Crítica: Psicosis (Psycho) (1960)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1960: Anthony Perkins (Norman Bates), Janet Leigh (Marion Crane), Vera Miles (Lila Crane), John Gavin (Sam Loomis), Martin Balsam (Milton Arbogast)

Director: Alfred Hitchcock, Guión: Joseph Stefano, basado en la novela homónima de Robert Bloch

Recomendación del Editor

Trama: Desesperada por la acuciante situación económica de su amante Sam Loomis, Marion Crane decide robar la inmobiliaria en donde trabaja, apoderándose de 40.000 dólares procedentes de una venta y los cuales debía depositar en el banco a primera hora. Partiendo a toda velocidad de la ciudad, los nervios y el cansancio le dictan una mala jugada a Marion y – ante el temor de accidentarse – decide hacer una parada en un motel barato al costado de la ruta, regenteado por el tímido Norman Bates. Mientras conversa con Bates acerca de la feroz tormenta que azota la zona, la joven comienza a contagiarse de la candidez y simplicidad del muchacho, y decide regresar a la ciudad al día siguiente para reintegrar el dinero y remendar en lo posible el error cometido. Pero antes de dormir decide tomar una ducha… oportunidad en que una figura entra a su habitación y la despedaza con un cuchillo en el baño. Ahora han pasado varios días y tanto la hermana de Marion como Sam Loomis se encuentran rastreando el paradero de la chica, obteniendo algunas pistas que los conducen a Norman Bates y a su madre… con el detalle de que la anciana ya lleva más de diez años enterrada en el cementerio. Impulsados por la desesperación de saber el destino de Marion, Lila y Sam Loomis terminarán arribando al motel… desconociendo que se están metiendo en la boca del lobo y que se encuentran en el territorio de un lunático inestable y peligroso.

Arlequín: Crítica: Psicosis (Psycho) (1960)

Psicosis es uno de esos gigantescos fenómenos que se dan contadas veces en la historia del cine. Es una de esas películas que crean códigos narrativos totalmente nuevos y transforman géneros, tal como ocurrió con 2001, Odisea del Espacio, La Guerra de las Galaxias, la trilogía del dólar de Sergio Leone, o la saga de El Señor de los Anillos de Peter Jackson (por citar un puñado de ejemplos). Antes de Psicosis existían los asesinos seriales y la doble personalidad – léanse, las incontables adaptaciones de Jack el Destripador y/o El Doctor Jekyll y Mr. Hyde que el cine vomitó (y bastardeó) durante décadas -, pero el filme de Alfred Hitchcock revisó esos temas, los aggiornó, y los transformó en un espectáculo shockeante y salvaje. Las muertes ya no son sugeridas sino que están en primerísimo plano, y los asesinos no son tipos de guante blanco sino sicóticos peligrosísimos que acosan a sus víctimas desde los rincones más oscuros de la mente.

Psicosis renovó el cine de terror y dió nacimiento al slasher el género compuesto por asesinos a los que les encantan masacrar a sus víctimas con cuchillas, los que van desde Michael Myers hasta el Jason de Martes 13 -; pero también le abrió las puertas del cine a la sicología forense y, especialmente, a la escuela freudiana, la que se hizo un día de campo con el tema de los asesinos seriales. Ahora los loquitos homicidas no existen per se sino que tienen un trasfondo basado en frustraciones sexuales de todo tipo y color. Imaginen – en los conservadores años 60 (previos a la revolución hippie, el flower power y la sexualidad libre) – hablar de incesto, necrofilia, travestismo y represión sexual. E imaginen todo lo que le costó a Hitchcock (un director de reconocido prestigio) poder remontar todo este proyecto frente al ultra conservador establishment.

