Crítica: Oppenheimer (2023)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / GB, 2023: Cillian Murphy (J. Robert Oppenheimer), Matt Damon (Leslie Groves), Robert Downey Jr. (Lewis Strauss), Florence Pugh (Jean Tatlock), Emily Blunt (Kitty Oppenheimer), Tom Conti (Albert Einstein)

Director: Christopher Nolan – Guión: Christopher Nolan, basado en el libro El Prometeo Americano de Kai Bird & Martin Sherwin

Trama: J. Robert Oppenheimer es un físico brillante. Corren los años 30 y decide viajar por Europa, contactándose con otras eminencias y empapándose de una nueva disciplina llamada Física Cuántica, la que trata sobre los átomos. Al regreso su vida personal se vuelve vertiginosa – se enreda con varias mujeres, muchas de ellas casadas; se mete en la política para crear un sindicato para los científicos; apoya la causa comunista en la Guerra Civil española -, y se dedica a difundir la Física Cuántica en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. Pero en Europa los Nazis se vuelven una amenaza, comienzan a invadir el continente y sus metas expansionistas carecen de límites. Corre el año 1939 y dos científicos notables – Leo Szilárd y Albert Einstein – le envían una carta al presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt de que es cuestión de tiempo para que los Nazis desarrollen un dispositivo – conocido como bomba nuclear – capaz de destruir ciudades enteras. Roosevelt pone manos a la obra, encarga una serie de estudios preliminares y después forma una comisión científica para materializar semejante proyecto – obtener la bomba atómica antes que los alemanes -. Habiendo comisionado al teniente coronel Leslie Grooves para encargarse de la tarea, éste recluta a Oppenheimer para que enliste a las mentes más brillantes de Norteamérica y las congregue en el laboratorio secreto de Los Alamos, un pueblo construído en el mayor de los secretos en medio del desierto y diseñado para evitar fugas de información clasificada. Tras tres años de esfuerzo Oppenheimer y los suyos logran detonar con éxito el primer dispositivo nuclear de la historia el 16 de Julio de 1945. Pero lo que antes era un reto científico ahora se ha vuelto una escalofriante realidad y Oppenheimer se aterroriza con lo que ha construído. No pasa mucho tiempo antes de que Oppie comience a abogar por la paz mundial, el control del arsenal nuclear por parte de los hombres de ciencia, y el uso racional de los dispositivos como elementos de disuasión en vez de genocidio; pero sus utopías chocan contra nacionalistas enardecidos, monjes de la guerra y científicos amorales, los cuales se han lanzado a una carrera armamentista descontrolada – esta vez contra el nuevo enemigo: la comunista Unión Soviética -, convirtiendo a Oppenheimer en el centro de las críticas despiadadas de éstos y persiguiéndolo durante el resto de su vida como si fuera un traidor.

Crítica: Oppenheimer (2023)

-El horror… el horror…

El tema de la bomba atómica es uno que me apasiona. Una explosión nuclear es tan impresionante como aterradora – cuánto poder desatado, evaporando todo en cuestión de segundos -; y cuando pienso que el único uso posible de semejante aparato es exterminar miles de humanos en cuestión de instantes un escalofrío corre por mi espalda. No solo la bomba atómica representa el ingreso de la humanidad a una nueva era – una en donde hemos adquirido la capacidad de exterminarnos por completo -; es también el nacimiento de una nueva cultura. Para militares y ultranacionalistas es la exhibición última del poder supremo y el obtener un aura de intocabilidad para su país. Para muchos descerebrados, un ícono pop al que adorar – vean sino A-Bombs Over Nevada con gente comiendo helados con forma de hongo atómicos y haciendo excursiones turísticas nocturnas a Las Vegas para ver los resplandores (la noche convertida en día) de los ensayos nucleares celebrados a cientos de kilómetros en el desierto de Nevada -. Para los pacifistas, una pesadilla de nunca acabar.

