Crítica: Love (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Gunner Wright (capitán Lee Miller), Corey Richardson (general McClain), Bradley Horne (capitán Lee Briggs), Nancy Stelle (astronauta rusa)

Director: William Eubank, Guión: William Eubank

Trama: El futuro, en la Estación Espacial Internacional. El capitán Lee Miller se encuentra a punto de terminar su estadía como único tripulante de la estación, y se apresta a regresar a la Tierra. Sin embargo las comunicaciones se cortan abruptamente y todos los intentos por reestablecerla son en vano. Al principio Miller cree que se trata de algún tipo de test intensivo sobre el aislamiento de los astronautas en el espacio… pero los días pasan y pasan, y las comunicaciones siguen muertas. Con el paso del tiempo el estado mental de Miller comienza a decaer, y lo único que encuentra para mantenerse cuerdo es un viejo diario escrito por un soldado de la Guerra Civil norteamericana, el cual narra su milagroso escape con vida luego de una matanza feroz, y el descubrimiento de algo asombroso en el desierto. Pero el tiempo pasa, la narración del diario se estira más de lo imaginado, el climax nunca aparece, … y nada en la vida de Miller parece tener una definición, como si estuviera en un estado latente y esperando a que ocurra algo inesperado que lo saque de su terrible rutina.

Love (2011) Arte es lo que hace un artista, dijo un tipo que escupió en la vereda y, acto seguido, dijo que había creado una obra de arte. Sinceramente creo que hay gente así, personas que se creen en un status superior a los demás y que están convencidas de que cualquier idiotez que hagan será vista como una maravillosa obra de arte. A final de cuentas, si hay una multitud de estúpidos que creen semejante falacia – y abonan holgadamente las pavadas de ese seudo artista -, la mentira puede volverse realidad.

En lo personal yo creo que arte es reto y placer, es algo que percibimos y que nos altera de alguna manera. Si no le damos bolilla, o no es arte o no estamos en sintonía con el artista. Hay obras que conmueven y otras que nos son indiferentes, pero el verdadero arte nunca pasa desapercibido. Y aunque prefiero las experiencias enteras y plenas, reconozco la virtud de algunas obras crípticas. En algunos casos creo descifrar la impotencia del autor y la opción por el garabato enigmático que no significa nada, pero que a una multitud de nabos le parece cool e inspirado; en otros, hay un verdadero mensaje escondido. Como sea, a mi juicio el arte debe ser descifrable… porque, sino, sólo es un acto de fascismo intelectual.

Es dificil calificar de manera concreta a Love de William Eubank – un tipo especializado en filmes de acción directo a video (p.ej. House of Rising Sun con el wrestler Dave Bautista), y que aquí intenta demostrar que tiene algo más bajo la mollera -. El intento es bueno, el resultado es discutible. Eubank es notable creando climas, pero es bastante desprolijo como libretista. Da la impresión de que, a mitad de camino, se quedó sin combustible para la historia y la emparchó como pudo. Sí, éste es otro director con aspiraciones de Kubrick, y Love se suma a la tanda de filmes de la última decada que intentan ser el próximo 2001, Odisea del Espacio. Entre los intentos fallidos figuran el Solaris de Soderbergh, el Sunshine de Danny Boyle y The Fountain de Darren Aronofski, filmes a los cuales les faltan unos centavos para llegar al peso (y bastante más para equipararse a 2001).

Como sea – y volviendo a mis viejos debates -, a mi juicio 2001 siempre fue un 90% de obra maestra, y 10% de pedantería e impotencia intelectual de Kubrick. La bronca viene por el final, que es incoherente y trunco, y que empantana el resto de la experiencia. Pero lo que todo el mundo ha querido imitar de 2001 es el uso del espacio como ámbito para que ocurra una experiencia trascendental. Es el límite entre lo humano y lo divino o, si uno es ateo, entre lo existencial y lo inexplicable.