La historia de la génesis de Psicosis es bien conocida. A finales de los cincuenta la policía se topó con Ed Gein, un desequilibrado que almacenaba restos de cadáveres en su casa y al cual se le adjudicaron al menos dos crímenes (el resto se presume que provino de cuerpos desenterrados del cementerio local, o de víctimas nunca declaradas por el homicida). La noticia impactó fuertemente en Robert Bloch – quien para ese entonces era un prestigioso escritor de cuentos de terror -, por lo cual decidió utilizarlo como fuente de inspiración para una novela. Psicosis apareció en 1959 y pronto llamó la atención de los medios… incluyendo la del equipo de producción del director Alfred Hitchcock – los cuales revisaban todo tipo de noticias y publicaciones en busca de alguna idea que sirviera de inspiración para el próximo proyecto del cineasta -. El inglés dió instrucciones de adquirir los derechos sobre el libro en el mayor de los anonimatos, no sólo para que se supiera que estaba detrás del proyecto sino – especialmente – para obtenerlo por unos pocos dólares.

Cuando Hitchcock leyó la novela, quedó fascinado. Ciertamente el libro ilustra básicamente la misma historia, pero la estructura y el tono son diferentes: Norman Bates es un cuarentón obeso y alcohólico, un perverso amante de la pornografía que se comporta de manera violenta cuando se emborracha (y ahí se dispara su doble personalidad); la subtrama del robo y desaparición de Marion Crane dura apenas dos capítulos; y los asesinatos son mucho mas brutales (la escena de la ducha culmina con la madre de Bates decapitando a Marion, por ejemplo). Hitchcock tomó todo esto y lo rediseñó con la ayuda del libretista Joseph Stefano, convirtiendolo en una obra de dos actos: expandió la participación de Marion Crane hasta volverla la protagonista de la primera hora y después, súbitamente, decide masacrarla en el baño… dejando al espectador en una inquietante situación de angustia. A partir de allí la historia pone al asesino (o cómplice, según como se lo vea) como protagonista y seguimos los restos de la trama a través de los ojos de los personajes secundarios (la hermana y el amante de la asesinada Marion Crane).

En realidad lo que sedujo a Hitchcock fue la escena de la ducha y la posibilidad de dejar al público con los pies en el aire después de liquidar a Janet Leigh. Para ello reelaboró el asesinato – con la colaboración de Saul Bass, el genial diseñador de títulos de crédito y quien actúo como asesor visual de la escena -, montando una elaborada secuencia que se ve mucho más violenta de lo que realmente es. La idea básica era subrayar ideas con diferentes planos de un mismo concepto – por ejemplo, “Janet Leigh está tomando una ducha… una ducha… una ducha; ahora entra una mujer y la acuchilla… la acuchilla… la acuchilla; ahora la Leigh se cae… se cae… se cae…”, etc -, lo cual engendra una enorme cantidad de ángulos (77, para ser exactos) utilizados en una secuencia que dura apenas unos 3 minutos. Tantos cortes (ups!; un chistonto!) deviene en una escena que resulta mareante, asfixiante y, sobre todo, shockeante. Aún cuando haya pasado medio siglo de su rodaje, y aún cuando el filme esté en blanco y negro, la escena de la ducha sigue siendo tan impactante como el primer día.

Aún cuando Hitchcock logró depurar la historia (y hacerla menos sangrienta y morbosa), los estudios de Hollywood comenzaron a negarse sistemáticamente a producirla. Muchos de ellos veían a Psicosis como una novela barata pulp, un material de baja calidad que sólo significaría el suicidio artístico del director. Convencido de su causa Hitchcock decidió empeñar su patrimonio personal y seguir adelante, encarándolo como un proyecto pequeño, barato y experimental. Para ello trajo a la gente de producción que trabajaba en su show televisivo Alfred Hitchcock Presenta, y se dispuso a realizar un rodaje rápido y económico, filmándolo como si fuera una serie de TV (con pocas tomas y carente de estrellas) y utilizando celuloide en blanco y negro. Tanto empecinamiento terminó por dar sus frutos cuando la gente de la Paramount aceptó a regañadientes distribuir el filme… el cual se convirtió en un monumental éxito de taquilla de la noche a la mañana. Y aunque las recaudaciones eran espectaculares, la critica de la época – en gran parte, ofendida porque Hitchcock les había negado sesiones de preview a la prensa (así no revelaban la verdadera identidad del asesino) – se ensañó con ella. No sería sino hasta que los años pasaran – y Psicosis siguiera liderando las recaudaciones en sus sucesivos re-estrenos, amén de generar toda una corriente de imitadores que sigue hasta nuestros días – que los especialistas terminaron por aceptar al filme como el título seminal que realmente es.

