Crítica: La Fuente de la Vida (The Fountain) (2006) de Darren Aronofsky

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2006: Hugh Jackman (Tomas el conquistador / Dr Tom Creo / Tommy), Rachel Weisz (Reina Isabel / Izzi Creo), Ellen Burstyn (Dra Lillian Guzetti), Fernando Hernandez (Señor de Xibalba), Mark Margolis (padre Avila), Cliff Curtis (Capitán Ariel), Sean Patrick Thomas (Antonio), Donna Murphy (Betty)

Director: Darren Aronofsky, Guión: Darren Aronofsky, Musica – Clint Mansell

Trama: El Dr. Tom Creo se encuentra abocado en la búsqueda desesperada de una cura contra el cáncer. La corteza de un árbol guatelmateco le provee un suero con el cual experimenta exitosamente con simios afectados con tumores. La urgencia de Creo se basa en la enfermedad terminal de su esposa Izzi, que se encuentra cada vez más enferma. A medida que avanza el mal e Izzi se encuentra cada vez más débil, ésta le encomienda a Tom que termine su novela llamada La Fuente, donde narra la historia del conquistador español Tomás, dedicado a rastrear el Arbol de la Vida – la fuente de salud y juventud eterna que estaba en el Paraíso, y que se encuentra perdido desde los tiempos bíblicos -, y que es el único medio de salvar a la reina Isabel de España de las garras de la Inquisición. Y, mientras se encuentra investigando en una carrera contra el tiempo si la nueva medicina podrá salvar a Izzi, Tom fantasea con un futuro utópico, donde una semilla del árbol ha crecido sobre la tumba de su esposa – fusionando su esencia con la de ella -, y viaja en una burbuja espacial, dirigiéndose a la nebulosa Xibalba, donde cree que podrá encontrar el Edén y revivir el cuerpo de su mujer fallecida.

Crítica: La Fuente de la Vida (The Fountain) (2006) de Darren Aronofsky

¡Amigos!. ¡He encontrado la 2001 del nuevo milenio! (una frase que siempre he querido decir y creo que ahora bien se aplica)

El nuevo milenio ha venido cargado de nuevas ínfulas artísticas en el terreno de la sci fi. Uno podría decir que ha surgido cierto revival del género fantástico como cine arte, cuando no de la sci fi trascendental. Un puñado de directores se ha lanzado a realizar sus propias 2001 personales, y aquí podríamos incluir a la remake comentada de Solaris por parte de Steve Soderbergh, y en mucha menor medida a Danny Boyle con su desbalanceada Sunshine (2007) – un film que comienza con aspiraciones a más y termina convirtiéndose en una suerte de slasher espacial, asesino serial incluído -.

Pero de todos esos intentos de crear ciencia ficción pensante (al estilo de los setentas), el más acabado sin dudas es The Fountain. Este dream project de Darren Aronofsky, sin embargo, debió sufrir una accidentada carrera de más de cinco años hasta llegar a destino. Primero comenzó como una vaga idea, apoyada por la Warner en abril 2001, y con Brad Pitt subido al proyecto. La idea de Aronofsky – que venía de dos éxitos de crítica como la aclamada Pi (1998) y Requiem for a Dream (2000) – era desarrollar una idea realmente innovadora, algo de tanto impacto como lo fuera 2001, Odisea del Espacio hacía más de 20 años. Los problemas se comenzaron a suceder – dilataciones, peleas por el excesivo presupuesto de 70 millones de dolares, Cate Blanchett que se sube al proyecto pero se baja por su embarazo, Pitt que se enoja y se va a filmar Troya – y en el 2002 el proyecto terminó por ser cancelado. Aronofsky no se dió por vencido y terminó por publicar el borrador como comic a través de la editorial Vertigo – la sección adulta de la DC Comics – a finales del 2002. La Warner, quizás viendo la obra dibujada, decidió darle una segunda oportunidad y, en el 2004, el proyecto volvió a resurgir a cambio de fuertes recortes presupuestarios y modificaciones en el libreto – bajando a 35 millones de dolares -. Con nuevos protagonistas (Hugh Jackman y Rachel Weisz), y cuidando las monedas, Aronofsky terminó por rodar una versión abreviada de su visión, y la presentó al mundo con una recepción del público y la crítica muy despareja. Mientras que un día de exhibición en Cannes terminó en un abucheo generalizado, a la jornada siguiente una ovación de pie de 10 minutos estalló al culminar la proyección.

