Crítica: True Detective: Tierra Nocturna (2024)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

3 atómicos: buenaUSA, 2024: Jodie Foster (Liz Danvers), Kali Reis (Evangeline Navarro), Fiona Shaw (Rose Aguineau), Finn Bennett (Peter Prior), Isabella LaBlanc (Leah Danvers), John Hawkes (Hank Prior)

Creada por Issa López sobre el formato de Nic Pizzolatto.

Trama: Algo espantoso acaba de ocurrir en el pueblo de Ennis, Alaska. Siete hombres – pertenecientes a la base científica Tsalal – han sido hallados en la nieve, desnudos, sin ojos, con los tímpanos perforados y encajados en un rictus de terror. La sheriff local Liz Danvers queda a cargo, aunque las autoridades estatales dudan de su capacidad para resolver el caso. Danvers descubre que falta un hombre, al cual no encuentran por ningún lado. Por el otro lado, todos los cadáveres tienen un extraño signo en forma de espiral dibujado en la frente. Danvers lo relaciona con el asesinato no resuelto de una activista local, la cual protestaba contra la mina que le da trabajo al pueblo, pero cuya actividad minera está contaminando las napas de agua potable y está generando una oleada de abortos entre la población. Y mientras la corporación minera intenta tapar todo con dinero, la patrullero Evangeline Navarro se suma a la causa de Danvers ya que la activista era su amiga. Ambas mujeres deberán lidiar con un misterio espeluznante, plagado de detalles sobrenaturales, donde los fantasmas parecen vagar sobre el lugar, ahora sumido en una noche polar que durará varios meses. ¿Acaso las policías están desvariando o algo mas allá de lo conocido ha corrompido la mente de los hombres de Tsalal, provocando su muerte… y, quizás, amenazando la supervivencia de todo el pueblo de Ennis?.

Crítica: True Detective: Tierra Nocturna (2024)

La gente se decepciona cuando algo – una serie, una película – promete mucho y entrega poco. Algo de eso ocurre con True Detective: Tierra Nocturna. Confieso que apenas vi unos capítulos de la primera temporada (la más alabada de la saga) y lo abandoné por hacerse eterna y dar rodeos sobre el tema central. Acá pasa lo mismo. Lo que atrae de True Detective: Tierra Nocturna es que el escenario y la idea es fascinante – una ciudad en Alaska que, cuando llega Diciembre, pasa meses en plena oscuridad (¿recuerdan 30 Días de Noche?); un asesinato aberrante; un clima que mezcla lo policial con lo sobrenatural -, lástima que al final todo se transforma en un puñado de golpes de efecto y el clímax es decepcionante.

Hay momentos en que True Detective: Tierra Nocturna parece canalizar directamente a El Enigma de Otro Mundo, versión John Carpenter. El descubrimiento de siete cadáveres, enlazados entre sí, desnudos, sin ojos y con los tímpanos reventados, es un espectáculo estremecedor – es un engendro que calzaría bien en el clásico de 1982 -. Mas cuando empiezan a descongelarlos y uno de ellos grita. Por otro lado los eventos previos muestran a una de las víctimas – un científico de la base de investigaciones Tsalal – como en estado de trance tal como si lo hubiera poseído un demonio o tuviera un ataque de algún tipo. Súmenle a eso una misteriosa local (Fiona Shaw) que puede ver a los muertos, y una ventisca que nunca acaba. El ficticio pueblo de Ennis se ve como un lugar olvidado de Dios, donde el Infierno ha abierto las puertas y las almas en pena rondan por ahí. Podés morir en menos de dos minutos si no tomás los recaudos necesarios, y lo que te rodea es una llanura helada, negra y siniestra que parece devorarte desde las sombras. La atmósfera de la serie es por lejos lo mejor del producto.

