¿Qué son las Películas de Culto?

Volver al Indice – géneros del Cine Fantástico / un artículo de Alejandro Franco

De la oscuridad de las cinematecas a los videoclubes con olor a humedad y tapas fotocopiadas; de las revistas de cine bizarro, a los hallazgos a medianoche en algún canal de cable; de los rincones perdidos del streaming a las búsquedas implacables por Internet. Los filmes de culto son esas películas especiales, raras, de argumento intrigante y puesta en escena única que atraen a los cinéfilos de manera implacable, porque nos promete una experiencia cinematográfica única y distinta a todo lo conocido hasta ahora.

¿Qué son las Películas de Culto?

Todo filme de culto comienza con una recomendación: “¿vos viste la película X?; tenés que verla, porque no se parece en nada a todo lo que hayas visto antes!”.

¿Qué tienen en común 2001, Odisea del Espacio, Heavy Metal y Faster, Pussycat! Kill, Kill, Kill?. Que las tres son películas de culto.

En general todos los críticos tienen diferentes definiciones de lo que es un filme de culto. No hay una característica per se que pueda definir de entrada si tal o cual película es / será de culto. En realidad es una categoría global que tiene que ver con el suceso posterior al estreno del filme, más que con el género que trata o por una característica en particular. Los filmes de culto son una gigantesca bolsa de gatos en donde hay animación, ciencia ficción, terror, fantasía, policiales, musicales, e incluso bad movies.

Los filmes de culto en los 70s y 80s

La definición de filme de culto varía de acuerdo al tiempo: hasta la llegada de las salas multiplex – década del 70 / 80 según el lugar -, co-existían las salas de cine principales con otras pequeñas, independientes o de bajo recursos, las cuales no tenían capacidad para estrenar filmes (salvo que fueran de cine arte), pero que tenían una fija para los fines de semana: alguna película vieja, que era sumamente atractiva para un grupo de gente (sobre todo, la juventud) y que llenaba la sala en funciones nocturnas y de trasnoche.

Eso es lo que se conoce como Midnight Favorites, y es la simiente de los filmes de culto. El grueso de los Midnight Favorites tiene que ver con filmes de animación de tono adulto o musicales con características sicodélicas. En Buenos Aires el Cine ABC, ubicado en la zona de Tribunales (dentro de una galería y con una sala pequeña para unas 200 personas) sobrevivía gracias al programa fijo de títulos como Heavy Metal, The Rocky Horror Picture Show y Un Fantasma en el Paraíso. Eran filmes que llenaban la sala y, el detalle más relevante, era que la misma gente iba a verla una y otra vez, lo cual subraya la característica de culto.

De acuerdo a eso, se puede hacer una aproximación inicial a la definición:

  • Para ser un filme de culto, debe haber sido un fracaso en su estreno (sea porque los distribuidores no entendieron cómo venderla, no había dinero para campañas publicitarias, eran filmes adelantados a su tiempo, o definitivamente no apuntaban a un público mainstream);
  • Tuvieron un proceso de re-descubrimiento posterior (en sucesivos re-estrenos), y el movimiento estaba liderado por la juventud, la cual simpatizó con valores y situaciones que representaban, tras lo cual comenzó a re-valorizarla;
  • Sea por temática, desarrollo, lenguaje narrativo, el filme tiene características excéntricas;
  • Una vez redescubierto, se inicia la recomendación boca a boca, y termina siendo re-estrenado con regularidad, incluso puede permanecer en cartel durante años en programas nocturnos de fin de semana (Midnight Favorites).

El grueso de los filmes de culto son producciones independientes, pero hay excepciones. 2001, Odisea del Espacio es un filme mainstream que tuvo una recaudación decepcionante en relación a los enormes costos de producción incurridos. La popularidad del filme cambió cuando la gente de la contracultura redescubrió la cinta en sucesivos re-estrenos. La psicodelia de las imágenes del filme de Kubrick eran el complemento perfecto para un viaje lisérgico de una generación adicta al LSD, así que mucha gente iba a “volar” a las salas de cine, especialmente cuando llegaba la escena de la secuencia del viaje astral del astronauta Dave Bowman.

Una característica secundaria (pero no vinculante) de los filmes de culto es que la gente asistía a verlos, disfrazados como los personajes de las películas. En el caso de The Rocky Horror Picture Show eran tantas las veces que habían visto la película que recitaban los parlamentos en voz alta, cantaban a coro las canciones del filme o incluso interactuaban con la pantalla (cuando uno de los villanos hacía una maldad, lanzaban pochoclo a la pantalla). Esto lo terminaba convirtiendo en una especie de experiencia interactiva.

(Para aclarar: ni Star Wars ni Star Trek son filmes de culto aunque haya convenciones y vaya gente disfrazada a los estrenos; siempre fueron taquilleras, productos de grandes estudios y, por su enorme influencia, es preferible considerarlos fenómenos culturales antes que filmes de culto).

