Crítica: La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (1978)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1978: Donald Sutherland (Matthew Bennell), Brooke Adams (Elizabeth Driscoll), Leonard Nimoy (Dr David Kibner), Veronica Cartwright (Nancy Belicec), Jeff Goldblum (Jack Belicec), Art Hindle (Geoffrey)

Director: Philip Kaufman, Guión: W.D. Richter, basado en la novela The Body Snatchers de Jack Finney

Trama: Elizabeth Driscoll es una bioquimica que trabaja para el departamento de salubridad de la comuna de San Francisco. Pero Elizabeth ha comenzado a detectar cambios en la conducta de su esposo, y se lo comenta a Matthew Bennell, su jefe y amigo. Al principio Bennell cree que se trata de una crisis emocional de Elizabeth y la lleva a ver a su amigo, el siquiatra David Kibner, el que termina de tranquilizarlos. Pero pronto comienzan a observar que la conducta del resto de la gente que los rodea también está cambiando, y las cosas se salen de control cuando una pareja de amigos descubre un cuerpo a medio formar en su salón de masajes. De repente ambos llegan a la conclusión que las personas están siendo reemplazadas por sus dobles en una masiva y silenciosa invasión alienígena. Y, lo peor de todo, es que la mayoría de la ciudad ya ha sido sustituída, con lo cual ellos son los ultimos humanos que pueden intentar detener la invasión que ha comenzado.

La Invasion de los Usurpadores de Cuerpos (1978) La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos es un caso ejemplar de ciencia ficción entendida en un sentido clásico: una historia fantástica que sirve de alegoría para analizar una situación del mundo actual. El libro de Jack Finney sería llevado al cine en múltiples adaptaciones, todas de ellas clásicas (salvo la terrible remake Invasion del 2007): la inolvidable versión de Don Siegel de 1956, la excelente adaptación de Abel Ferrara de 1993, y la cinta que aquí comentamos, cuya responsabilidad recae en el artesano Phillip Kaufman. En todos los casos las remakes han utilizado la historia como borrador de apuntes sobre el estado de la sociedad moderna: en 1956 era la paranoia de una invasión comunista silenciosa, en 1993 la locura del militarismo, y en el 2007 … bueh, en el 2007 era cualquier verdura. En el caso particular de la remake de Phillip Kaufman uno podría incluirla tranquilamente en el selecto y pequeñísimo club de adaptaciones que equiparan (sino es que superan) al original, grupo compuesto por las versiones de El Enigma de Otro Mundo (1951 y 1982) y King Kong (1933 y 2005). Es una obra maestra sorprendente, que sobrepasa el efecto de shock del original y termina por escribir su propio discurso de manera impecable.

El tema acá es la alienación urbana. Usted puede vivir al lado de sus vecinos y no saber durante toda su vida quiénes son. A su alrededor circulan millones de personas, cada una con su propia locura; pero la gente está tan absorbida en sus propios asuntos que ni se percata de lo que ocurre. Kaufman se da maña para crear un clima sobrenatural en base a imágenes impactantes y, a veces, subliminales. La secuencia inicial con las esporas viajando por el espacio; la gente haciendo reuniones extrañas en medio de la calle y dejando paquetes sospechosos en el camión de la basura; las largas caminatas de Brooke Adams en donde vemos gente haciendo cosas raras a su alrededor (corriendo, mirando fijo a otros, persiguiendo a otra gente). Esta es una paranoia muchísimo más elaborada que la que montó Don Siegel en su clásico de 1956, simplemente porque usa el decorado de fondo (la gente) para mandarle mensajes a la platea de que las cosas no están bien. Y allí es donde entra a jugar el siquiatra de Leonard Nimoy, en una especie de sátira de la cultura de autoayuda que estaba tan de moda en los años 70 (¿se acuerdan del libro “Tus Zonas Erróneas” (1976)?). Los sicólogos tienen explicaciones para todo, pero no sirven para alterar el orden actual de la sociedad humana (solo describen los sintomas).

Es una película genialmente paranoica. Cada vez hay más gente comportándose extraño y la conclusión es que los protagonistas han perdido el juicio. Acá el libreto de W.D. Richter (el que más tarde sería autor de cosas tan diversas que van desde el Dracula de 1979 hasta Las Aventuras de Buckaroo Banzai) regresa a la idea original subyacente en el libro de Finney en vez de regurgitar el libreto del filme de Siegel de 1956. Eso no quita que empalme por momentos escenas del original – como el descubrimiento del cuerpo a medio formar, o los camiones que les entregan las vainas a la gente -, pero Kaufman tiene más vuelo y libertad creativa para manejar el relato. Por ejemplo, se puede dar el lujo de cerrarlo con un climax pesimista (broche de oro que sólo los grandes clásicos pueden hacer); las secuencias de la clonación están mucho mejor hechas y son más shockeantes (como cuando Donald Sutherland se queda dormido en el jardín); y genera un clima angustiante en el cual no parece haber escapatoria posible.

Eso no quita que La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos 1978 no tenga algunos momentos deslucidos. La autosuficiencia del siquiatra de Leonard Nimoy resulta a veces molesta. Acá figura Jeff Goldblum (en uno de sus primeros papeles) haciendo de Jeff Goldblum: charlatán, irritante, pedante. Toda la persecución final está algo estirada de más, lo cual no quita que haya momentos de shock memorables como el hombre – perro a medio formar (que ya es un clásico). Pero son detalles menores ante una película escrita y dirigida de manera brillante. Las performances son notables y los personajes son humanos e interesantes.

En detalle para la trivia, figura cameos de Kevin McCarthy (el hombre que grita en la calle que la invasión ha comenzado) y Don Siegel (el taxista que lleva a los protagonistas al aeropuerto), actor y director respectivamente del filme original de 1956. También hay un fugaz cameo de Robert Duvall al principio del filme. Phillip Kaufman escribiría y rodaría algunas cosas más – desde participar en la creación del personaje de Indiana Jones, hasta rodar filmes como la épica de la conquista del espacio The Right Stuff (1983), La Insoportable Levedad del Ser (1988) y Sol Naciente (1993) -, pero su producción creativa sería cada vez más esporádica.

LOS USURPADORES DE CUERPOS

La novela The Body Snatchers de Jack Finney ha sido llevada al cine en cuatro ocasiones: Invasion of the Body Snatchers (1956) de Don Siegel, Invasion of the Body Snatchers (1978) de Phillip Kaufman, Body Snatchers (1993) de Abel Ferrara, e Invasion (2007) de Oliver Hirschbiegel