Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA / Canadá, 2019: Patrick Wilson (Ross Humboldt), Harrison Gilbertson (Travis McKean), Laysla De Oliveira (Becky DeMuth), Avery Whitted (Cal DeMuth), Will Buie Jr. (Tobin Humboldt), Rachel Wilson (Natalie Humboldt)
Director: Vincenzo Natali – Guión: Vincenzo Natali, basado en la novella de Joe Hill & Stephen King
Trama: Cal y Becky son dos hermanos que viajan en auto hacia San Diego. Becky está embarazada pero su novio, Travis, se niega a reconocer al bebé así que ahora está decidida a ir a la gran ciudad y entregar a la criatura en adopción apenas nazca. Pero los hermanos han hecho una parada en la ruta – frente a una iglesia abandonada – y se topan con las voces de un niño pidiendo a gritos ayuda ya que se ha perdido en los enormes malezales que hay frente al edificio. Adentrándose en el terreno Cal y Becky se pierden y, lo que es peor, los sentidos empiezan a engañarlos, cambiando la sensación de la distancia. Y mientras los hermanos se encuentran extraviados y no logran dar con el paradero del niño perdido, Travis ha emprendido una travesía de búsqueda para reconciliarse con Becky antes de que sea demasiado tarde. Guiado por pistas de la gente de la localidad da por casualidad con la iglesia abandonada – donde reconoce al auto de Cal – y escucha sus voces en la enorme maleza cercana. Y al adentrarse y toparse con ellos, su sorpresa será enorme cuando descubran que Cal y Becky llevan apenas un par de horas en el malezal… mientras que Travis ha venido a buscarlos al no tener noticias de ellos en mas de dos meses. Pero el misterio del tiempo y el espacio no es el único que posee el enorme malezal, sino también la presencia perturbadora de Ross, el padre del niño perdido, el cual los encuentra y accede a guiarlos a la salida… aunque su estado mental no parece ser el mas estable que digamos.
La mediocridad es hereditaria. Sino, pregúntenle a Joe Hill, seudónimo del hijo de Stephen King. Acá padre e hijo unen fuerzas para crear una novella (un relato por entregas, generalmente publicado en alguna revista o periódico) y el resultado es acalambrante. Hace rato que Stephen King no entrega una historia fresca, aterradora y coherente (sino vean It, que pertenece a su primera época – en donde escribía cosas memorables – y en donde el capítulo 1 va bien pero el 2 es un bolazo que muestra todas las inconsistencias de King como autor, llámese, cerrar las tramas de apuro y con la lógica traída de los pelos), y ésta no va a ser la ocasión. Está Vincenzo Natali – de The Cube -, un tipo que se especializa en terror en ambientes cerrados y laberínticos. Pero ésta no es su mejor hora y los parches de la historia de Hill & King saltan a la vista rápidamente.
Siempre las premisas son intrigantes y siempre la ejecución es un asco. Yuyal alto (o malezal, vaya uno a saber) al costado de una ruta y frente a una iglesia abandonada. Ya el título de la iglesia es ominoso – la Santa Iglesia de la Roca del Fin de los Tiempos (!) – y la cantidad de autos abandonados en su parking es escalofriantemente alta y anormal. Pero eso no importa, porque los ingenuos siguen cayendo como chorlitos. Enfrente de la iglesia hay un campo con yuyos de mas de dos metros de alto… y voces extrañas que siempre piden ayuda. Los migrantes que tienen la desgracia de pasar por allí caen siempre en la trampa, se meten en el yuyal para salvar al chico en apuros… y después no pueden salir. Ahora bien: esto daba para un campo con meteorito alienígena que convirtiera a los yuyos en plantas depredadoras de seres humanos… pero no. Padre e hijo autores deciden salirse con algo mas retorcido. Que la roca es mística, que hay indígenas de otras dimensiones, que la roca convierte en demonios a los tipos de mente mas débil y corrupta… que el campo es un maldito episodio de La Dimensión Desconocida donde el tiempo pasa de manera rara (hay tipos que entran y se topan con otros que hace 3 meses están allí, aunque para ellos haya pasado solo 3 días); nadie está desnutrido ni deshidratado; las distancias también funcionan de manera rara (cuando esta gente salta para ver por encima de los yuyos, la iglesia está cerca, esta lejos, está a millones de km, está pegada al lado de uno), y lo mismo pasa con los sonidos. Para colmo la mitad de la película es gente llamándose a través de los malezales y a la décima vez que escuchas “Juaaaan!!!…. Pedroooo!….. Juaaaan!….. Pedrooo!… Juan!… Pedro!, ya te querés pegar un tiro porque el relato entró en un bucle de empantanamiento que no sabe como salir de allí.
Ni la historia ni el clímax convence, simplemente porque las reglas del escenario son confusas y te da la impresión de que los autores las cambian a piacere como si metieran los deus ex machina que precisaran para cerrar la historia. Si En la Hierba Alta se salva de la quema absoluta es por Patrick Wilson, el cual es muy muuuy bueno como villano (aunque termine haciendo chistes negros a cada rato a lo Freddy Krueger) y porque Natali se da maña para meter, en semejante bobada, dos escenas escalofriantes sobre el final del relato, sea cuando se revela lo que hay debajo de la piedra sagrada y cuando la chica protagonista (que está embarazada) da a luz y empieza a comer algo en medio de la lluvia… Hmmmm!!!!.
Para mí Stephen King sigue siendo un autor sobrevalorado de terror y acá tenemos otra prueba. Quizás en el papel sus trucos funcionen, en el celuloide no. Y por el hijo, solo puedo ver que le gusta el efectismo y los relatos retorcidos pero sigue teniendo los mismos problemas de estilo del padre, que es… cerrar las historias como quieren y de las maneras mas absurdas. In the Tall Grass es olvidable y ni siquiera aunque la den gratis por Netflix me tienta en lo mas mínimo como para recomendarla como pasatiempo.