Crítica: Vivarium (2019)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaIrlanda / Dinamarca / Bélgica, 2019: Imogen Poots (Gemma), Jesse Eisenberg (Tom), Jonathan Aris (Martin), Senan Jennings (chico joven), Eanna Hardwicke (chico adolescente)

Director: Lorcan Finnegan – Guión: Lorcan Finnegan & Garret Shanley

Trama: Gemma y Tom buscan casa, pero ninguno de los prospectos que han visto los deja conformes. Un día se topan con una solitaria inmobiliaria, en donde el agente de turno le ofrece una casa nueva, bien equipada y a muy buen precio en el recién construido barrio suburbano de Yonder. Guíados por el agente de bienes raíces, Gemma y Tom llegan a la casa número 9, la cual se ve cómoda aunque está pintada con un verde feo… tal como el resto de las casas del barrio. Pero al investigar sus habitaciones descubren que el agente inmobiliario se ha ido. Intentando regresar a su departamento, Gemma y Tom se la pasan dando vueltas sin encontrar la salida de Yonder y, lo que es peor, han agotado la gasolina de su auto. Ahora están obligados a vivir en la casa número 9 mientras intentan pedir ayuda… pero las cosas comienzan a volverse cada vez mas bizarras cuando descubran de que todas las calles llevan a la casa número 9, de que todas las nubes del cielo son iguales, de que la casa número 9 es un grano de arena en un desierto infinito lleno de casas iguales… y que todos los intentos de destruir la casa fallan, ya que la misma es reconstruída mágicamente de la noche a la mañana. Todos los días algún emisario invisible les deja una caja con provisiones en la puerta de la casa… y las cosas se saldrán de control cuando un día reciban una caja con un bebé, con la nota de que, si son capaces de criarlo, serán puestos en libertad.

Crítica: Vivarium (2019)

Gemma y Tom forman una joven pareja y se aman. Quieren comprar una casa para transformarla en su hogar. Lo que ellos no saben es que su próxima casa estará alojada en… La Dimensión Desconocida!

(chiri riri riri riri, chiri riri riri riri)

Vivarium (vivero) es una pequeña, sólida y original película de cine fantástico. Tiene una premisa que haría las delicias de Rod Serling – joven pareja atrapada en barrio suburbano desierto del cual no tienen escapatoria – y grandes perfomances. El clima es muy bueno y hay un par de revelaciones estremecedoras. Y así y todo, no es un filme que te deje satisfecho. Y no hablo porque su final sea enigmático, porque toda buena obra fantástica no tiene por qué explicar todo, sino porque su final es minimalista. Todo este esfuerzo de producción para obtener..¿qué?.

En general Serling dividía los capítulos de La Dimensión Desconocida en dos tipos de historias: las moralistas (esa con la mujer que sufre un terrible accidente y queda con un rostro normal… cuando nos damos cuenta que los doctores y el resto de los habitantes de ese mundo tienen cara de monstruos, diciendo que la belleza es relativa), y los chistes de humor negro (como el único sobreviviente de la gran guerra nuclear que arrasó a toda la Tierra, amante de los libros, con una gigantesca biblioteca para él solo… y al cual se le rompen los anteojos de leer a último momento). Vivarium tiene las dos cosas. La parejita de Imogen Poots y Jesse Eisenberg sólo buscan una casa tradicional para volverse una familia tradicional. Por eso terminan en un horrendo barrio prefabricado donde hay miles de casas iguales – cómodas, medianamente lujosas, pintadas con un verde espantoso… clonadas y carentes de personalidad -… y terminan atrapados allí, en lo que es su sueño de clase media. La imposibilidad de salir los enloquece – todas las calles conducen al mismo lugar, el cielo está plagado de nubes simétricas… se nota que no están en la Tierra que todos conocemos sino en una simulación o escenario construido a medida a lo Dark City -, y pronto empiezan a ocurrírsele cosas desesperadas como poner carteles pidiendo auxilio en el techo de su casa o prenderle fuego a la misma. Pero no; la casa número 9 del desabrido barrio comunal de Yonder es indestructible – lo que se rompe hoy, es repuesto (o reconstruido) mágicamente mañana -. Ascender al techo sólo muestra un desolador paisaje infinito de casas verdes y el Sol no se mueve como corresponde – ni siquiera hay viento -. Atrapados en esa pesadilla de clase media deben sobrevivir como puedan, y misteriosos benefactores le dejan cajas con comida… hasta que un día le dejan una caja con un bebé.

Es entonces cuando Vivarium comienza a abrevar de un montón de fuentes – El Pueblo de los Malditos; Poltergeist; la versión 1978 de Los Usurpadores de Cuerpos – porque ese bebé definitivamente no es humano. Se ve como uno pero no se comporta como uno. En 3 meses pasa a tener el cuerpo de un chico de 10 años, y protesta – con un grito escalofriante – cuando no le dan la comida. Si el aislamiento era malo, convivir con ese engendro es enloquecedor. La Poots comienza a desarrollar un básico sentimiento de maternidad, aún cuando las reacciones del pibe – que los imita a ambos con su misma voz y se la pasa viendo dibujos sicodélicos en el único canal que sintoniza la TV – sean espeluznantes. Eisenberg, en cambio, quiere una solución mas radical: despachar de una al crío y afrontar cualquiera sean las consecuencias.

La mejor parte es con Senan Jennings como el chico a la edad de 10. El pibe exuda inteligencia y te pone incómodo con sus enormes ojos azules. No, no es capaz de desarrollar emociones humanas como la empatía o el humor, es solo una mala imitación de una criatura. Pero el aislamiento enloquece y la convivencia con lo que sea eso – que es extrañamente parecido a una versión infantil del bizarro agente inmobiliario que los llevó a Yonder – es infernal.

Si Vivarium pega con mucha gente es porque, en los tiempos de la cuarentena por el Coronavirus, el filme viene con una carga emocional subliminal que hace que nos identifiquemos con los protagonistas – la paranoia del encierro, la locura de la rutina repetida sin fin, el frágil equilibrio mental de los protagonistas encerrados en su propia casa -. A pesar de ser un filme estrenado en Cannes en Mayo 2019 – 7 meses antes de que estallara el bodrio de la pandemia -, parece increíblemente visionario y alegórico, lo cual es un efecto que tiene por esas carambolas del destino. Pero si dejo de lado este particular contexto histórico, no estoy seguro de si realmente es una gran película o simplemente una anécdota inteligente filmada de manera solida. Mi problema pasa por el final (alerta spoilers). Si al principio vemos como un pichón de pajaro cucú tira a los huevos de otra ave de su nido para que la madre lo alimente, es obvio que se trata de una imagen alegórica, porque el barrio de Yonder no es mas que un criadero y Eisenberg y Poots son los padres adoptivos que deben criar y educar a esa criatura humanoide para que se vea mas humana. Pero si esto es una invasión alienígena silenciosa, ¿por qué ir reemplazando de a una persona y siempre la misma?. ¿Por qué tomarse el trabajo de crear una simulación monstruosa solo para producir un único ser? (fin spoilers).

Vivarium es intrigante e inteligente, y es probable que a mas de uno le produzca sensaciones con las cuales deba convivir durante días. Para mí está ok y me parece recomendable – es un capítulo de La Dimensión Desconocida con mayor desarrollo dramático como para justificar los 90 minutos de duración y darle tridimensionalidad a los personajes -, aunque no termine de impresionarme.