Crítica: Las Vacaciones del Señor Hulot (1953)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaFrancia, 1953: Jacques Tati (Monsieur Hulot), Nathalie Pascaud (Martine), Micheline Rolla (tía), Valentine Camax (turista inglesa), Louis Perrault (Fred), André Dubois (alcalde), Lucien Frégis (propietario del hotel)

Director: Jacques Tati – Guión: Jacques Tati & Henri Marquet

Recomendación del Editor

Trama: Saint-Marc-sur-Mer es un hermoso y pequeño pueblito situado sobre la costa Atlántica de Francia. Hasta allí llega Monsieur Hulot en su destartalado cochecito, dispuesto a pasar sus vacaciones de verano. Junto a él llega un contingente de turistas se aloja en el Hotel de la Playa, una instalación barata cuyos empleados atienden a desgano. El grupo está integrado por un ejecutivo de negocios, una turista inglesa, dos ancianos, una hermosa chica rubia de aspecto germano, algunos chicos revoltosos y un puñado de personajes mas, apiñados en un pedazo de playa e intentando darse la buena vida. Pero el genio de Hulot es incontrolable y pronto las torpezas del grandulón con pipa y sombrerito triangular terminarán sembrando el caos en lo que debían ser unas pacificas y rutinarias vacaciones.

Crítica: Las Vacaciones del Señor Hulot (1953)

Alto, desgarbado, con los pantalones demasiado cortos; un sombrerito triangular, un auto ridículo y desvencijado, una pipa de uso eterno. El tipo es un simpaticón amable, sólo que es torpe y entrometido. Sip, Mr. Bean es medio pariente suyo pero el personaje de Rowan Atkinson tiene una mala leche que Monsieur Hulot carece. Es simplemente un bonachón impulsivo, solitario, plagado de buenas intenciones cuya escasa interpretación de las reglas sociales termina metiéndolo en malentendidos y problemas inesperados.

Esta es la primera aparición en sociedad de Monsieur Hulot, fabulosa creación de Jacques Tati. El tipo era un creador realmente diferente – los críticos decían que sus películas parecían filmadas en otro planeta – y hacía suyo el humor visual, tal como Chaplin y otros grandes cómicos de la época del cine mudo. Pero las películas de Tati / Hulot no son mudas: el audio está, hay diálogos pero éstos van entre lo incomprensible y la banalidad, porque el ojo de Tati está en la crítica a la superficialidad del hombre moderno plagado de costumbres burguesas – muchas de ellas inútiles y aparentes -.

Acá tenemos a Tati suelto en un balneario de medio pelo en la costa francesa. Para los que peinamos canas y superamos los cuarentas, Saint-Marc-sur-Mer tiene el sabor del Piriápolis o Mar Del Plata antiguo, plagado de caminos mal asfaltados, playas salvajes y chalecitos de dudosa comodidad. Gente apilada en un hotelito de clase dudosa – posee los supuestos conforts de un hotel de clase alta pero las habitaciones son chicas y calurosas, los mozos parecen sudados, la gente se amontona en el salón comedor para devorar comidas no muy bien cocinadas, las comodidades dejan que desear – y saliendo en masa a actividades que son menos recreativas de lo que aparentan, sea un picnic multitudinario, jugando interminables partidas de canasta o saliendo de pesca con tal de matar el aburrimiento de alguna manera. La estructura que le da Tati al relato es cíclica y repetitiva – hay un gag en el comedor y, a los quince minutos, volvemos con la segunda versión del gag; las andanzas del autito destartalado de Hulot se repiten a lo largo del filme; los ruidos molestos a altas horas de la noche que producen un encendido masivo de luces; Hulot usando de manera errónea raquetas, cañas de pescar y otros accesorios deportivos; el ejecutivo que recibe llamadas del extranjero todo el tiempo y en las circunstancias mas incómodas, etc – y, si bien no todos los gags aciertan, van creciendo dentro de uno. Uno sabe que el ex militar bocón tiene que cumplir un papel en esta épica de vacacionistas aburridos y charlatanes y termina acertando; o la chica blonda que le hace ojitos al torpe larguirucho de la pipa, y cuyas buenas intenciones se llevan a las patadas con sus habilidades motrices. En todo ese clima zumbón hay estallidos de carcajadas – la yegua malhumorada, el auto que se la pasa perdiendo pedazos de carrocería por el camino, los perros que tarasconean los tobillos de Hulot, el delirante finale con los fuegos artificiales -, entre cosas que uno se asombra y cosas que a uno le han pasado en la vida real.

Les Vacances de Monsieur Hulot es una experiencia cómica suprema. En cierto modo me hace acordar a algunas comedias costumbristas de Fellini, solo que el italiano gustaba de la pirotecnia verbal para retratar la naturaleza de sus compatriotas. Tati hace un trabajo silente: es simplemente un testigo de la Francia de la postguerra, donde la trabajosa reconstrucción ha dado lugar a una sociedad que ha convertido en rutina toda una sarta de costumbres banales mas propias de la clase alta (y que la fatigada clase media desea probar, aunque su calidad sea mediocre). El gentío, el hastío, las apariencias, la falsa urbanidad, la amabilidad en piloto automático… todos esos son los objetivos a los cuales Tati apunta y con los cuales Monsieur Hulot termina haciéndose un día de campo.

MONSIEUR HULOT

Las películas del inmortal personaje de Jacques Tati comentadas en este portal son: Las Vacaciones del Señor Hulot (1953) – Mi Tío (1958) – Playtime (1967)