Crítica: Los Intocables (1987)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1987: Kevin Costner (Eliot Ness), Sean Connery (Jim Malone), Charles Martin Smith (Oscar Wallace), Andy Garcia (George Stone), Robert De Niro (Al Capone)

Director: Brian De Palma – Guión: David Mamet, basada en la autobiografía homónima de Eliot Ness

Trama: Chicago, 1930. La “Ley Seca” – que impide la venta de bebidas alcohólicas – ha fomentado un enorme mercado negro donde los mafiosos, liderados por Al Capone, han hecho grandes fortunas. Pero para construir semejante imperio es necesario corromper a las fuerzas del bien, con lo cual la mayoría de la policía de la ciudad está comprada por Capone. La única esperanza reside en un forastero, un anónimo agente del tesoro llamado Eliot Ness, el cual ha llegado a la ciudad para combatir a Capone. Pero los fracasos se acumulan y la prensa se burla de su cruzada. Topándose por casualidad con un veterano y curtido policía callejero llamado Jim Malone, Ness empezará a aprender las reglas de Chicago, convirtiéndose en una fuerza implacable que asesta un golpe tras otro a las operaciones de Capone. Pero el mafioso ha captado el mensaje y ha enviado a sus peores sicarios tras la cabeza de Ness, sus asociados y sus respectivas familias, con lo cual la cruzada moral del agente del tesoro se ha transformado en una carrera a muerte donde las chances están en su contra. ¿Podrá derrotar a Capone y meterlo entre rejas antes que éste extermine a todos sus seres queridos?.

Crítica: Los Intocables (1987)

(Esta review está plagada de spoilers, así que vaya, vea la película primero, disfrútela con ganas y después regrese tranquilo a leer nuestra crítica, total de acá no nos movemos)

El dueño de un drugstore discute con un mafioso. Le dice que su cerveza barata es una porquería intomable y que no la va a volver a comprar. El mafioso insiste pero el tipo es obstinado y mantiene su decisión. El mafioso se va, aceptando con una sonrisa su derrota. En el fondo un tipo de traje blanco ha escuchado el mensaje. Toma su trago, toma su abrigo, se prepara para marcharse pero gira el dial de algo en un maletín… y se va. Una nenita – que vino a la tienda a buscar comestibles que le encargó su madre – observa el gesto. En su inocencia cree que el señor se olvidó del maletín y sale con él en la mano, llamándolo a los gritos. Y en medio del segundo llamado…

BOOOM!

El mensaje ha sido entregado. Porque en Chicago todo se trata del mensaje. Nadie jod.. con Capone, el capo mafioso que domina la ciudad y hace millones con la venta de licor ilegal en los tiempos de la Ley Seca (esa ocurrencia de un grupo de moralistas que culminó con el Acta Volstead de 1920, prohibiendo la venta de alcohol en todo Estados Unidos para mermar la escalada de alcoholismo, violencia familiar y enfermedades relacionadas surgidas en esos tiempos de pobreza, deseperación e ignorancia pero que se convirtió en una movida cuyo tiro les salió por la culata, fomentando la creación de enormes imperios criminales que se volvieron millonarios gracias al contrabando de licor y los bares clandestinos). Es un mundo corrupto, sin reglas ni justicia, y el obstinado dependiente – junto con sus desafortunados clientes – acaban de aprender la lección.

Bienvenidos a una experiencia sublime, 119 minutos que formarán parte de lo mejor de tu vida. Porque, en todo sentido, Los Intocables es un peliculón. Formidable trama, formidables actuaciones, formidables escenas de acción. Por supuesto todo lo que figura en pantalla es pura patraña – el Eliot Ness de la vida real era un mero burócrata que hacia redadas en los depósitos de licor de Capone en la vida real; el secuaz de Ness, Frank Nitti, no murió como figura en el filme sino que se hizo cargo de la pandilla de Capone cuando a éste lo metieron en chirona; Jim Malone es un personaje inventado y la suerte del contador que trabaja para Ness fue totalmente distinta – y muchos de los personajes son clichés o caricaturas, pero están hechas con gusto. De Niro es un particular ofensor de los sentidos como Capone pero semejante personaje precisaba una interpretación mas grande que la vida misma… y De Niro se la da.