Como ya dijimos, la estructura de Psicosis pasa por dos actos: en el Acto I tenemos la historia de Marion Crane y en el II la posta pasa a Norman Bates y los caracteres secundarios que se dedican a investigar la desaparición de la protagonista. El Acto I no deja de ser paranoia pura – la culpabilidad del robo atormenta a Marion Crane, viendo miradas inquisidoras en todas las personas que la rodean, y cometiendo gruesos errores que levantan inmediatamente las sospechas sobre su persona (todo el acoso por parte del patrullero de la ruta es excepcional); es fascinante ver cómo, cuando se tiene la conciencia sucia, cualquier acto “normal” se transforma en una tarea titánica y las reacciones se ven forzadas para intentar mantener las apariencias -. Después la chica llega al motel y se transforma en la serpiente que pone en peligro el paraíso del frágil muchacho: ella representa la seducción en un mundo en donde la sexualidad es un pecado, amén de inquirir al muchacho sobre la relación que mantiene con su madre. Aún cuando la cena con Norman Bates esté teñida de normalidad, ella ha encendido (sin saberlo) la mecha que impulsa al homicida – gran error: ella ha sugerido de internar a la madre en un siquiátrico -; pero, por otra parte, la inocencia del frágil dependiente de motel le ha hecho repensar su accionar, bajándola a tierra e impulsándola a enmendar el delito que ha cometido. Lástima que el baño de expiación llegue tarde y se tope con un castigo peor al pecado cometido.

El otro que pone en cortocircuito a Norman es el investigador privado Arbogast. El detective trae nuevamente la sexualidad a colación – “¿usted durmió con ella (por Marion)?; si no, ¿cómo podría saber usted si hizo alguna llamada a la noche o no?” – y al momento de enfrentarse con la madre, obliga a Norman a salir de su personalidad – refugio. En lo personal el crimen de Arbogast me resulta mas shockeante y brutal que la famosa escena de la ducha. La aparición imprevista de la madre – homicida, la cara despedazada, la caida, el aniquilamiento mientras está en el piso… es simplemente salvaje.

Ciertamente Psicosis era un filme innovador para su época. Plagado de temas nuevos y de enfoques diferentes para una temática conocida. La larga explicación forense de Simon Oakland es tan sencilla como didáctica y contribuye a digerir en términos intelectuales toda la matanza previa cometida. Aquí el sexo es el que provoca los cortocircuitos: celos enfermizos entre el hijo y su madre, la necesidad de preservar la castidad y la visión pecaminosa del intercambio sexual; hablamos incluso de travestismo en una era infestada de moralina y en donde el código Hays aún estaba vigente. Las audacias que Psicosis cometió para su época – ¡si, señor! – son incontables.

Psicosis es un filme formidable por donde se lo mire, más aún en vista de su contexto histórico. Acá el asesinato posee una causa científica que explica la locura (y el ensañamiento) de su protagonista. Los homicidios son brutales y el sexo es el condimento del momento. Vean lo avanzado que estaban Bloch, Stefano y Hitchcock en todo este asunto, décadas antes de que proliferaran hijos dilectos como Hannibal Lecter, el loco de la motosierra, o tipos reales como Ted Bundy o el asesino del Zodiaco. Adelantada a su época y con una dirección más que maestra, Psicosis es un clásico monumental, uno de esos que abre puertas desconocidas y genera una visión tan renovadora del género que su influencia se siente hasta hoy en día.

ALFRED HITCHCOCK

Filmes de Alfred Hitchcock que hemos comentado en este portal: La Soga (1948) – La Ventana Indiscreta (1954) –  Intriga Internacional (1959) – Psicosis (1960) – Los Pajaros (1963) – Topaz (1969) – Frenesí (1972). A su vez de Los Pájaros se hizo una horrenda secuela para cable, Los Pajaros II: El Fin del Mundo (1994). Psicosis (1998) es una remake realizada por Gus Van Sant. Bates Motel (2013 -) es una miniserie que narra los años de juventud de Norman Bates y su madre. Hitchcock (2012) y La Chica (2012) son dos filmes biográficos que documentan respectivamente los rodajes de Psicosis, Los Pájaros y Marnie.