Crítica: The Rocky Horror Picture Show: Let’s Do the Time Warp Again (2016)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2016: Laverne Cox (Dr Frank-N-Furter), Ryan McCartan (Brad Majors), Victoria Justice (Janet Weiss), Staz Nair (Rocky), Reeve Carney (Riff Raff), Christina Milian (Magenta), Annnaleigh Ashford (Columbia), Ben Vereen (Dr Scott), Tim Curry (Narrador / el Criminólogo)

Director: Kenny Ortega – Guión: Richard O’Brien & Jim Sharman (libreto original de la obra musical)

Trama:  Jornada de viernes a la medianoche. Un montón de gente disfrazada se prepara para ver una película de culto. En ella una pareja de jóvenes enamorados se extravía en el bosque y termina en el castillo de un científico loco transexual llamado Frank-N-Furter. Furter ha creado a Rocky – un semental hecho con partes humanas – pero encuentra mas solaz en la joven pareja, corrompiéndola para saciar sus bajos instintos. El tema es que Furter es un alien que ha llegado para invadir la Tierra y, ocupado en sus deseos, ha olvidado el motivo de su misión. Y semejante decisión le traerá terribles consecuencias… a él y a todos los que lo rodean.

Crítica: The Rocky Horror Picture Show: Let's Do the Time Warp Again (2016)

The Rocky Horror Picture Show: Let’s Do the Time Warp Again es la versión millennial – pastiche y superficial – de The Rocky Horror Picture Show, musical de culto si los hay. Te transmite la misma sensación de cuando ves a un pibe de 20 años usando una camiseta flúo con el rostro del Che Guevara – piensa que está de onda porque un montón de conocidos la usan, pero no tienen ni la más pálida idea de los ideales, las batallas ni el papel en la historia que jugó el tipo de la boinita -. Orquestado por el tipo responsable de High School Musical y con medio cast salido de comedietas juveniles de Nickelodeon -, todo lo atroz, bizarro e iconoclasta de la obra se ha ido por el drenaje. Basta ver el casting del rol principal, que en estos tiempos de lo políticamente correcto, ha ido a parar a una mujer trans. El drama con esto no es que lo interprete una persona LGBT sino que el rol de Frank-n-Furter está pensado para un camionero maquillado en panties: algo maligno, chocante y ladino que con el tiempo vence la repulsión y termina seduciendo a la mitad del cast. Basta traer a alguien no muy despabilado y ponerlo al frente de la pantalla para que diga “esa mujer negra muy maquillada, ¿quién es?”, diluyendo todo el efecto de shock de la obra que se basa en la presencia fulminante de su protagonista principal.

Debo aclarar que no tengo ningún problema personal con Laverne Cox. En lo personal creo que es una terrible actriz, es mas una personalidad que una intérprete y que acá – en el rol principal – termina por sorprenderme sobremanera. Es salvaje, canta bien, posee una boca que tiene vida propia. Pero le falta el efecto de shock que requiere el rol, donde Adam Lambert – o algún rockero bestia tipo Ozzy Osbourne en mallas – le hubiera puesto el tilde donde corresponde. Frank-N-Furter es un hombre travestido, no una chica trans. Aún cuando la Cox se revele como ducha en el terreno de la comedia musical, no es lo que el papel requiere. Pero el problema empieza con la Cox y sigue para abajo. Todo lo que era trasgresor en en los 70s hoy se ha sanitizado en lo políticamente correcto, en un mensaje de tolerancia y orgullo queer… que, honestamente, no creo que fuera la intención original. Ok, la obra musical siempre fue un divague que mezcla travestis con el fetichismo por el cine de ciencia ficción y terror de los años 50s, pero creo que siempre fue mas una parodia del cine de horror serie B que un panfleto de orgullo gay. El monstruo ya no es un guiñapo hecho de cadáveres sino un chongo, creado como toy boy por un travesti acosador, cómodo y orgulloso con su sexualidad y que no deja de revolcarse con cualquier ser que camine. Es mas un mensaje de liberación, de aceptación de la sexualidad fluida mas que una bandera queer.

Esto me lleva al siguiente punto que es, ¿para quién es esta versión 2016 de The Rocky Horror Picture Show?. A los fans de la película / obra de los 70s esto le parecerá de una blandura brutal, el descafeinamiento total de una obra trasgresora. El público joven, por el contrario, entenderá el mensaje sobre tolerancia y liberación sexual pero, rayos, ¿quién corno es Michael Rennie o de qué trata Los Usurpadores de Cuerpos?. Yo creo que The Rocky Horror Picture Show se ha transformado en un artefacto anacrónico donde solo alguien que haya nacido en los 70s (y tenga un poco de cultura cinéfila) puede entender sus referencias o conocer su significado histórico. A la generación Netflix le resultará imposible entender por qué la cámara muestra lo que ocurre en la sala de cine, por qué tiran rollos de papel higiénico cuando el flaco dice “gran Scott!” o por qué todos están disfrazados… porque ningun millennial llegó a conocer la cultura de los circuitos de los viernes a medianoche donde los cines mas berretas pasaban hasta el cansancio copias rayadas de The Rocky Horror Picture Show, Fantasma en el Paraíso, Tommy o Heavy Metal.

Al igual que el original, admiro las intenciones pero descreo de la puesta en escena, la cual pierde todo su foco y se vuelve un divague con algunos momentos inspirados. La Cox luce y Ryan McCartan brilla en su rol perfeccionado de nerd bobo (lo hacía en la serie de Liv & Maddie) pero el que se roba los reflectores es Reeve Carney como Riff Raff, el retorcido mayordomo de Frank-n-Furter. El tipo canta como los dioses, hace morisquetas graciosas, da con el tono que precisa la obra. Lástima que el resto sea tan blando, con la contra de los cortes comerciales – que arruinan el timing – y la terrible decisión de poner a un postrado Tim Curry frente a la pantalla. Habiendo sufrido un ACV en el 2012, Curry arrastra las palabras y le cuesta ser expresivo. Lo que pretende ser un homenaje termina convirtiéndose en una decisión de mal gusto. Curry no merecía este tipo de exposición.

Si The Rocky Horror Picture Show era un divague con energía, la versión 2016 es peor simplemente porque carece de mojo. Su tiempo ya pasó y las elecciones políticamente correctas le sacaron todo el filo. Acá hay buenos cantantes y comediantes pero no hay espíritu trasgresor, lo que – para el Show de Rocky – se convierte en un defecto mortal.

THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW

The Rocky Horror Picture Show (1975) – The Rocky Horror Picture Show: Let’s Do the Time Warp Again (2016)