El problema es cuando, presentado el misterio inicial, comienzan a aparecer los personajes que van a desarrollar la trama. Es imposible sentir empatía por alguno de ellos (quizás la Shaw, pero lo suyo es tan esporádico; el otro es el novato policía que compone Finn Bennett, el que está comprometido con su oficio), ya que parece una horda de malparidos que viven insultándose unos a otros. Misantropía es lo que abunda en el lugar. Uno puede entender que estar en un pueblito de Alaska como policía debe ser como trabajar de guardia en un Gulag en Siberia – un insulto para la profesión; el lugar más aborrecible del planeta donde se puede estar; si te portás mal y no pueden despedirte, seguro vas a terminar laburando en Ennis -, pero no por eso todos tienen que llevarse mal como el toor. Comenzando por la jefa (Jodie Foster) cuyo mayor superpoder es su malhumor. Yo creo que la Foster es una de las actrices más brillantes de la historia del cine – posee un talento natural, no esa bobada de “actuación de carácter” -, pero acá es un error de casting ambulante. Cuando vos pensás que es la sheriff de un pueblo minero con americanos y nativos engordados a cerveza que miden dos metros y pesan más de 100 kilos, ver a la enanita Foster lidiando con esos ursos es ridículo. Era más creíble poner a la patrullera (Kali Reis) que es una bestia maciza y que resulta creíble que pueda darle una paliza a un tipo borracho. La Reis tiene un pasado como boxeadora en la vida real que se nota en la estampa. En la serie actúa como la guardaespaldas de la Foster, la que se pasa mandoneando e insultando al resto sin hacer nada demasiado brillante. El rol de la Foster queda obvio desde el vamos, ya que el otro oficial veterano de la seccional (John Hawkes, y que figura como padre del personaje de Bennett) es un tipo desagradable que vive saboteando el trabajo de la jefa, posiblemente por celos ya que él debería haber sido quien quedó a cargo.

Encima la historia viene recargada con un drama queer que no le aporta nada a la trama; quizás solo cumplir la cuota de inclusión. La Reis figura como bi, la Foster es hetero (y se supone que volteó a medio pueblo!) pero tiene una hijastra lesbiana (de descendencia Iñupiat, en uno de los giros más rebuscados y absurdos de la historia: la Foster se casó con un local que ya tenía una hija, con él tuvo su propio hijo, el marido y el hijo murieron en un accidente de auto así que le queda cargar con la piba que encima es adolescente, la odia y se filma haciendo travesuras con su novia!) y todo esto es una ensalada que pretende tridimensionalizar los personajes… ¡pero no lo hace!. Uno siempre cuestiona a Disney por meter a prepo personajes gays en sus películas sin darles el más mínimo desarrollo; pero lo que hacen acá también está mal, porque las cosas se explican al pasar y no hacen a la personalidad de los caracteres. En particular la historia de la hijastra de la Foster, que consume tiempo, queda a medio desarrollar (ups!, de pronto ya no sabemos más nada de su novia ni de su furia contra la mina – la que extrae hierro del interior de la tierra, no la piba que la acompaña! -) y todo queda rápidamente olvidado y perdonado sobre el final (no que sea gay, sino que se filme y publique en Internet, desaparezca de la casa cuando se le dé la gana y se mezcle en manifestaciones peligrosas que son violentamente reprimidas). Poden todo eso que no aporta nada y estira en exceso las cosas, enfóquense en los hechos (¡y solo los hechos!), y hubieran hecho un filme de dos horas mucho más efectivo e impactante. Pero es el vicio de los capítulos / subtramas “filler” de las series de streaming como para que alcancen una cantidad de episodios pactadas con los dueños de la señal.

El problema con toda la trama es que está recargada de golpes de efectos propios del cine de terror – el escenario y la música contribuye mucho a todo ello – pero al final la resolución es tan mundana que terminas por decir: ¿sólo es así? ¿así de simple se resuelve el misterio?. (alerta spoilers). Era preferible decir que descubrieron un microbio prehistórico que come el cerebro y provoca alucinaciones y locura (o una bacteria mutante, onda Glaciar Sangriento PD: gracias Mariano Marcelo Borobio por cubrir mi Alzheimer!), no que se trata de una simple venganza (fin spoilers). Para colmo la Foster se la da de Sherlock Holmes (¡haz le pregunta que corresponde!) y nunca llega a nada porque vive empantanada con la burocracia, los policías que le desobedecen, insultando a la rebelde de su hija y llevándose mal con todo el mundo. Encima la historia se vuelve estúpida al mostrar como sobrevive a un accidente donde estuvo sumergida varios minutos en las heladas aguas de Alaska, cuando lo mínimo que merece es una hipotermia con varias amputaciones en vez de hacerle sana sana frente a una fogatita miserable. El único que investiga y hace sus deberes es el personaje de Finn Bennett; cuando aparece en escena, es cuando realmente avanza la trama.

True Detective: Tierra Nocturna es una miniserie de 6 horas que debía haber durado 4. O, mejor, 2. Se va por las ramas cuando está a punto de llegar a algo interesante. No explora como debe lo fantástico del escenario – me hubiera gustado que la miniserie profundizara el personaje de Fiona Shaw en vez de ser un Deus Ex Machina ambulante que sólo se le llama cuando la historia precisa -, y el personaje principal es una inútil. Al menos la patrullera que compone Kali Reis tiene más carisma y substancia, pero hasta ahí. Un gran comienzo, un desarrollo pasable y una resolución olvidable y artificial  – ¿remember Lost? – para algo que se ve fascinante y termina aguándose sobre los minutos finales.