Es un film maravillosamente concebido en lo visual e intelectual. A su vez, es una obra mucho más accesible que otros filmes de culto – ej. el clásico final de 2001 o Eraserhead -, y el final es tan abierto a interpretaciones como se desee. Pero lo que más me sorprende es que nadie – con excepción de unos pocos – haya podido distinguir cual es la verdadera esencia del relato. A simple vista todo parece indicar que se tratan de tres historias paralelas, con personajes similares pero en distintas etapas de la historia (la España de la conquista, el tiempo actual y un futuro utópico), y con temáticas relacionadas que van y vienen en unos flashbacks mezclados al estilo de Pulp Fiction. Nadie parece distinguir que en realidad se trata de una sola historia, y es la del médico y su esposa agonizante en el tiempo actual, donde toda la historia del conquistador es una fantasía novelada por Izzi que funciona como una metáfora de su realidad actual. Allí Tom se transformá en Tomás, el caballero español idealizado por Izzi que va a su rescate mediante la expedición al territorio maya. Es obvio que es todo una fantasía que no se condice con los hechos históricos – la inquisición se encuentra al borde de derrocar a la Reina, y la única esperanza radica en el Arbol de la Vida; lo que no queda claro es que tán importante será esto para detener al inquisidor -. Mientras que algunos ven en las tres historias una especie de destino karmico – los mismos espíritus deben pasar por las mismas pruebas una y otra vez -, es más que evidente que toda la secuencia antigua del relato es la novela de Izzi escrita en sus horas de agonía, y donde el último capítulo queda en blanco para que Tom lo escriba. Pero a su vez es Tom quien deja volar la imaginación – alucina, o quizás sea una visión de su futuro -, recordando la historia de Izzi en el hospital (cuando le cuenta que una semilla que germina sobre la tumba de alguien fusiona su esencia con la del cuerpo y le da nueva vida), y visionando un viaje espacial con el Arbol de la Vida crecido a raíz de las esencias de Izzi, y esperando liberar su alma a la llegada a la nebulosa, el supuesto Eden de los mayas.

Los tres relatos se relacionan en paralelo de una manera admirable. En el fondo no son más que versiones del párrafo bíblico original citado al principio del film, donde Adan y Eva son echados del Paraíso y no pueden acceder al Arbol de la Vida por la voluntad divina (en un principio la imagen del inquisidor pareciera funcionar así, pero en los relatos la función divina está suplida por la fatalidad del destino, sea el sacerdote maya, la agonía súbita de Izzi o bien la llegada a las estrellas). Donde parece que la historia logra llegar a buen término es con la secuencia futurista, donde Tom ya tiene el Arbol y elige el amor, mientras que en la secuencia histórica Tomas decide probar primero la savia del árbol y después, infructuosamente, probarse el anillo. El karma, con tantos intentos, al fin ha encontrado la secuencia correcta.

Donde posiblemente las cosas se salen un poco de madre (o no están tan prolijamente desarrolladas) es en el clímax. OJO, SPOILERS. Tom escribe el último capítulo de la novela, donde el conquistador llega al Arbol. Pero para ello, su fantasía ingresa en el universo de la historia creada por Izzi, con la versión futurista de Tom levitando frente al maya. Si se quiere, la fuerza del amor logra superar las barreras del tiempo y la distancia, pero resulta algo abrupta la escena en comparación con el excelente timing que mantenía el film hasta ese momento. Las pruebas y errores terminan con el éxito para Tom, al menos imaginariamente, en su fantasía futurista. Es entonces cuando, de regreso en la pura y dura realidad actual, la única esperanza radica en plantar la semilla en la tumba de su esposa y ver si a partir de entonces la fantasía podrá concretarse. Es por ello que Tom tiene un Deja Vu en el hospital, y elige un camino diferente al original. Como si las cosas se fueran arreglando (desde el futuro o desde esa visión, como se llame), se pueden elegir caminos alternativos y solucionar los dilemas de las historias, desde el final hasta el principio.

Es una película realmente bella. Tiene un timing excelente, un gran clima y las actuaciones son estupendas – creo que nunca Hugh Jackman pudo demostrar de mejor manera su fibra de actor -. Es una real lástima que la gente la haya calificado de críptica, cuando es una historia mucho más lineal de lo que parece; sólo hay que atender a las señales. Yo creo que con el paso de los años The Fountain obtendrá el verdadero reconocimiento que se merece. Es un verdadero poema que habla sobre el amor como fuerza que va más allá de los límites y puede vencer a la muerte. Solo debemos intentarlo, cuantas veces sea necesario, hasta dar con la respuesta correcta.