Crítica: 10.000 A.C. (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

2 atómicos: regularUSA, 2008: Steven Strait (D’Leh), Camilla Belle (Evolet), Cliff Curtis (Tic’Tic), Joel Virgel (Nakudu), Affif Ben Badra (Warlord), Mo Zinal (Ka’Ren), Nathaniel Baring (Baku)

Director: Roland Emmerich – Guión: Roland Emmerich & Harald Kloser

Trama: Año 10.000 antes de Cristo. D’Leh es un guerrero de la tribu Yagal. Su familia ha caído en el deshonor debido a que su padre los ha abandonado en busca de nuevas tierras hace muchos, muchos años y no ha regresado desde entonces. Ahora los Yagal han sido atacados por una banda de esclavistas, los cuales han raptado – entre otros – a Evolet, la chica de ojos azules que le gusta a D’Leh. Internándose en la aventura con su mentor Tic’Tic, D’Leh irá tras los captores de Evolet, dispuesto a liberar como sea a la muchacha y a los suyos… pero el itinerario se convertirá en una odisea donde D’Leh no sólo reinvidicará el nombre de su familia sino que descubrirá su pasta como guerrero y líder de masas, llevando la libertad a todos los pueblos por los que pasa.

Crítica: 10.000 A.C. (2008)

Cavernícolas hablando perfecto inglés y con dientes impecables. Tipos que viven en la prehistoria y usan términos anacrónicos (“pareces haber visto un demonio”; “al menos, no te veo las alas”) o haciendo cosas anacrónicas (como desnucando guardias al mejor estilo de una de comandos de Schwarzenegger). Mamuts empujando piedras gigantes para construir pirámides egipcias (!!). Flacos que en una semana se van de la cordillera a la jungla y luego al desierto. Uff, las estupideces abundan en 10.000 B.C. Los tipos que escribieron esto no agarraron la Wikipedia ni siquiera por media hora (no investigaron que bichos como mamuts o tigres dientes de sable no coexistieron con los egipcios que construyeron las pirámides 3.000 años antes de Cristo, no diez mil como dice el libreto) y mandaron fruta a lo loco con lo cual todo es tan históricamente incorrecto que resulta atroz.

Pero uno puede intentar salvar eso, imponiéndose mentalmente otro escenario – claro, la película se llama Año Diez Mil Antes de Cristo, con lo cual es el mismo Emmerich el que se dispara en sus propios pies al meterlo en la historia real y no ponerlo en otra época fantástica e irreal (¿la era Hyboria de Conan?) u en otro planeta, con lo cual el descubrimiento de las pirámides podría ser sorprendente – y tratando esto como una mera aventura. Vamos, 300 no era un dechado de credibilidad, pero al menos Frank Miller y Zack Snyder exprimían con gusto el delirio visual y el giro fantástico de una historia basada en hechos reales. Acá Emmerich es simplemente chato: copia de otros 20 millones de historias pre existentes (y de otros directores mucho mas talentosos) y dirige sin demasiado entusiasmo a un grupo de actores inexpresivos. En vez de una tribu caucásica (con rastas y barbas prolijamente cortadas) hubiera sido mejor contratar a morenos, total el elenco es anónimo y carece de grandes estrellas (amén de volver a hinchar con este cliché de El Gran Salvador Blanco como resulta ser Steven Strait). En vez de Cliff Curtis tendríamos a Djimon Housou como mentor y el héroe sería un africano común y silvestre, incluso el seteo en las zonas montañosas heladas se podría haber trasladado a la sabana sin alteraciones (en la IMDB les encanta sacarle el cuero al filme e incluso concluyen de que los Yagal deberían ser suizos – es la única manera de que pasen por tres climas para llegar relativamente rápido al Egipto de las grandes pirámides -) . Pero no; Emmerich quiere copiar los paneos desde helicóptero que Peter Jackson patentó en la Trilogía del Anillo, y mandarse con un Camino del Héroe que incluye no una sino dos profecías en dos tribus distintas. Mamuts y Tigres Dientes de Sable podrían haber sido reemplazados por elefantes y tigres comunes, y el relato hubiera ganado en credibilidad.

10.000 B.C. es un filme que te pierde rápidamente por el camino; a los 10 minutos dejé de interesarme seriamente en él y comencé a apreciar la fotografía y los efectos especiales. Emmerich ha hecho cosas horribles con diálogos lamentables pero siempre con algo de vena como para emocionarte un poco; pero acá es una pandilla de millennials mal disfrazados y sin convicción para actuar, con una ensalada racial que bordea lo incoherente (¿como es que los cazadores de esclavos, que se ve que son árabes, fueron hasta Suiza a conseguir nuevas presas?; ¿no queda mas gente para apresar cerca de Egipto?), y con algunos Deus Ex Machina – la peregrinación previa del padre del protagonista, cuyo único propósito es haberle enseñado su idioma a los zulúes con los que se topa Steven Strait para que de ese modo todos hablen la misma lengua sin necesidad de un traductor universal a lo Star Trek; el latigazo en la mano de la piba, que coincide con la marca divina que es la constelación de Orión (¿qué es esto? ¿una precuela de Stargate con dioses egipcios bajando de las estrellas?) – que lo único que hacen es poner mas distancia entre el espectador y el relato. No es exactamente un filme horrible – hay cosas mucho mas estúpidas de Emmerich – y el Acto III es bastante movido, pero definitivamente es una cinta olvidable mas allá de las abominaciones que han hecho con el contexto histórico.