En si Los Intocables es una película leonianaesto es lo que debería haber sido Erase una Vez en América en vez de ese horrible melodrama estirado que terminó resultando, obra final del enorme director italiano -. Mientras que el héroe es un tipo extremadamente blando que no tendría cabida en la filmografía de Sergio Leone, el protagonista cínico (Malone / Connery) y el villano vil y dramático (Capone / De Niro) si lo son. Uno puede ver la influencia del italiano en las coreografías violentas, en esas muertes inesperadas, en los planos originales – como la toma aérea en la barbería con Capone -, y en el timing de la acción al son de la formidable partitura de Ennio Morricone. A final de cuentas Los Intocables es un western urbano donde un grupo de justicieros debe enfrentarse al terrateniente (acá un capo mafioso) que sofoca al pueblo.

Pero Los Intocables va mas allá de ser un mero ejercicio de acción y eso es gracias al genial libreto de David Mamet. Acá hablamos de sacrificios y bautismos de fuego. De luchas épicas contra el mal donde las fuerzas del bien están corruptas. De un grupo de idealistas que puede ser fácilmente aplastado y viven en un clima de extremo peligro. Uno puede hablar de comics e influencias sobre la obra de Nolan pero Batman: El Caballero de la Noche le debe muchísimo a Los Intocables; no solo por el escenario de Chicago sino por el clima de extrema corrupción en donde uno no está seguro de si los héroes podrán llegar vivos al final de la partida. Hay mucho de Jim Gordon y Harvey Dent en el Ness de Costner, ese idealista justiciero que debe aprender las reglas sucias de la calle para poder llegar a término con su cruzada… y cuya familia y amigos pueden caer en cualquier momento en medio del fuego cruzado con las fuerzas del mal. El clima de peligro es agobiante.

Los problemas de Los Intocables pasan por el balance. La presencia de Sean Connery es tan absorbente que es prácticamente su filme (debería haberse llamado “Los Sacrificios de Malone”) y Costner solo puede respirar cuando el escocés sale de escena. Connery, que hasta ese momento venía en picada con su carrera – después de 007 se embarcó en varios proyectos independientes que no vió nadie y recaudaron muy poco -, había comenzado un lento comeback con Nunca Digas Nunca Jamás y, sobre todo, Highlander y El Nombre de la Rosa, probando que podía reciclarse y demostrando que su capacidad de devorar la cámara estaba intacta. Acá el rostro de Connery es impagable – los ojos del escocés son una fiesta por sus guiños, sutilezas, el brillo de su inteligencia; esa boca cruel, esa expresión cínica en su voz – y, al ponerlo en modo Obi Wan Kenobi a full, resulta imposible apartar la vista de él (es imposible no enamorarse de su perfomance). Hay microgestos que son geniales – cuando Costner lo recluta, sabe que va ser su ultima aventura (hay un tic imperceptible que sabe que ésta es una causa mas importante que su propio pellejo); y cuando consigue el dato del contador de Capone, ya está entregado a las reglas del juego -. Por contra Costner parece un bobalicón que deambula como un fantasma en su propio filme mientras el escocés le da 20.000 vueltas alrededor. Solo cuando Ness debe demostrar su valía en solitario – en la memorable escena de la estación de tren, una variante formidable de la secuencia de las escaleras de El Acorazado Potemkim… carrito de bebé incluído – es cuando Costner puede salir de la sombra del escocés, mostrando dureza y carácter, y tomando sus propias decisiones.

Los Intocables es un filme enorme y es una pena que la crítica yanqui – que le encanta hacer listas banales – no la haya incluído en el top 100 de los mejores títulos de su filmografía. La acción es memorable y abundante – el bombardeo del drugstore; el ataque en el puente en la frontera; el dichoso interrogatorio en la cabaña; la cena de Capone… puff, la lista sigue y sigue -, los diálogos son geniales y la historia emociona. Claro es una ficción épica mínimamente basada en la realidad pero, qué diablos, si quiero veracidad para eso me voy a la Wikipedia o a los libros de historia. Por lo demás Los Intocables es un filme de una estatura enorme que merece un reconocimiento mayor al que los libros de cine insisten en negarse a darle.