Artículos: acerca de los superhéroes gay

Volver al Indice – artículos sobre Cine Fantástico / un artículo de Alejandro Franco

¿Por qué no pueden existir superhéroes gay?. Ahora: la representación que les están dando ahora ¿está bien?. ¿O sólo es un superficial intento de marketing para acercar las historietas a otro tipo de público?.

Artículos: acerca de los superhéroes gay

Este va a ser un artículo complicado que puede volverse risqué, pero lo cierto es que no encuentro un buen análisis sobre el tema en toda la web. La cuestión así: desde que nacieron los primeros superhéroes en la década del 30 hasta los años 70s y 80s los superhéroes fueron, más que nada, ídolos infantiles y, en el mejor de los casos, de adolescentes. Como cualquier personaje del género de aventuras, era un hecho que estuvieran empardados con alguna persona del género opuesto – un interés romántico que solía bordear lo platónico especialmente cuando venían de mundos opuestos -. Batman salía con Gatúbela, Flecha Verde salía con Canario Negro (en lo que debe ser la pareja más sexy del mundo del comic), Aquaman tenía a Mera, y así todo el tiempo.

Pero ¿qué pasa cuando emparejás a un ser superpoderoso con un humano?. Ahí vienen los problemas. Considerando a las tiras cómicas como entretenimiento adolescente light, es muy raro que – décadas atrás – involucraras la sexualidad del superhéroe en todo el asunto. Lo de Superman y Lois Lane es el caso prototípico, donde las cosas quedaban en el terreno de lo platónico salvo que la historia inventara algún artilugio (a lo Superman II) donde el superhéroe podía perder los poderes y tener relaciones con una mortal sin partirla al medio como un pollo. Es todo un drama porque, si no hacés algo, los tipos mas poderosos del universo terminan siendo unos vírgenes reprimidos (a lo Capitán América: 80 años sin tener relaciones!), lo cual les impediría tolerarse hasta consigo mismos. Digo: el sexo es una de las mejores cosas que existe, es una necesidad natural de cualquier ser biológico, y más aún cuando la figura humana (o humanoide) lo complementa con el amor. ¿Pero qué pasa cuando un alien que puede partir un auto con el chasquido de sus dedos se propone tener relaciones con una humana y, en pleno acto – desbordante de pasión y descontrol – activa su visión de rayo laser o le aprieta alguna parte del cuerpo hasta deshacerle músculos y huesos?.

Si el concepto de relaciones sexuales entre superhéroes y humanos ya era complicado, peor se pone la cosa cuando dichas relaciones son gay. Y no porque no deban existir romances gay en el mundo del comic sino que – lo que pido, lo que exijo – es que haya reglas claras para que dichas relaciones sean lógicas, funcionen con realismo y no sean un pensamiento de último momento de un editor desesperado por historias inclusivas con tal de vender mas ejemplares y llegar a un público nuevo… aún cuando cometa sacrilegios que van contra la mitología tradicional de un personaje.

Punto 1 – superhéroes con superhéroes, humanos con humanos

Quizás la ocurrencia más estúpida del mundo del comic sobre el tema de la inclusión haya sido convertir a Jonathan Kent (no el viejito que crió a Kal-El sino el hijo de Superman que ahora lleva el manto del personaje) en bisexual. Es una idea que, de solo escucharla, te da para inventar 10.000 chistes perversos al toque. ¿El nuevo Supie es activo, pasivo… cómo diantres hace para tener relaciones sin matar a nadie?. Considerando que Superman es una versión alegórica de Cristo – un hombre que vino de otro mundo a imponer justicia y orden a la humanidad, armado de bondad pura y valores morales profundos amén de un innegable espíritu de sacrificio -, convertir a la última iteración del Hombre de Acero en gay es una decisión profundamente divisiva.

Gran parte del problema consiste en que los superpoderes de Superman están mal concebidos desde el vamos. No tenemos una explicación lógica de por qué vuela, cómo pelea con monstruos gigantes y no se le desgarra la ropa, cómo nadie lo reconoce cuando usa lentes (hay una explicación por ahí, muy traída de los pelos, de que las gafas están hechas con cristales kriptonianos que poseen poderes hipnóticos sobre las personas – como que les altera la percepción de su cara -) y, mucho menos, cómo hace este tipo para comer sin deshacer los cubiertos del restaurant. Si en la mitología de Supie hubiera una explicación racional recalcada hasta la saciedad – de que él siempre funciona como un humano normal y, cuando debe actuar, debe aplicar un sobre esfuerzo para poder utilizar sus superpoderes – se entendería mejor. O que Supie usa una especie de telekinesis y, así como podría levantar objetos con la mente, puede levantar su cuerpo en el aire y no respetar las leyes de la gravedad. O que es capaz de generar un aura / escudo en todo su cuerpo que le permite violar las leyes de la física amén de mantener su traje a prueba de rasgaduras en las peleas mas brutales contra seres de otros mundos.

