Crítica: Noche Infernal (Nothing But the Night) (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1973: Christopher Lee (Coronel Charles Bingham), Peter Cushing (Sir Mark Ashley), Diana Dors (Anna Harb), Georgia Brown (Joan Foster), Keith Barron (Dr Peter Haynes)

Director: Peter Sasdy, Guión: Brian Hayles, basado en la novela Los Niños de la Noche de John Blackburn

Trama: El coronel Bingham se encuentra investigando la misteriosa muerte de varios de los miembros de la fundación Van Traylen, la cual se dedica a mantener un orfanato en la isla escocesa de Bala. Todas las muertes pasan por accidentes o suicidios, pero Bingham está convencido de que existe una conexión oculta. Ahora sus sospechas pasan por un misterioso accidente de tránsito, en donde un omnibus cargado con niños a cargo de la fundación ha volcado y se ha prendido fuego, y otros tres miembros del consejo han perecido en las llamas. La única superviviente es una niña llamada Mary Valley, la cual padece de amnesia y es la única que puede aportar datos cruciales sobre lo ocurrido. Pero todos estos sucesos han desquiciado a la madre biológica de Mary, una sicótica ex presidiaria llamada Anna Harb, a quien la corte le denegó la patria potestad hace años y la cual quiere recuperar la guarda de la chica a toda costa. Convencidos de que la niña corre peligro en el hospital, Bingham y los suyos deciden llevarla de vuelta a Escocia… pero Harb les ha seguido el rastro hasta la casona misma del orfanato. Lo que nadie sabe es que el sendero de locura y muerte desatado por Anna Harb terminará por revelar una cruel y siniestra verdad, la cual reside en el orfanato y es ocultada con ahínco por todos los miembros de la fundación Van Traylen.

Nothing But the Night A veces es difícil valorar ciertas películas como Nothing But the Night. Veamos: ¿cinco minutos de un final brillante compensan una hora veinte de pura monotonía?. La respuesta es… no. En todo caso, lo que tenemos aquí es un guión con problemas, el cual se deshace en aburridas sandeces a las cuales repite una y otra vez, quizás porque está convencido de que son interesantes. Pero no lo son sino que, por el contrario, dejan al espectador en un estado de coma. Yo creo que si hubieran puesto un poco más de esmero, Nothing But the Night sería una película potable, e incluso recomendable. Pero el libretista Brian Hayles es demasiado corto de ideas y sólo insiste en la repetición de preguntas sin aportar ninguna respuesta, lo que hace que la visión de la mayoría de la película resulte frustrante.

Nothing But the Night fue un intento de Christopher Lee por establecer su propia productora. Por desgracia el producto no es lo que se dice atractivo, razón por la cual fue el debut y despedida de Lee como productor. El veterano chupasangre decidió llamar a varios amigotes de su época en los estudios Hammer como el director Sasdy y su eterno compañero de aventuras Peter Cushing -. Mientras que es una delicia ver a Cushing y Lee actuando a la par y del lado de los buenos, por otra parte ellos no son los principales ejes del relato y eso resiente la efectividad. Por el contrario, debemos seguir a un montón de actores mediocres enrolados en pequeñas subtramas, las cuales se cortan cuando perecen de una manera u otra y volvemos al camino principal con Lee y Cushing. Ni siquiera ver a la ex bomba sexual Diana Dors – devenida en una cuarentona venida a menos y en plena decadencia de su carrera – sobreactuando de manera salvaje logra salpimentar un poco las cosas.

El problema es que el libreto es corto de ideas. Aquí hay gente ricachona que se muere, y comienza una investigación… pero la misma nunca termina de avanzar. Por el contrario, perdemos el tiempo en detalles menores a los cuales el filme le da una importancia tan excesiva que resulta molesta: la niña – testigo y partícipe del accidente que investigan ahora Lee y Cushing – que repite siempre lo mismo; la madre biológica de la niña, que no sabe si recuperarla / odiarla / matarla / asesinar a los ricachones que la cuidan; el aburridísimo médico que cuida a la niña y que tiene un affaire con la aburridísima periodista que investiga todo el asunto; y una tonelada de idas y vueltas de corte similar. En un momento todo el filme se centra en la cacería y captura de Diana Dors, desviándose completamente del asunto de las sospechosas muertes de los ricachones miembros de la fundación. Y, cuando el filme decide avanzar, lo hace de la manera mas atroz: aparece la periodista con un cassette que contiene la mayor parte de la revelación… información que poseía desde hacía 40 minutos y que había optado por no decirle a nadie (wtf!?).

Ciertamente los cinco minutos finales son notables, y es un giro de tuerca inesperado y cruel. Incluso el momento de la revelación tiene su cuota de detalles shockeantes, como la súbita decisión que toman los responsables de toda esta racha de muertes. (alerta spoilers) Descubrir que los asesinos son en realidad los chicos, a los cuales les han transplantado el cerebro de los miembros más ancianos de la fundación tiene su cuota de shock, especialmente porque vemos a estos niños actuar con una crueldad inusitada. Y por supuesto está la secuencia del suicidio masivo, la cual es toda una osadía. Nothing But the Night es una película saturada de muertes infantiles, tema tabú en el cine si los hay. Mientras que todo ello es mas que meritorio, por el otro lado la desprolijidad de los pasos previos desbalancea fuertemente los méritos del climax. Esta sería otra de esas ocasiones en donde un relato hubiera ganado efectividad si hubiera sido reducido al formato de un cortometraje o fuera parte de una antología de cuentos. Porque, así como está, la historia principal carece de sustento para mantener el interés durante 90 minutos, y sólo termina siendo una anécdota brillante pero demasiado estirada (fin spoilers).

Nothing But the Night sólo es recomendable si no tiene nada mejor que hacer con 90 minutos de su tiempo. No creo que el final sirva para compensar la letanía de los preliminares, y ni siquiera tenemos a Lee & Cushing demasiado tiempo en pantalla, intérpretes que usualmente le inyectan tanta energía a sus roles que terminan por sobrellevar cualquier bodrio. Aquí la cosa va lenta y redundante, y sólo resulta aconsejable a espectadores que le tengan paciencia.