Crítica: Super (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2010: Rainn Wilson (Frank D’Arbo / Crimson Bolt), Ellen Page (Libby / Boltie), Liv Tyler (Sarah D’Arbo), Kevin Bacon (Jacques), Michael Rooker (Abe), Gregg Henry (Detective John Falkener), Andre Royo (Hamilton), Don Mac (Mr Range), Nathan Fillion (el Vengador Santo)

Director: James Gunn; Guión: James Gunn

Trama: Frank D´Arbo lleva una vida miserable luego que su mujer lo abandonara por otro hombre. Pero Frank descubre que el actual novio de su ex es, en realidad, un mafioso que la mantiene drogada y sometida todo el tiempo. Sintiéndose impotente, un día cree tener una revelación al ver un episodio semanal de la serie El Vengador Santo, en donde un superhéroe cristiano combate el mal. Así es como decide convertirse en Crimson Bolt, un vigilante disfrazado que limpia el crimen de las calles armado con una enorme llave inglesa. Pero aunque su violenta campaña ha dado algunos resultados, Frank aún no se encuentra preparado para atacar al mafioso que tiene secuestrada a su esposa… hasta que se topa con la pequeña Libby, una muchacha fanática de los comics y una sicópata de temer. Y ahora que están juntos, estarán listos para ejecutar una sangrienta misión de rescate.

Crítica: Super (2010)

Super viene de la mano de James Gunn, un guionista surgido de las filas de la Troma (!), y que saltó a la fama al redactar el libreto de la excelente remake El Amanecer de los Muertos (2004), dirigida por Zack Snyder. Luego Gunn se despacharía con un par de cosas más, como la versión para la pantalla grande de Scooby-Doo (2002) (y su correspondiente secuela), y debutaría en la dirección en la divertida Slither (2006). Super es un demorado proyecto personal de Gunn, en donde el libretista y director ansiaba poder dar su visión del género de superhéroes que está tan de boga en este momento.

Quizás el mayor problema de Super sea que viene última en la fila, luego de títulos como Defendor y Kick-Asslos cuales satirizaron el género de superhéroes y lo reconstruyeron en términos más realistas -. Es por ello que hay unos cuantos conceptos que parecen recicladas de dichos filmes – la idea del tonto del pueblo como superhéroe sin poderes, un villano más simpático que malvado, la visión de una misión superior que va más allá del costo de su propia vida, etc -, con lo cual Super se acerca más a Defendor que a Kick Ass. La diferencia es que Defendor tenía a un héroe naif y violento pero rescatable a causa de sus nobles intenciones mientras que aquí Gunn decide tacharlo directamente de sicópata incurable. No hay mucha diferencia entre las visiones moralistas / cristianas que tiene Rainn Wilson y las que podría sufrir un asesino serial esquizofrénico que cree haber escuchado voces que le ordenaron matar a medio mundo para depurar el mal de las calles.

Y es que en realidad Super termina siendo una versión de Taxi Driver con tipos disfrazados que se creen super héroes. El tipo comienza a castigar criminales con su llave inglesa… pero después le parte la cabeza a cualquiera, incluso a aquellos que se le cuelan en la cola del cine. A esto se suma la interpretación de Rainn Wilson, que es extremadamente contenida y confidente, narrando en off todos los delirios moralistas que lo impulsan a salir a la calle y a reventar cabezas por doquier. Si bien todo esto da pie a unas cuantas escenas cómicas, también es cierto que tiene su costado inquietante. La frutilla del postre es la entrada en escena de Ellen Page, que es una sicópata declarada y destroza mal (pero muy mal) a cualquiera que se le ponga en el camino. Y no hablo de que sea una heroína con onda que patea traseros de los villanos y tiene actitud (como Hit Girl en Kick Ass), sino de una morbosa que machaca a piedrazos la cabeza de un tipo durante media hora seguida, y sólo porque el flaco le rayó el auto a su amiga (o al menos, eso es lo que ella cree).

Super es una comedia muy inteligente y tiene momentos muy divertidos, pero tiene algo que patina y puede ser que pase porque recorre algunos caminos ya vistos. Gunn insiste en mantener todo dentro de una estricta realidad (como el desenlace, que es lógico pero también bizarro) y mecha todo con mucho humor negro, pero hay una barrera invisible que impide que uno se amigue de estos personajes o, al menos, del protagonista. Eso no quita que las actuaciones sean deliciosas (en especial, Ellen Page y Kevin Bacon), que haya gags muy graciosos, que haya giros inesperados, y que uno vislumbre la inteligencia de la visión de Gunn, pero quizás el problema pase porque el héroe es más violento que el villano, amén de que cruza el límite de lo moral y se transforma en una figura intimidante. Es posible que a Gunn le haya faltado estudiar un poco más a Tarantino o a Scorsese, directores que han podido convertir a sicópatas en personas realmente queribles (y por lo cual uno siente tristeza al ver que están condenados a un destino trágico). Aquí Rainn Wilson es patético, violento… y cuando llega el desenlace, uno no siente demasiada pena por él; un indicio de que a mitad de camino el director ha cometido una pifia y ha perdido el contacto entre el público y el personaje, con lo cual el climax pierde impacto.