Crítica: I Kill Giants (Mato Gigantes) (2017)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

3 atómicos: buenaUSA / Bélgica, 2017: Madison Wolfe (Barbara Thorson), Zoe Saldana (Sra Mollé), Sydney Wade (Sophia), Imogen Poots (Karen Thorson), Rory Jackson (Taylor), Art Parkinson (Dave Thorson)

Director: Andreas Walter – Guión: Joe Kelly, basado en la novela gráfica de Joe Kelly & Ken Niimura

Trama: Algo muy malo pasa con Barbara Thorson. Vive encerrada en su mundo, no se da con nadie y, cuando se le ocurre hablar, su discurso consiste en agresión pura. La sicóloga de la escuela ha comenzado a seguirla y, lo que es peor, su comportamiento es cada vez mas bizarro: pinta símbolos en todas las paredes de la escuela, deja objetos raros en los rincones y ha comenzado a dibujar imágenes de pesadilla. Es que Barbara está convencida de que es una guerrera ancestral, una asesina de gigantes, feroces criaturas que acosan a la humanidad en una dimensión paralela y que solo ella puede ver. Y cuando la sicóloga descubre esto, no duda en acudir a la familia de Barbara para contarles lo que está sucediendo; pero la familia está en crisis, la hermana mayor no da abasto, el hermano adolescente vive en rebeldía y los padres no están. Y, en medio de todo ese caos, Barbara se escapa todas las tardes a preparar armas, escudos mágicos y trampas en el bosque cercano al pueblo, convencida de que el mayor de los titanes vendrá a aplastarlo y que sólo ella – si es digna – es la única capaz de matarlo. Si esto es un disparate, debe terminar ahora antes de que Barbara pierda la cabeza; pero si lo que dice es cierto, la chica es la única esperanza para detener una masacre que nadie vio venir, probando que las locuras de la adolescente son ciertas y que existe un mundo paralelo – poblado por criaturas fantásticas – que solo unos pocos elegidos pueden ver.

Arlequín: Crítica: I Kill Giants (2017)

No tengo nada en contra de I Kill Giants. Las performances son notables – en especial la de la quinceañera Madison Wolfe, que se devora la pantalla y promete tener una formidable carrera dramática en el futuro -, la historia es emotiva y el clima es mas que adecuado. El drama es el presupuesto – el cual no alcanza para pagar los FX necesarios para solventar (y expandir) el mundo de fantasía en donde cree vivir la protagonista – y una historia cuya premisa está demasiado estirada. El resultado final queda a medio camino, con cosas muy logradas y otras que le faltan un golpe de horno adicional.

Aunque parezca otra cosa, I Kill Giants no transcurre en un mundo de fantasía al estilo de Jack, el Cazagigantes (2013), sino es un drama con ribetes fantásticos en donde los chicos crean monstruos alegóricos para lidiar con los dramas que están torturando su vida personal. En ese sentido I Kill Giants sintoniza la misma onda que la excelente Radio Flyer (1992) y, mas próxima aún, la de Un Monstruo Viene a Verme (2016). Pero si en esas historias el monstruo de turno era una figura protectora o consejera de un niño que veía cómo su mundo se caía a pedazos, los gigantes de I Kill Giants no tienen nada de amables. Son titanes que vienen a destrozar el planeta y a devorar personas, y la única que puede detenerlos es la protagonista. Pero, si tan solo un poco de eso fuera cierto…

Mientras que el discurso inicial de la protagonista parece épico, el paso del tiempo te da lugar a una sensación mucho mas incómoda. La chica está chiflada, y mal. No se da con nadie, choca con todos, y se la pasa vomitando parrafadas de una mitología bizarra que cree que es real. Como la muchacha juega Dungeons & Dragons, te da la impresión que el juego de rol le quemó el cerebro y no sabe distinguir la fantasía de la realidad – como ocurría en Mazes and Monsters (1982), un viejo telefilme con un jovencísimo Tom Hanks -. Lo suyo pasa de hobby a manía obsesiva compulsiva en donde la Wolfe se escapa de la casa por las noches para revisar una y otra vez las trampas para gigantes que puso en el bosque, y crea todo el tiempo artilugios y alarmas para poder detectarlos. Es una espiral de locura que te abruma, y que te impresiona aún mas porque la víctima de turno es una adolescente (y con la enorme convicción que le pone Madison Wolfe, es aún mas perturbador). Cuando un chico se chifla es porque algo muy malo le ha pasado, y uno solo piensa lo peor.

Entra en escena una chica inglesa,la cual pretende hacerse amiga de la protagonista. Si la inglesita no escapa corriendo y a los gritos frente a toda la catarata de disparates que dice y hace la “asesina de gigantes”, es porque es un artilugio intelectual del libretista para la Wolfe le explique (y nos explique) todo su mambo. Y la protagonista es definitivamente un personaje avasallante. No toma prisioneros, solo le importa su chifle, ni siquiera le importan los sentimientos de la gente que se preocupa por ella (y a la cual lastima todos los días con su prepotencia). Porque pronto descubrimos una familia sin padres, donde la hermana mayor se hizo cargo de ella y de su malcriado hermano adolescente. Es obvio que todos andan mal y se llevan a las patadas por una razón que falta descubrir. Hay un desbalance en su universo y todos están reaccionando de una u otra forma, sea el pibe jugando videojuegos horas y horas, la hermana mayor quebrándose emocionalmente a cada rato y pidiendo días libres en el trabajo, y la Wolfe con sus retorcidos relatos de fantasía. Entra la sicóloga de la escuela a la historia (Zoe Saldana), la que ve que algo anda muy mal con la chica y tiene sesiones con ella a cada rato. Intenta ser comprensiva, sabe que algo terrible está pasando, pero la Wolfe no se abre: solo agrede – a veces físicamente – y tiene un discurso siniestro sobre cómo todos en el pueblo van a morir de la peor manera posible y que sólo ella es la única que puede salvarlos… aunque no valgan la pena. Es un alma cerrada que no logra abrirse a la compasión o al afecto; es una actitud de rechazo constante, de mantenerse firme en lo suyo, de creer en una causa superior… una épica tan fuerte que termina por intoxicarla.

Mientras que todo esto es loable y está bien escrito, por otra parte se siente demasiado estirado. No estoy seguro de si la premisa de I Kill Giants daba para un largometraje de 90 minutos, ya que muchos de sus mecanismos dramáticos se repiten una y otra vez y sólo logra avanzar en la última media hora cuando decide confrontar a la protagonista con su mundo de fantasía – lo que se resuelve demasiado rápido, demasiado aséptico, escasamente creíble: el mundo de la heroína cambia radicalmente en menos de cinco minutos por una charla mas obvia que creativa -.

Yo podría decir que I Kill Giants precisa una sensibilidad especial para poder apreciarla, pero no es así. En mi opinión le faltan dos centavos para el peso. La veo larga, estirada, a veces lenta, monotemática. Vemos poco y nada de los hermanos (¿nadie se cuestiona qué hace en los bosques todo el día – y parte de la noche – la chica?), la inglesita está de espectadora, y las partes de fantasía podían haberse podado, quedando como imaginarias – o sacar todas las del resto del filme, acumulando el dinero de los FX para un final mas largo, desarrollado y eficiente… pero creo que el director se vio obligado a mostrar siquiera telegramas del mundo fantástico como para mantener viva la atención del espectador -. Conmueve igual, aunque con otras decisiones artísticas podría haber tomado mas vuelo.