En muchísimas escenas Love funciona como una especie de remake muy liberal del último capítulo de 2001. Imaginen a Dave Bowman, aislado en el espacio y sin Hal que le haga companía. Hay tomas muy similares – desde un túnel iluminado de manera pristina hasta un aparato sicodélico al cual desarman, eso sin contar con un abreviado viaje astral – que denotan el amor y homenaje de Eubank por la obra de Kubrick. En un momento el astronauta protagonista accede a un nuevo recinto, el cual es gigantesco y contiene multitud de escenarios similares a paisajes en la Tierra. Sí, como si fuera la versión Cinemascope de la llegada de Keir Dullea a la habitación barroca, sólo que en vez de un cuarto tenemos miles.

Love está construido de manera enigmática. Primero tenemos a un oficial de la Guerra Civil norteamericana que escapa de una masacre y que, por orden de su superior, debe ir al desierto a ver una maravilla que han descubierto en la arena (casi al momento de decir esto cualquier expectador experimentado puede anticipar de qué se trata dicho objeto, aún cuando resulte inexplicable e incoherente en el contexto de la historia). Luego saltamos al futuro, a la Estación Espacial Internacional y a un astronauta solitario… al que se le cortan del todo las comunicaciones. Pasa el tiempo y no capta nada, como si el mundo entero se hubiera muerto. ¿Malfuncionamiento de las máquinas o problema mental? ¿O realmente pasó algo terrible allá abajo?.

El problema con Love es que, una vez disparado el tema del aislamiento, el libreto no sabe muy bien cómo seguir. Hay una orgía de imágenes y segmentos intercalados – especialistas hablando sobre las consecuencias nocivas del aislamiento, etc, etc – que a uno le hacen pensar de que todo es un experimento. Las cosas se ponen más delirantes cuando el astronauta encuentra el diario del oficial de la Guerra Civil, escondido entre los cables de electricidad de la estación (WTF?) y, como no tiene un Atari o un VHS sueco como para entretenerse, decide ponerse a leerlo. El problema es que semejante invento del libreto termina siendo abandonado a mitad de camino – bah, después se da una explicación no muy coherente de lo que vió el oficial en el desierto -, y lo que sigue es una tonelada de clisés sobre la fiebre de cabina y la locura del aislamiento. Al final aparece un masivo Deus Ex Machina que intenta acomodar – de manera insatisfactoria – todas las interrogantes que fue dejando el libreto por el camino.

Como ejercicio de estilo, Love es brillante. Las imágenes son sobrecogedoras, y hay unas secuencias en cámara lenta que son excepcionales. Como libreto, deja que desear. (alerta: spoilers). Si todo lo que ha pasado aquí ha sido una reconstrucción alienígena creada para intentar mantener cuerdo al astronauta (ya que es el último de su especie), no sólo es una explicación muy rebuscada sino que es insatisfactoria. Es como que la simulación ha llegado demasiado tarde para salvar el delicado estado mental del protagonista. Por otra parte, si sólo lo que ocurre en los últimos diez minutos forma parte del plan extraterrestre para simular la Tierra, entonces resulta inexplicable la aparición del diario del soldado yanqui, o incluso la mencionada aparición en el desierto de una nave enterrada (¿la estación espacial?). (fin de spoilers) Yo creo que la historia termina por enredarse consigo misma e intenta hacer una salida grandiosa y distractiva, algo que haga olvidar al espectador de los agujeros enormes de lógica que padece el relato. Como sea, debo admitir que Love me gustó, aún cuando la historia sea frustrante. Me pareció que William Eubank tiene un gran talento y tiene el don de captar la atención de los espectadores pero, por otra parte, creo que es un creativo que funcionaría mejor adaptando historias ajenas que orquestando las propias, ya que carece de un yo interno que haga las veces de control de calidad. Al libreto de Love le falta una pulida, y eso es innegable.

Si a usted le gusta la ciencia ficción pensante, Love es una experiencia interesante. Le aclaro que, a mi juicio, el filme está a medio cocinar, pero tiene más virtudes que defectos y vale la pena por la experiencia misma. Eso sí: agéndela para un día en que usted se encuentre tolerante y con un humor especial… de lo contrario querrá prenderle fuego al televisor y a la notebook en donde figura la página de internet (gulp!) que le recomendó este experimento.