Crítica: La Guerra de Murphy (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1971: Peter O’Toole (Murphy), Siân Phillips (Hayden), Philippe Noiret (Brezan), Horst Janson (capitán Lauchs)

Director: Peter Yates, Guión: Stirling Silliphant, basado en la novela de Max Catto

Trama: El Amazonas, 1945. El carguero británico Mount Kyle ha sido hundido por un submarino alemán, el cual se ha tomado el trabajo de ametrallar a todos los sobrevivientes para eliminar posibles testigos. El único que ha podido salir con vida es el capitán del carguero – un inglés de apellido Murphy -, el cual es recogido por los pescadores locales y quienes lo llevan a un hospital a la vera del río. Reponiéndose lentamente de sus heridas, Murphy hace migas con un barquero local – un francés de apellido Brezan, y el cual odia tanto a los nazis como Murphy -, a quien pronto le solicita ayuda. Y es que el inglés está decidido a rastrear y hundir el submarino, aún cuando se trate de él solo y carezca de los medios necesarios. Pero la obsesión es mas fuerte que la razón y, devenido en un ejército de un solo hombre, Murphy empezará a acosar a los alemanes, generando una guerra personal que puede afectar a todos los locales, víctimas colaterales de un duelo entre enemigos decididos a pelear hasta la misma muerte.

La Guerra de Murphy Obsesión con el enemigo. La ceguera por la venganza sólo desencadena un baño de sangre, y enciende una pira en donde el vengador también terminará ardiendo para depurar su alma. Es que, cuando el odio se transforma en tu único sentimiento, termina devorándote, haciendote obsesivo y descuidado. ¿Qué será de tu vida cuando aniquiles tu enemigo?. ¿Qué harás con todo tu tiempo libre cuando el objeto de tu odio se apague?. ¿Recuerdas acaso cómo era tu vida anterior?.

La Guerra de Murphy es un filme injustamente menospreciado de la excelente filmografía de Peter O’Toole. Ok, no es redondo y le falta mucha mas elaboración, pero no por ello deja de ser entretenido e intenso. Aquí O’Toole es el único sobreviviente de un naufragio, una auténtica masacre cometida a manos de los tripulantes de un submarino alemán en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Ahora el tipo está convencido que ha sobrevivido por alguna razón, y ésa es la de vengar la muerte de sus compañeros asesinados. La curiosidad es el escenario – el Orinoco inmerso en plena selva amazónica – el cual funciona como microcosmos, una versión a escala del conflicto a escala mundial. ¿Por qué está el submarino metido en este río tan ignoto y alejado del teatro de operaciones?. Quizás porque sus tripulantes presienten que el final de la guerra está cerca y quieren sobrevivir o estar lejos para poder escapar; o porque es un río tranquilo donde hay pocas presas y son fáciles. Será precisamente el cauce del río, el largo y sinuoso entubamiento, lo que se transforme en una trampa mortal: no hay manera de ir rápido o de escapar a mar abierto; el submarino sólo puede ir para adelante o para atrás en una ruta por todos conocida.

Como sobreviviente, Murphy pronto se convierte en otro sosías de Ahab, y el submarino alemán pasa a ser su gran ballena blanca. No hay día en que no piense cómo hundirlo, y para ello cuenta con un regalo impensado: un hidroavión que ha sobrevivido al hundimiento de su antiguo barco. Murphy se las apaña para arreglarlo, para aprender a volarlo – en una de las escenas mas intensas y emocionantes del filme, con el aeroplano metiendo de lleno su cabeza en las olas, o coleteando de manera frágil y antinatural, salvándose por un pelo de un seguro choque contra las copas de los árboles -, y para montarle un par de improvisadas bombas. Ahora que le ha tomado la mano, juega a la guerra con el submarino… pero las cosas no salen como lo previsto. Los villanos lo han rastreado y planean arrasar la aldea hasta encontrar siquiera su cadáver. ¿Cómo seguir la lucha si el avión ha sido torpedeado y los locales le han quitado su apoyo a su causa?.

En muchos sentidos, la historia de La Guerra de Murphyobviamente inspirada en La Reina Africana y con menos trasfondo romántico – parece salida de una de piratas. He aquí un grupo de forajidos embarcados, los cuales van y vienen por el rio y siembran el terror para que nadie los moleste. En ese ida y vuelta de agresiones es que el vengador se desdibuja y se vuelve un loco, alguien que abusa de sus amigos para obtener lo que él desea, lo que él precisa para ejecutar su misión de revancha: robando cosas del hospital, apoderándose de la barcaza de su amigo, yendo a una embestida letal contra el mismo sumergible alemán.

La gracia del relato consiste a ver a un O’Toole sacado, puteando en numerosos idiomas y haciendo gala de un ingenio prodigioso para llevar adelante su guerra. Ciertamente no es una historia realista, sino que debe verse dentro del terreno de la alegoría. A final de cuentas, si se firma el armisticio, ¿tu enemigo deja de ser un asesino y ahora debes respetarlo?. El final, si bien es rebuscado, me parece intenso y satisfactorio. Es una lástima que, a lo largo del resto de la historia, el libreto no se ocupe en desarrollar / reflexionar sobre la situación que vive el protagonista, el cual es una analogía de la guerra por propia definición. Eso lo quita méritos a un filme muy bien dirigido, gracias a que Peter Yates (Bullitt) sabe dónde ubicar las cámaras a la hora de rodar acción.

Si puede conseguirla, verá que La Guerra de Murphy es una gran película. Dispar, sin dudas, pero excitante y entretenida. Una historia que daba para más pero, aún así – en esta versión imperfecta – sigue siendo intensa e interesante.