Vanishing Point como filme de culto

Vanishing Point es un típico filme de culto. En apariencia es otra road movie, mostrando muscle cars en toda su gloria – una moda que comenzó con la famosa persecución de Bullitt y terminó por convertirse en un subgénero -; pero las situaciones extrañas, las interpretaciones esotéricas del viaje de Kowalski, el desierto como una dimensión desconocida donde habita el Diablo y otros fantasmas le dan un significado totalmente diferente al convencional. Algunos las ven por los muscle cars; otros, por la simbología heterodoxa; y otros, como símbolo de la contracultura, una clara señal de resistencia a la autoridad establecida.

Los filmes de culto en los 90s

Con la aparición de las salas multiplex y las señales de cable, los cines tradicionales entraron en una debacle en donde debían reconvertirse o desaparecer. A eso se sumaba la proliferación de los videoclubes, una tradición bien arraigada de los 90s en donde la gente deambulaba por horas en los locales eligiendo filmes en formato VHS que pudieran disfrutar durante la noche. El drama de los videoclubes es que no siempre tenían suficientes copias de los estrenos, con lo cual debían tener un catálogo bien surtido que funcionara como alternativa para los clientes.

Es por eso que muchas editoras comenzaron a desenterrar títulos de todo tipo y color, sean serie B de los años 50 y 60, telefilmes y filmes de cable de los 70 y 80, y rarezas de todo tipo. Aún en el grueso de títulos mainstream que tenían los videoclubes, había algún filme indie / de culto que se colaba, y que llegaba a un público que ignoraba de su existencia.

Pero los 90s también marcaron la llegada de una cultura dedicada a los fenómenos pop. Mientras que en Estados Unidos existían desde hace décadas revistas como Famous Monsters of Filmlandque se encargaban de rescatar del olvido filmes series B y Z, fuera de horror, ciencia ficción o fantasía -, con el tiempo la publicación de Forrest Ackerman hizo escuela y provocó que aparecieran otros títulos de corte similar en otras latitudes, caso de Fangoria o, en Argentina, la revista La Cosa. Si bien lo suyo era el recuerdo y el cine fantástico vintage amén de cubrir el lanzamiento de inminentes estrenos cinematográficos del género -, también sirvieron para redescubrir una tonelada de filmes y cineastas olvidados, desde Ed Wood hasta Russ Meyer, cuyos títulos provocaban intriga y fascinación entre los cinéfilos más exacerbados.

Todo este movimiento comenzó a dar algunos frutos esporádicos: The Warner Channel tenía una sección de películas sicotrónicas los viernes y sábados a la noche, lo mismo que en la señal I-Sat donde Axel Kuschevatzky era el presentador que desempolvaba títulos de culto en una sección patrocinada por la revista La Cosa. Mientras que todo esto es un fenómeno bien estadounidense, hubo repercusiones en España y en Argentina, al menos dentro de lo que puedo contar que conozco en el mundo hispanoparlante. Surgieron las primeras comiquerías – que además de comics traían películas importadas, fueran anime o kaiju eiga – y, muy en especial, el surgimiento de videoclubes especializados como Mondo Macabro, ubicado en una galería sobre la avenida Corrientes cerca del Obelisco en Buenos Aires (y a pasos del cine ABC donde Heavy Metal era la fija de todos los fines de semana). Mondo Macabro no sólo traía anime y kaiju eiga sino también cine extremo (caso de Nekromantik y otros filmes de Jorg Buttgereit), erótica vintage, ciencia ficción antigua, cine soviético, filmes de terror de los 60 y 70… una montaña de títulos que no verías nunca en cable o en el videoclub de tu barrio. Para el cinéfilo era una mina plagada de joyas y rarezas esperando a ser descubiertas, en especial por la fama que las revistas especializadas le habían creado. El grueso de los cassettes de Mondo Macabro eran importados directamente por el dueño, fuera cuando viajaba al exterior o cuando algún amigo le mandaba material desde otros países (lo que implicaba que el 90% de los filmes estaban en idioma original sin subtítulos). En esa época no existía Internet, Amazon ni siquiera se había gestado la idea de las compras on line, con lo cual todo el proceso era artesanal.

En esos casos las revistas extranjeras (y la nacional La Cosa) actuaban como guía de recomendaciones para los neófitos amantes tanto del cine fantástico como de los filmes bizarros. Podías encontrar títulos como:

