Crítica: Bestia (corto) (2021)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

5 atómicos: excelente Recomendación del EditorChile, 2021: corto de animación stop motion

Director: Hugo Covarrubias – Guión: Hugo Covarrubias & Martín Erazo

Trama: Ingrid viaja en un avión. Tiene un agujero en su cabeza y, a través de él, podemos ver cómo era su vida. Llevaba una existencia solitaria y su única compañía era un perro policía que ella había adiestrado. Con su perro se iba todos los días a trabajar a un centro de detención clandestino de la policía secreta chilena, en donde pasaba la jornada torturando a los sospechosos por sedición. Nadie sospecharía que esa mujer regordeta con pinta de enfermera y aire alemán era una criminal atroz que sometía a los prisioneros a todo tipo de vejámenes – utilizando incluso a su mascota entrenada especialmente para ello – con tal de poder arrancar confesiones de todo tipo. Pero ahora la suerte se ha acabado: la han seguido hasta su casa y quienes la odian – entre los que se cuentan tanto enemigos como gente de su propio bando – han planeado un atentado contra su vida.

Crítica: Bestia (corto) (2021)

Marcianos. ¿Cuántas veces hablamos de ellos?. Pero no solo los de la ciencia ficción fantasiosa sino también refiriéndonos a personas de la vida real. Gente que no se comportan como seres humanos, que poseen otra escala de valores y que son capaces de cometer actos impensables sin que ello les quite el sueño.

La sicología puede brindar una variopinta galería de explicaciones de por qué existe gente fuera del espectro de lo que consideramos normal – desde que han sido abusados hasta que fueron adoctrinados, o que simplemente nacieron con un par de piezas menos que le impiden procesar lo emocional y lo moral como todos los demás -. Las páginas de la historia están plagadas de personajes aberrantes y muchas veces las explicaciones racionales se quedan cortas. ¿Hay placer en su crueldad, un desviado sentido del deber o simplemente indiferencia y dedicación, considerando sus actos como la mejor conducta ofensiva contra alguien que han marcado como enemigo?.

Si los Hitlers, Mengeles y Stalins abundan en los libros de historia – y acá hemos hablado de hombres crueles como en el caso de la espeluznante Hombres Detrás del Sol -, quizás lo mas aterrador sea el capítulo dedicado a las mujeres. Ellas no están dominadas por la testosterona que vuelve violentos a los hombres, ellas poseen el instinto maternal por naturaleza – de proteger y dar amor, de ser comprensivas y generosas -. De nuevo, no hay parámetros matemáticos para cuantificar la locura y la atrocidad pero creo que las mujeres, cuando se salen del espectro, pueden ser peores que los hombres. Aún cuando la cantidad de casos documentados sea escaso – comparado con la tonelada de ejemplos de hombres sádicos y brutales que han inundado las páginas de los textos de historia -, cuando ocurren suelen ser impresionantes. Y Bestiael documental del chileno Hugo Covarrubias – es un ejemplo cabal de ello. Bastan 15 minutos para ilustrar todo el asco, la crueldad y la locura de la vida de Ingrid Olderock, la tristemente célebre “mujer de los perros” – una torturadora brutal que trabajaba para los servicios de inteligencia chilenos durante la dictadura de Augusto Pinochet -. Militar de profesión, solitaria y gris, había dedicado su vida al entrenamiento de perros… y usaba a su pastor alemán para atacar sexualmente a los prisioneros de los centros de detención clandestinos de la dictadura chilena.

Bestia tiene muchos momentos impresionantes – es un corto animado en stop motion pero, no por ello, no deja de ser visceral -, pero creo que una de las cosas mas espeluznantes es ver que  Olderock estaba rodeada de hombres que apañaban su conducta como si fuera un gaje común del oficio. ¿Qué tenían en la cabeza semejantes individuos capaces de preparar el terreno – e incluso ayudar – para que Ingrid sometiera a personas indefensas a semejantes vejaciones?. ¿Cómo llevar una vida normal después de ver (o participar) de semejante acto aberrante?. Mientras que cualquier persona es capaz de cualquier cosa a puertas cerradas, la idea de una institución – sea la que sea – que avale semejantes actos disparatados como “actos de servicio” suena demencial. El video de Covarrubias es escueto y chocante y solo me genera una pregunta tras otra. ¿En qué momento y de qué manera Ingrid Olderock propuso como plan de trabajo vejar con sus perros a los prisioneros (y cómo eso fue avalado)?. El resto de los individuos que trabajaban con ella… ¿lo considerarían justificado – enfermos como ella, gente que no consideraba a los prisioneros como personas sino como cosas -, o le tendrían una mezcla de asco y temor?. Explorando en la Wikipedia en base a lo visto en el corto, el que sus padres fueran pro nazis no termina por justificar semejante locura. Si hay alguna explicación posible – y mínimamente racional – al acto de tortura, sería el de forzar a un prisionero a revelar un secreto. La vejación no entra en ese parámetro; es humillar al individuo sin obtener nada a cambio; es mas un espectáculo creado a título de placer personal que un acto con propósito definido (o que genere resultados revelatorios).

En la cabeza de la Ingrid del corto hay un agujero; y por él entramos a su mente. Vemos sus recuerdos, sus fantasías. Su rutina chata de todos los días; su única compañía, su adiestrado pastor alemán que atendía tanto a ella como a los prisioneros; su soledad interminable y la indiferencia de sus compañeros de armas, que todos los días sólo le dan la llave del sótano donde comete sus aberraciones. Solo hay crueldad en la mente de Ingrid – su mayor fantasía es decapitar al can, el único ser que la acompaña a sol y sombra y que es incapaz de cuestionar sus actos -. Pero una persona tan horrenda y despreciable solo puede ganar odio y es por ello que se sucede el atentado en su contra. Ya fueran los revolucionarios por odio o sus superiores por el asco que les da su accionar y que consideran que es el momento de enterrarla bajo la alfombra para que su trabajo quede en el anonimato. La brutalidad de Ingrid no ha ganado el respeto de sus empleadores pero, vaya a saber – misterios de la historia – el atentado queda impune. Y resulta fallido. Cuando el destino debía pasarle factura Ingrid ha tenido la suerte de los desgraciados, de esos genocidas que sobreviven a todos los intentos de asesinato que han flagrado en su contra.

La historia real de Olderock es aún mas terrible ya que ella quedó impune. Renunció al ejército, nadie la enjuició, murió en el anonimato y la soledad sin siquiera cumplir 60 años. Queda solo la condena virtual – como la del corto de Covarrubias, que da a conocer su shockeante historia y difunde su nombre infame -, en donde las almas de las víctimas de Olderock la vigilan desde el cielo, esperando que le llegue el juicio final tan dilatado y necesario.