamericano ha desaparecido, sólo creen en comerciar en dólares… canadienses!); loquitos que salieron con el rifle a liquidar cualquier cosa que se mueva enfrente de su casa; gente que simula seguir con su vida como si nada, aún cuando no tengan luz y hayan soldados emplazados en los techos de sus casas; y por supuesto los chiflados supremacistas de siempre. La escena en donde el grupo se topa con Jesse Plemons y éste empieza a preguntarles si son verdaderos americanos es una obra maestra de tensión y horror.

Si la construcción del escenario ficticio es demasiado ambigua y posiblemente poco creíble, todo lo que pasa en el medio y el final es formidable. Garland toma algunas notas de Kubrick y Dr. Strangelove (especialmente la toma del cuartel del general chiflado Jack Ripper), y filma las refriegas de manera documental, con las armas sonando de manera atronadora, la cámara pegada al artillero y sacudiéndose por los disparos, y la gente cayendo muerta de la manera más gráfica posible. Los americanos se horrorizaron ante esto, pero no dejan de acudir en masa para ver el filme… y he ahí la hipocresía. Les espanta ver yanquis contra yanquis, o que los yanquis pongan a un hombre negro envuelto por una columna de neumáticos y le prendan fuego a lo bonzo… y ese tipo de violencia descontrolada y brutal ha ocurrido tanto dentro de los Estados Unidos (¿recuerdan las masacres de afro americanos en el Mississipi en los 60s?) hasta en cada escenario bélico internacional que los norteamericanos han participado desde 1945 hasta la fecha. Abusos y masacres similares ocurrieron en Vietnam, Afganistán, Irak… ah, pero ahora el enemigo es un americano blanco, protestante y de cultura promedio, y he allí el horror de ver las calles inundadas de cadáveres de tipos del primer mundo mientras que musulmanes, vietnamitas y gente de otra nacionalidades pueden ser masacrados en películas de entretenimiento puro como Tropa de Héroes, The Hurt Locker o 13 Horas: Los Soldados Secretos de Bengasi. La vida no es jugar Call of Duty en la seguridad de tu costosa casa suburbana y pensar que a cualquier tipo que no es de raza blanca podés matarlo de un tiro sin remordimiento de conciencia para pasar al siguiente nivel. Si los enemigos son tan norteamericanos como tú, entonces el sentimiento de indignación es enorme. Qué ridículo.

Salvo el escenario de la revuelta norteamericana, todo lo demás es propio de un sólido filme de guerra. La periodista veterana enseñándole los gajes del oficio a la novata. Cada parada en el viaje está rodeada de circunstancias terribles. El clímax tiene su cuota shockeante pero, qué rayos, como los norteamericanos no saben de historia y creen que el mundo se termina en México, desconocen la masacre del Palacio de la Moneda cuando Pinochet entró por la fuerza a matar al presidente Salvador Allende durante el golpe de estado de Chile en 1973. Para nosotros es historia vieja, amarga y super conocida; para ellos, un escenario shockeante imposible de asimilar. Mirá la ironía de ver a los americanos tomar una cucharada de su propio chocolate.

El filme de Alex Garland podría haber funcionado exactamente igual en otro escenario, ej. la Guerra del Golfo, pero al llevarlo a USA (y presentar un muestrario de las especies locales – ¿qué esperar de una nación donde la población civil tiene casi tantas armas como el ejército? -) terminó por escandalizar a todo el mundo. Como filme de guerra Civil War es super sólido. Como ficción política, el escenario planteado es demasiado prolijo y poco creíble. Aún con todo Garland logra conmocionar. Garland es un artesano especializado en futuros siniestros y mundos que se desintegran – desde 28 Días Después hasta Dredd -, y aunque Civil War no sea lo mejor de su obra, desde ya consigue (con creces) su propósito de shockear a la audiencia norteamericana.

ALEX GARLAND

Su trabajo como director: Ex Machina (2015) – Aniquilación (2018) – Men, Terror en las Sombras (2022) – Civil War (Guerra Civil) (2024). Además Garland ha escrito los libretos de Exterminio / 28 Días Después (2002), Sunshine, Alerta Solar (2007), Dredd (2012) entre otros filmes y series