  • Repo Man;
  • títulos de Alejandro Jodorowski como La Montaña Sagrada;
  • Dr Strangelove (que a pesar de haber sido taquillera en su momento, para los 90s su temática estaba desfasada y sigue siendo objeto de culto sólo entre completistas y fanáticos de la obra de Kubrick);
  • Freaks;
  • la King Kong original, amén de las versiones japonesas de la Toho;
  • Liquid Sky;
  • títulos a rolete de Ed Wood y John Waters (cineastas cuyo nombre es automáticamente sinónimo de filme de culto);
  • David Lynch, incluyendo sus primeras obras, verdaderas figuritas difíciles a la hora de encontrarlas como Eraserhead;
  • títulos exploitation como Ilsa, la Loba de la SS;
  • Giallos, o esos filmes italianos de misterio con asesinatos ultraviolentos y homicida serial;
  • Cine extremo italiano (como Cannibal Holocaust o Demons de Lamberto Bava) o Japonés (los Guinea Pig);
  • la filmografía completa de David Cronenberg, incluyendo sus filmes iniciales Stereo y Crímenes del Futuro (versión 1970) que son rarísimos de encontrar;
  • la filmografía completa de George A. Romero comenzado por La Noche de los Muertos Vivientes;
  • títulos de terror de la Hammer y el cine gótico italiano;
  • y películas extremas de otro tipo, que entran en la categoría que los británicos llamaron Video Nasty, y que incluye falsos documentales como Rostros de la Muerte, Salvaje Mondo Cane, e incluso La Naranja Mecánica, además de los antecedentes gore de Herschell Gordon Lewis como The Wizard of Gore o Two Thousand Maniacs!

Todas estas rarezas encandilaban a una nueva generación que encontraban ideas o antecedentes en filmes antiguos y raros, e incluso terminarían influyendo a una nueva camada de cineastas. Así como Star Trek inauguró el circuito de convenciones de fans, lo mismo ocurriría con títulos de terror y ciencia ficción de culto con Herschell Gordon Lewis y George A. Romero dándoles charlas a grupos de fans, filmando autógrafos y vendiendo autobiografías. Ed Wood se transformaría en un ícono del cine bizarro y hasta Hollywood le rendiría homenaje con el filme de Tim Burton. Vale decir, toda una corriente de cine undergroundreservado para autocines, cines Grindhouse, o encerrados dentro de las fronteras de sus propios países y con el obstáculo del lenguaje como es la vasta cinematografía fantástica japonesa -, de pronto encontrarían un canal de salida y comenzarían a salir de la oscuridad. Como el caso de Akira, el cual le abrió las puertas del anime adulto a Estados Unidos primero, y luego al resto del mundo.

El cine de culto en el nuevo milenio

Lo que terminó por sacar a los filmes de culto de las sombras fue la popularización de Internet, en donde un montón de gente comenzó a levantar copias de filmes y cassettes de películas raras que tenían en su posesión. Algunos estudios como la Warner y la Universal se avivaron de esto y comenzaron a sacar sus títulos más antiguos y raros en VHS primero, y más tarde en DVD. Comenzaron a aparecer remakes y versiones live action de títulos reservados para fans (The Rocky Horror Picture Show; Ghost in the Shell; Alita, Angel de Combate; Repo Chick, con Alex Cox haciendo una secuela de Repo Man; Godzilla siendo secuelizado en Hollywood; Gamera, siendo revivido por Netflix; y un vasto etcétera), en donde los filmes “raros” pasaron a ser la base de secuelas o futuras franquicias. Incluso el bizarro título vintage de Reefer Madness (una bad movie de culto) derivó en una versión musical de éxito en Broadway y terminó por llegar a la pantalla grande.

Sea porque es bizarra, audaz, innovadora, excéntrica, difícil de encontrar, sorprendente en su contenido… las películas de culto forman una raza aparte del cine tradicional. Hoy, con la popularización de cámaras digitales y programas de efectos, cualquiera puede crear una película de terminación profesional en su casa. El drama es que el espíritu de autor temerario viene en baja en estos tiempos, y cada vez es más difícil encontrar títulos de culto en la época actual, Hay demasiados filmes de terror indie bañados en sangre y tripas que carecen de cualidades artísticas o únicas: es solo el efectismo por el efectismo puro. Pero todos los filmes de culto tienen un auteur detrás, una voz única e innovadora que, más allá de si puede concretar con efectividad (o no) su propósito, siempre llama la atención y se convierte en el boca a boca de los fans del género. Prácticamente la filmografía de unos selectos cineastas (como Quentin Tarantino, David Lynch o Yorgos Lanthimos) entra automáticamente en la categoría, incluso cuando sean éxitos de taquilla u obtengan nominaciones al Oscar – la definición de “de culto” ha cambiado en los tiempos actuales, y ahora lo ocupan filmes heterodoxos que pueden tener éxito de crítica y público, que están plagados de detalles excéntricos y que, en el mejor de los casos, dan lugar a extensivos análisis y reinterpretaciones -. No todo el cine trash es cine de culto; pero hay filmes de culto que nacieron como cine trash. No importa la pobreza de los medios sino el traer una idea única al mundo; si la puesta en escena es digna, es para festejar; si es un desastre, entonces se volverá una comedia inintencional. Pero, como sea, destaca entre el resto de los títulos, simplemente por que su excentricidad y su anonimato es un grito de independencia y originalidad entre tantos filmes comerciales vomitados a mansalva por los estudios y excesivamente parecidos entre sí.

Selección curada de filmes de culto – algunos títulos notables para ver y conocer el género: