Crítica: Defendor (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorCanadá, 2009: Woody Harrelson (Arthur Poppington), Kat Dennings (Kat Debrofkowicz / Angel), Elias Koteas (Sargento Chuck Dooney), Michael Kelly (Paul Carter), Sandra Oh (Dr Ellen Park), Clark Johnson (Capitán Roger Fairbanks)

Director: Peter Stebbings, Guión: Peter Stebbings

Trama: Arthur Poppington es un muchacho con serias deficiencias mentales que trabaja de día como obrero de la construcción. Pero a la noche Arthur se transforma en Defendor, un improvisado super héroe que sale a combatir el crimen. Arthur está obsesionado con encontrar al Capitán Industry – un ficticio archienemigo al que considera responsable de la muerte de su madre por sobredosis de drogas -, y por ello comienza a acosar a los criminales de la ciudad. Pero cada aparición de Defendor termina en desastre y Arthur recibe una sarta de fuertes palizas, amén de ganarse el odio del policía corrupto Chuck Dooney, el que está involucrado con una banda mafiosa que controla la ciudad. Angel es una joven prostituta ligada con Dooney, a quien le da lástima las feroces golpizas que el policía le ha dado a Arthur, y decide cuidarlo. Y Angel terminará por darle las pistas que faltan para que el inepto super héroe pueda cumplir la misión de su vida: localizar y destruir al Capitán Industry.

Arlequín: Crítica: Defendor (2009)

Defendor es el proyecto mimado de Peter Stebbings, un actor secundario bastante activo en la TV y que apareció en cine en K-19: The Widowmaker (2002). Stabbings escribió el guión en el 2005 y comenzó a hacerlo circular en Hollywood sin éxito. Tanto los actores como los directores que leyeron el libreto quedaron enamorados de la idea, pero ninguno de los estudios la vió como comercialmente potable – no es exactamente una sátira del género ni tampoco un filme de acción -, y Stabbings debió recurrir a su Canadá natal en busca de medios para financiar de manera independiente la película. Si uno ve los créditos de Defendor, hay una sucesión interminable de productores que respaldan esta película – incluyendo el mismo Stabbings, que hipotecó todo cuanto tenía -, los que juntaron el modesto presupuesto de 4 millones de dólares. Si bien la Sony compró los derechos, decidió no estrenarla comercialmente en USA y despacharla a video lo antes posible; por suerte, el estudio canadiense Darius Films (uno de los tantos coproductores de la pelicula) logró liberarla para conseguir un estreno muy limitado en cines en febrero 2010.

En una época en donde los superhéroes en el cine están en auge (y con riesgo de perecer bajo el peso de la saturación), Defendor es una reelaboración fresca e inteligente de la mitología del género. No es el primer intento en tal sentido; El Elegido (Unbreakable) (2000) de M. Night Shyamalan dio un puntapié inicial, y hay otros esfuerzos como Blankman o la próxima Kick-Ass. Si bien algunas de ellas son parodias, la idea de fondo es narrar cómo la gente común puede transformarse en un superhéroe (o creer serlo), intentando eludir las reglas dictadas por los comics o yendo directamente contra ellas. En el caso de Defendor, lo que ha hecho Stebbings es una suerte de Forrest Gump Superhéroe; acá hay un tipo retardado, extremadamente honesto, con una idea radical del bien y el mal (definida en términos de blanco o negro), que se elabora un disfraz improvisado y decide combatir al crimen por las noches. Como Arthur Poppington no es exactamente Bruno Diaz en cuanto a holgura de medios económicos para fabricar gadgets, el tipo apela a lo que su corto ingenio y su magro sueldo le permite comprar: desde canicas, frascos con avispas hasta tirahondas y una vieja videocamara a cassette que lleva montada en su casco de super héroe. Ni siquiera tiene un disfraz decente: el suyo es una polera negra a la cual le pone una D gigante con cinta de embalaje plateada.

Los primeros minutos de Defendor son realmente cómicos. Acá hay un tipo realmente inepto cumpliendo con todos los clichés del genero – los latiguillos prepotentes; las poses con la luna en el fondo; la música de superhéroe -, sólo que las cosas le suelen salir para el demonio. Pero en vez de quedarse con eso (y ser una sátira más del género), Stebbings decide ahondar y ver el lado humano del personaje. Arthur Poppington es un héroe no por sus hazañas (que casi nunca le salen) sino porque es honesto, incorruptible y porque tiene una visión muy ideal de la justicia. Es un tonto admirable y realmente valiente (o muy inconsciente). Tiene la candidez de Forrest Gump pero no su suerte – a Tom Hanks las cosas le salían perfectas de la manera menos pensada -. Y, por sus acciones y por su visión simplista del mundo, termina por generar un cambio en el mismo. Todas las personas con las que se involucra terminan por cambiar sus vidas – de una manera u otra – a la postre.

En realidad la frutilla del postre es la performance de Woody Harrelson, que muestra un rango impresionante. Su Defendor / Arthur Poppington es simpático, patético y admirable. Es un tipo ensimismado en su mundo de comic, con gadgets que no funcionan e ideales que suenan ridículos, sólo porque la sociedad actual los ha abandonado y se ha vuelto demasiado cínica – es un Don Quijote suelto en lo más cruel de la sociedad moderna -. Y es por Harrelson que su papel termina por convertir a la historia en fuertemente emotiva a medida que se acerca el final. Mientras que al principio uno se ríe de Harrelson – su guarida secreta, su Defendomovil (que es una grúa de alumbrado), sus gadgets ridículos -, después termina por apoyarlo de manera entusiasta. La otra que también se roba la película es Kat Dennings con su prostituta de buen corazón, que termina de cambiar cuando Poppington se cruza en su vida. Allí es cuando Defendor funciona como una especie de versión naif de Taxi Driver.

Defendor es una película notable. Tiene todos los registros en su punto exacto. Cuando decide ser cómica, es hilarante; cuando es filme de acción, es competente; y sobre todo, es profundamente emotiva. Recomendadísima desde ya, es una película que no debe perecer en el olvido.