Crítica: El Destino de Júpiter (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2015: Mila Kunis (Jupiter Jones), Channing Tatum (Caine Wise), Sean Bean (Stinger Apini), Eddie Redmayne (Balem Abrasax), Douglas Booth (Titus Abrasax), Tuppence Middleton (Kalique Abrasax)

Director: Andy & Lana Wachowski, Guión: Andy & Lana Wachowski

Trama: Jupiter Jones es una joven inmigrante rusa que vive en Chicago. Lleva una vida gris y solitaria hasta que empieza notar movimientos extraños a su alrededor. Una serie de misteriosas figuras la han estado siguiendo, y parecen estar dispuestos a secuestrarla; pero, en ese momento, aparece de la nada un individuo de aspecto alienígena, el cual la rescata volando por los cielos gracias a un dispositivo que tiene instalado en su cintura. Así es como se entera que ella es la reencarnación de una antigua reina galáctica, cuya herencia está en condiciones de reclamar… y la cual incluye la posesión de varios planetas, incluyendo la Tierra. Pero también están el resto de los herederos, los cuales no piensan dejarla con vida; y es que la Tierra es una posesión muy preciada, ya que sus billones de habitantes pueden ser “cosechados” para fabricar un polvo que le da vida eterna a razas de toda la galaxia. Frente a semejante locura Jupiter intentará escapar… aunque los aliados con los que cuenta son pocos y pueden cambiar de bando en cualquier momento.

El Destino de Jupiter Si los nerds fuéramos mayoría, las películas de culto serían taquilleras. Ese podría ser el estigma que cargan los hermanos Wachowski, los cuales se anotaron un par de porotos con titulazos como Matrix y V de Vendetta, y después se dedicaron a generar disparates superproducidos que recaudaban dos dólares en el box office. Yo no creo que los tipos hayan perdido ni un ápice su talento creativo, pero sí creo que han extraviado su sentido de equilibrio y control de calidad. Es como si obtuvieran un presupuesto millonario, y se pasaran una noche de desvelo e intoxicación diseñando un libreto demencial para quemarlo. El resultado usual de los Wachowski es una orgía visual que rompe todos los esquemas, pero libretos rebuscados (o excesivamente sofisticados, según cómo se lo mire) e historias desequilibradas. Nadie les niega que son la mar de creativos; el problema es que dejaron de ser comerciales y la prueba está en El Destino de Jupiter, una space opera que – visualmente – haría orinarse en sus pantalones a George Lucas. Y aunque la primera hora arranca interesante, después se mete en un berenjenal del cual le resulta imposible salir.

Pareciera que los Wachowski hubieran metido en una licuadora todas las películas de ciencia ficción que les gustan, generando un pastiche colorido y no siempre coherente. Aquí hay intrigas políticas y familiares a lo Duna; hay chicas terrestres devenidas heroínas espaciales como Barbarella (con la misma cuota de sofisticados vestidos); hay puchos aquí y allá de Flash Gordon (incluyendo razas hibridas de humanos con animales, y una boda con un alienígena), e incluso hay toda una larga y descolgada secuencia que parece extraída de La Guía del Autoestopista Intergaláctico. Hay una enorme cantidad de explicaciones apasionantes (como el por qué desaparecieron los dinosaurios), y grandes secuencias de acción; pero, cuando la historia se traslada al espacio, se clava de punta como el Titanic. Se complica al santo cohete, y arruina todo el esfuerzo inicial metiendose en un berenjenal que bordea lo literario.

