Crítica: Coffy (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1973: Pam Grier (Coffy), Booker Bradshaw (Howard Brunswick), Robert DoQui (King George), William Elliott (Carter), Allan Arbus (Arturo Vitroni), Sid Haig (Omar)

Director: Jack Hill, Guión: Jack Hill

Trama: Coffy es una sensual morena que durante el día trabaja de enfermera en un hospital situado en una de las zonas mas pobres de Nueva York. Pero, a la noche, Coffy se transforma en una letal vigilante, capaz de exterminar a la mayoría de los mas peligrosos dealers de la ciudad; y es que la chica va en misión de venganza, después de salvar a su hermana menor de una sobredosis de estupefacientes, razón por la cual la joven ha quedado en un estado muy delicado. Puesta de novio con un narcotraficante, Coffy conoce al dedillo los avatares del mundo criminal, y se lanza a asesinarlos, dejando pruebas incriminatorias como para que los pandilleros crean que hay otros interesados en robarle el mercado. Pero, en medio de las sangrientas guerras internas, la identidad de Coffy ha quedado al descubierto, y ahora la vida de la chica pende de un hilo. ¿Podrá la morena hacer frente a la horda de asesinos que van tras sus pasos? ¿O éste será el momento de la verdad y, de una vez por todas, la justiciera limpiará las calles de Nueva York de todos los amorales que han estado infectando a la promisoria juventud de los barrios bajos de la ciudad?.

Coffy En los sesentas la American International Pictures hacía fortunas con películas baratas y taquilleras, una oleada de filmes de terror que dejarían su marca y que estaban protagonizadas – generalmente – por Vincent Price. Toda esa caterva de reconocidas adaptaciones cormanianas de Edgar Allan Poe pertenecen a ese período, aunque la AIP era mucho mas amplia en cuanto a temática y se metía en cuanto tema exploitation existiere, rodando cintas con motoqueros, satanistas, surfistas, y un largo etcétera, títulos que terminaban recaudando muy bien en los autocines de aquella época. En los setentas la tendencia parecía seguir, pero Price – suprema estrella del estudio – estaba agotado del trato de la AIP y decidió no renovar contrato, convencido que la gente de la American había perdido el rumbo y estaba arruinándole la carrera. A esto se sumaría el divorcio artístico entre los dueños del estudio, lo que determinó la partida de James H. Nicholson – el directivo con mas olfato artístico -, el cual comenzaría una breve carrera en solitario hasta que un súbito tumor cerebral le segó la vida en 1973. Para ese entonces el único pope de la AIP era Samuel Z. Arkoff, un tipo que entendía mas de números que de arte, y que afilaría el perfil exploitation del estudio, llevándolo a extremos inusitados.

Uno de los primeros cambios de Arkoff fue archivar el perfil de terror gótico del estudio, y despacharse con algo mucho mas zarpado. En ese proceso de cambios terminaría perdiendo Robert Quarry (Conde Yorga, Vampiro), el cual se perfilaba como el gran sucesor de Vincent Price en la AIP y terminaría siendo diluído por el estudio sin mayor pena ni gloria. Arkoff veía la decadencia en la que estaba entrando la Hammer y, mientras tanto, observaba el surgimiento de títulos como Sweet Sweetback’s Baadasssss Song (1971) y, especialmente, Shaft (1971), filmes extremos y violentos hechos con dos mangos pero que apuntaban a la minoría negra y terminaban recaudando fortunas en la taquilla. Es así como la AIP comenzó a sumar títulos blaxploitation, dando a luz algunos de los filmes mas conocidos del género, y desarrollando tantas variantes como le fuera posible: no entraba solo el clásico policial, sino que lo amplió al campo del terror, produciendo variantes morenas de El Exorcista (Abby), y Drácula (Blacula). Pronto otros estudios copiarían la idea, generando cosas tan bizarras como Dr Black y Mister Hyde (1976).

Coffy es la primera incursión blaxploitation de la AIP. Aquí figura Pam Grier, una morena que hizo papeles secundarios en un par de títulos previos, y que aquí pega el gran zarpazo para convertirse en la estrella indiscutida del blaxploitation. La Grier no es muy bonita y es bastante tronca como actriz, pero es desinhibida, no le cuesta demasiado sacarse la ropa, tiene buen cuerpo y – fundamentalmente – demuestra una gran ferocidad a la hora de la acción. No sería arriesgado catalogarla de la primera heroína del cine de acción moderno, ya que pelea de igual a igual con los tipos, los balea, los tortura, y amputa lo que sea necesario con tal de conseguir los datos que su personaje precisa según las circunstancias. Aquí la Grier empieza muy blanda pero pronto se pone a tono… y, como buen título exploitation, se pelea con otras chicas (casi siempre blancas) con los senos al desnudo y salpicada con abundante sangre falsa.

La trama es previsible pero está bien filmada; y tiene la habilidad de salirse del carril un par de veces, especialmente cuando la heroína es descubierta y cae en desgracia. Ok, a veces los efectos son demasiado falsos y la truculencia es muy obvia – como cuando un Cadillac arrastra por media ciudad a Robert DoQui (siglos antes de darle órdenes a Robocop), y se nota a la legua que es un muñeco -, pero el filme rezuma violencia física y, sobre todo, verbal (para los puritanos que son los americanos, acá abundan los “nigger” que tanto detestan y son muestra patente de un racismo extremo). Hoy en día sería imposible concebir Coffy en términos de un filme producido por los grandes estudios, con tanta violencia y racismo – en especial el sadismo del semipterno Sid Haig – pero, como producto de su tiempo, es uno que es tan efectivo como impresionante.

Coffy es un filme divertido y efectivo; un blaxploitation de pura cepa y tremendamente sólido. Su brutalidad le da chapa de honestidad y le hace memorable, no en tanto la historia a contar, sino en los medios que utiliza, los cuales son sumamente modernos y frontales.,