La convivencia de Superman con los humanos es un drama desde el punto de vista de la lógica; y – antes de la polémica de su hijo bi-norma – primero tendríamos que hablar de la compatibilidad biológica entre Superman y Lois Lane. En las versiones modernas del comic (y la fílmica de Zack Snyder) dan por hecho que Lois sabe que Clark es Superman, el romance deja de ser platónico y hasta conviven bajo el mismo techo. Todo el mundo lo toma como un hecho natural solo porque Superman se ve como Christopher Reeve / Henry Cavill sin pensar que ese tipo es en realidad un alien y en vez de ser un morocho de ojos azules podría ser un bicharraco verde con dos docenas de tentáculos – ¿qué le queda para el romance al Detective Marciano si decide mostrar su forma natural a los ojos de una humana? -. Incluso el tema del ADN es un drama, ver si es compatible o si incluso una relación consumada puede provocar algún tipo de trastorno / mutación en Lois Lane – de manera indirecta la temporada 3 de Superman & Lois ubica a la reportera con Cáncer; ¿tantos años de tener relaciones con un tipo de otro planeta, cómo no van a traer consecuencias? -. Ahora ubiquen este mismo escenario en una relación gay entre Superman y un mero mortal. ¿Verdad que no tiene pies ni cabeza?.

Cosa muy distinta hubiera sido empardar a Superman con la Mujer Maravilla, ya que son como pares. Al menos en la serie de Supergirl Kara se ponía de novia con Mon-El del planeta Daxan, que era una especie de versión pobre de Superman sin capacidad de volar. Hal Jordan (Linterna Verde) también fue reinventado a las apuradas como gay, pero ahí las cosas tienen mas lógica: Jordan puede quitarse el anillo y tener relaciones con quien quiera sin matar a nadie o cometer un accidente.

Pero DC no es el único con dramas en esta materia. Marvel siempre mas realista y con los pies en la tierra – ha puesto a Wolverine como un tipo atormentado por su pasado que, en caso de tener pesadillas, puede trincar como una aceituna a su compañera de cama (Jean Grey en Wolverine: Inmortal… aunque sólo fuera en sueños). Mientras el tipo está lúcido, todo bien; ahora, a la hora de hacer noni noni mas te vale dormir en camas gemelas.

Punto 2 – los superhéroes gay deben serlo de nacimiento, no por ocurrencias oportunistas de los editores

Si vivís en una isla plagada de amazonas, ¿como no pensar que la opción más natural para Diana es ser lesbiana?. En una sociedad donde no existe los hombres – y la reproducción asexuada está garantizada ya que pueden hacer muñecos de arcilla y con un soplo mágico darle vida y convertirlos en humanos -, es lógico que la gente busque el amor, la compañía y hasta el placer. Las primeras tiras de William Moulton Marston tenían connotaciones sexuales de todo tipo – las villanas eran mujeres; las heroínas les daban palizas a los hombres; era común que Diana terminara atada y torturada por sus enemigas -, algo que la editorial purgó cuando la historieta pasó a manos de otros autores. Luego, en tiempos modernos, el tema del lesbianismo / bisexualidad volvió a resurgir. Al menos nadie puede acusar a la Mujer Maravilla de ser una creación woke ya que desde sus inicios estaban implícitos todos estos temas referentes a la sexualidad. Por supuesto el conservadurismo de la época la impuso un partner masculino (Steve Trevor), con una relación platónica que duraría décadas.

Hay espacio de sobra para existan superhéroes (y superheroínas) gay, el tema es hacerlo con coherencia. Cuando se tratan de guerreras – Mujer Maravilla, Valkiria, incluso alguna wakandiana o soldado de las Dora Milaje -, la opción es obvia (aunque Disney lo sugiera tímidamente en la última de Thor y Wakanda Por Siempre). Batwoman está ok, porque así fue concebida desde el principio. Las mutantes desoladas de The New Mutants encuentran regocijo entre ellas. Reneé Montoya es otro ejemplo de chica dura cuyo costado gay no debería sorprender a nadie.

El drama con el gran público es que les resulta mucho más natural aceptar una relación gay entre mujeres que entre hombres. El lesbianismo se ve más romántico, puro y perfecto (además de incentivar los ratones de la audiencia masculina) que la homosexualidad entre hombres. El mundo del comic está dominado por personajes masculinos y, en un universo donde las mejores ideas ya están tomadas, cuesta crear un personaje nuevo que sea interesante, no suene a reciclado y que haga acto de presencia como gay desde el vamos. Quizás en el universo de los villanos haya mas espacio para reconcebir personajes pero, claro, la comunidad LGBT saltaría en un grito diciendo que es una visión perversa de la homosexualidad. Batman no puede ser gay porque eso corrompe de entrada su relación con Robin – su joven entenado, adoptado siendo menor de edad -, así que hay que buscar otros personajes que sean populares y puedan ser reformulados – bueno, para eso está el Multiverso, ¿no? -. Otra versión de Spiderman, el profesor X y Magneto siendo amantes (eso explicaría muchas cosas!), … hay tantas cosas que se pueden hacer de manera alternativa y sin alienar al universo de fans que han seguido fielmente (y durante décadas) a todos estos personajes clásicos de mitología establecida y ultraconocida. Solo basta la imaginación, inventar cosas nuevas (o versiones alternativas) y utilizar la lógica para darse cuenta si esas relaciones son físicamente posibles.