La cosa pinta mas o menos así: Mila Kunis es una inmigrante rusa radicada en Chicago, la cual se la pasan fregando inodoros. Un día las cosas se salen de control cuando descubre que la mitad de los alienígenas que existen en la galaxia están tras de ella, sea para atraparla, protegerla o matarla. Surge un guardián (Channing Tatum), el cual ha sido enviado por una de las facciones para capturarla. Resulta ser que la Kunis es la reencarnación de una antigua reina galáctica, cuya combinación genética es única y le garantiza ciertos poderes. Al ser una reencarnada tiene la posibilidad de reclamar su propia herencia (wtf?) – dispuesta en un testamento escrito cuando la reina estaba en vida -, la cual consta de varios planetas de la Via Láctea, entre los cuales figura la Tierra. Mientras tanto, existen tres hijos de la reina original que están tras su pasos y desean apoderarse de dichos planetas. Es que en ellos hay humanos, los cuales han sido”sembrados” hace miles de años y, cuando la población alcance varios billones, serán capturados, absorbidos y procesados (como si fuera ganado) para producir un suero de la eterna juventud que mantiene a los alienígenas vivitos, coleando y en un estado de semi inmortalidad. Mientras que hasta allí la cosa iba digerible, la historia empieza a enredarse cuando la Kunis está en el espacio y las facciones la van secuestrando por turnos. Por un lado hay uno de los regentes que tiene cierta fijación incestuosa con ella (es su madre reencarnada y quiere casarse con ella!), hay otra chica que no le da mucha bolilla, y después está el mas retorcido de todos (Eddie Redmayne) que quiere sacarle a las trompadas la firma de donación de los bienes y después asesinarla. Eso sin contar que el pibe quiere convertir en estofado a toda la humanidad de acá al viernes que viene.

El Destino de Jupiter está llena de aciertos y cosas irritantes. La primera es Mila Kunis, la cual parece padecer el síndrome de Jennifer Lopez hizo un par de peliculas famosas, mostró que actuaba como los dioses, y después se transformó en una tronca inmutable que se enrosca en cualquier cosa que le de un grueso cheque; ¿se acuerdan cómo arruinó la Kunis Oz, el Poderoso? -, y se comporta como si estuviera en una sitcom de mala muerte. Manda chistes malos o desubicados, putea cuando no debe, y carece de química con su co-protagonista. Después está Eddie Redmayne, el cual puede ir devolviendo el Oscar que ganó si va a sobreactuar así el resto de su carrera. Las secuencias en la Tierra con la familia de la Kunis parecen un episodio de Los Cosby en versión rusa; y aunque es divertido, resulta chocante contrastar todo eso con toda la formalidad de la intriga espacial. Hay un diálogo horrendo en donde Channing Tatum le dice que su romance no puede prosperar ya que él es un hibrido con lobo, y que se siente la mayor parte del tiempo como un perro… y la Kunis le contesta que a ella le encantan los perros (!), en uno de los peores diálogos de la historia del cine.

La intriga espacial bordea lo intragable; parte del problema es que explican demasiado, y las cosas se vuelven repetitvas. A mi juicio al filme le sobra uno de los hermanos Abrasax, ya que la pelicula arma dos momentos cumbre casi iguales (la Kunis está con uno de los Abrasax y Tatum viene pitando para rescatarla) con diferencia de minutos, y sin que los mismos aporten algo más que confusión. Digo: con menos personajes, se podría haber usado esa media hora extra para darle oxígeno a la rebuscada historia y contarla de manera mas didáctica y creíble; pero el libreto de los Wachowski se va en explosiones, en odios familiares, en visiones cósmicas de negocios (los Abrasax han hecho fortuna vendiendo ese polvito de juventud eterna obtenido a partir de los humanos… tal como la especia melange de Dune), y en malos pasos de comedia. Por otra parte los FX son impecables, las secuencias de acción son algo nunca antes visto, Channing Tatum rezuma carisma y sale adelante con un personaje que podría haber sido ridículo, y el eternamente confiable Sean Bean demuestra que, cuando le dan la pelota y tiene la oportunidad de hacer jueguito, puede brillar en un secundario sin que nadie le clave una daga a traición.

El Destino de Jupiter es una bolsa de gatos que sólo podrá tolerar el público nerd al cual le gustan los galimatías y las mitologías rebuscadas. Para el resto, es una película excesiva que tiene momentos que bordea lo ridículo. Yo creo que aquí hay una historia inteligente pero desequilibrada, la cual precisaba un severo control de calidad; pero los Wachowski son tan importantes (o creen serlo) que han perdido el sentido común, especialmente cuando se envician con el desarrollo creativo… generando algo lleno de potencial pero arruinado por sus propios excesos. Una lástima considerando que aquí había buenas ideas como para generar una franquicia de óptima calidad.