Crítica: Martin (1976)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1976: John Amplas (Martin Matthias), Lincoln Maazel (Tati Cuda), Christine Forrest (Christina), Elyane Nadeau (Sra Santini), Sarah Venable (victima), Al Levitsky (Lewis)

Director: George A. Romero, Guión: George A. Romero

Trama: Martin Mathias es un adolescente perturbado que debe permanecer en la custodia de su primo, un anciano con fuertes convicciones religiosas. Lo que ocurre en realidad es que Martin es un vampiro con 84 años de edad, que con regularidad sale a matar mujeres para saciar su sed de sangre. Tati Cuda sabe de su naturaleza, y está dispuesto a dominarla, aunque para ello deba matar al muchacho.

Martin (1976) Si hay un maestro del terror con mala suerte, ese ha sido George A. Romero. El tipo se despachó con un clásico enorme como La Noche de los Muertos Vivos en 1968, pero omitió registrar los derechos de autor y el filme pasó al dominio público (con lo cual no vió ni un peso). En los setentas le costó conseguir trabajo, y sólo lo obtuvo gracias a secuelas de Night of the Living Dead, ninguna de las cuales tuvo la repercusión de la primera. Y cuando los zombies volvieron a ponerse de moda cerca del nuevo milenio – con un montón de directores retomando y reciclando ideas de Romero -, el cineasta tuvo que esperar a una segunda tanda (la de imitadores de éxitos del momento) para poder levantar alguno de sus proyectos como Diary of the Dead. Vale decir, hay miles de directores mediocres de horror que han hecho millones con películas terribles, mientras que George Romero – un auteur del cine de terror – siempre tuvo que andar suplicando para que le financiaran sus proyectos que, en su mayoría, son mucho más inteligentes y originales que la media del género.

Para mediados de los setenta Romero conseguía éxitos de crítica y fracasos de taquilla. Pasó con Jack’s Wife (1972), con The Crazies (1973) y pasó lo mismo con Martin. Sin embargo la sombra de Martin ha sido mucho más influencial que la de otros filmes de Romero – con excepción de los zombies -. El tema está en que el terror estaba sufriendo transformaciones en los años 70, dejando de lado el seteo gótico para adaptarse al paisaje urbano moderno. Los estudios Hammer no entendieron esto (o no lo supieron manejar) y se fundieron; el público había cambiado, las rutinas góticas se habían desgastado, y ahora la audiencia precisa sentir que el horror estaba a la vuelta de la esquina de su casa en vez de en un pueblito rumano a mediados del siglo XV. En el caso del vampirismo, el primero que entendió esto fue Richard Matheson con su adaptación televisiva para Kolchak: The Night Stalker (amén de su fallida primera versión de Soy Leyenda en El Ultimo Hombre Vivo – 1964). Y siguiendo en la misma vena, Romero despojó de capas, acentos europeos y colmillos a los vampiros, y los trajo al mundo moderno con Martin.

Martin es un argumento que bien podría haber desarrollado el mismo Matheson, tan afecto a encontrarle causas mundanas a los fenómenos sobrenaturales. Aquí el vampirismo es una deformación genética, con lo cual surge un especimen al cabo de determinado número de generaciones. La familia de Martin es europea, y como tal trae ciertas costumbres – como la que los miembros más antiguos de la misma deben hacerse cargo de los parientes que poseen esa patología -. Pero este vampiro adolescente es muy distinto a lo tradicional: las cruces no le hacen nada, el sol tampoco, no posee poderes mentales, y en realidad es un individuo patético víctima de sus adicciones. Es particularmente brillante la elección de John Amplas para el papel, ya que destila ambigüedad de manera constante: uno no sabe si sentir pena por él, pero por otro lado tiene un costado salvaje permanentemente reprimido. Uno no puede anticipar si se va a comportar de manera tierna, o va a explotar en un frenesí de violencia en cualquier momento.

Es una película de terror inteligente. Más allá de los diálogos, uno puede presumir que se trata de una familia de supersticiosos en donde Martin es simplemente un esquizofrénico con un claro fetichismo sexual con la sangre. El hecho de que sólo mantenga relaciones con sus víctimas (muertas o inconscientes) indican una disfunción sexual; y que sus ansias disminuyan cuando empieza a mantener una relación estable con la milf del barrio, podrían mostrar que todo pasa por un desorden sicológico. Es un individuo aislado por su propia condición, lo cual lo convierte en una figura trágica.

El tema con Martin es que Romero escribe mejor que como la dirige. Hay algunas buenas escenas – como el ataque a la casa de la cuarentona que se ve con su amante -, pero nunca deja de ser light en el aspecto de los shocks. La mayor parte del tiempo funciona como un thriller muy inteligente acerca de un asesino serial adolescente con fetichismo por la sangre, pero jamás levanta vuelo como para provocar un susto de aquellos que no nos dejan dormir. La platea no termina de horrorizarse por los actos de Martin, y eso la empaña un poco. El otro punto es lo abrupto del final, que uno asume que que era el gran impacto que Romero tenía preparado para hacer saltar la platea, pero a uno lo deja rascándose la cabeza. Uno esperaba algún tipo de largo duelo entre los personajes, no que en dos minutos se terminara la película.

Martin es un aggiornamiento más que inteligente de la mitología del vampiro, adaptándola a los tiempos que corren. Uno admira la inteligencia de Romero en la elaboración de ideas, pero echa de menos un poco más de pimienta a la hora del terror.

GEORGE A. ROMERO

La Noche de los Muertos Vivos (1968) – The Crazies (1973) – Martin, el Amante del Terror (1976) – El Amanecer de los Muertos (1978) – Creepshow (1982) – El Dia de los Muertos (1985)  – Tierra de los Muertos (2005)  – El Diario de los Muertos (2007) – Survival of the Dead (2009)