Yo he visto películas y documentales aterradores. Ficciones como Threads, The War Game o El Día Después con la gente muriendo envenenada por radiación y con su piel cayéndose a pedazos; filmes sobre la devastación de Hiroshima y Nagasaki; documentales como Trinity and Beyond: The Atomic Bomb Movie o The Atomic Cafe: el primero – en especial – que te muestra todos los testeos que hicieron a lo largo de la historia, detonando bombas cada vez más potentes en el mar, bajo tierra o incluso en el espacio (ahí los tipos realmente se c… en las patas y decidieron ponerle un freno, ya que el tema de dónde podía caer la radiación se volvió incontrolable). Una demostración interminable de la estupidez humana, la que no reconoce límites con tal de probar que la nuestra es la bomba más grande.

Es por eso que, empapado con semejante cultura, me resulta sorprendentemente tibia Oppenheimer. Es remota, fría, incapaz de conmover en lo dramático o siquiera en el horror del holocausto nuclear. J. Robert Oppenheimer debería ser un individuo empático, trágico, un hombre al cual la historia lo puso en una posición espantosa: descubierto el poder del átomo en los años 30, era cuestión de tiempo que alguien desarrollara una bomba nuclear. Si no hubiera sido él, hubiera sido otro… o, lo peor, quizás un científico enemigo, lo cual hubiera alterado radicalmente el balance de la guerra. Pero, una vez que liberás el genio de la botella… ¿podrás tener algún tipo de control sobre él?.

El problema con todo esto es que, para llegar al momento culminante de la historia de la humanidad, tenés que sentir algo por el tipo que va a ser el padre de semejante monstruo. Ello requiere personajes tridimensionales, diálogos dramáticos breves y avispados, un entendimiento total de la persona. Pero los primeros 45 minutos de Oppenheimer son densos y estériles. Oppie se mete en la política, tiene romances a troche y moche y, a la noche, lo asaltan las pesadillas. Es un tipo tan corto de simpatía que uno no entiende qué le ven las mujeres. Para colmo se enreda con una depresiva (Florence Pugh), la que habla todo el tiempo como si estuviera pasada de Valium. No es que ambos sean un torrente de pasión; son aburridos hasta para tener relaciones. Cuando Oppie se mezcla con una mujer casada (Emily Blunt) y la embaraza, abandona a la Pugh. La Blunt se divorcia, se casa con Oppie, cae en el alcoholismo y la crisis empeora cuando nos enteramos que el científico no sólo ha seguido a las andadas con sus amantes sino que la Pugh se ha suicidado. Recién ahí el tipo muestra algo de compasión pero es como un robot carente de emociones. Uno ha visto biopics de genios que en la vida privada son un desastre (caso Steve Jobs) y tratan a las mujeres como objetos o sólo quieren tener compañía femenina para no sentirse solos, pero acá no termino de entender la actitud de Oppenheimer. Quizás el gran drama es que el libreto está escrito en solitario por Christopher Nolan; hubiera contratado a una guionista o una script doctor (¿Phoebe Waller-Bridge?) para hacer que las mujeres del libreto  se vean como personas reales y traduzcan a la platea sus sentimientos hacia el científico.

El filme sólo cobra vida cuando Matt Damon entra a escena. Ya hemos visto antes a este personaje – Leslie Grooves, el militar responsable del Proyecto Manhattan, interpretado como burócrata malhumorado por Paul Newman en Fabricantes de Sombras (Oppenheimer era Murdock de Brigada A! y era una performance mucho mas amigable del científico por parte de Dwight Schultz), y como un matón prepotente por Brian Dennehy en Day One -. Damon lo hace propio. Insulta como un camionero, lo inflama el patriotismo, pero es honesto y fiel con Oppenheimer. Cosa curiosa, el científico tiene mucha mas vida al hablar de ciencia que al hablar de amor o sentimientos. Cillian Murphy se apasiona como un niño al explicarle a Damon las posibilidades de la Física Cuántica y la división del átomo, aún cuando lo que estén considerando es construir un arma de destrucción masiva. Posiblemente sea un caso de vehemencia desmedida, cegado por tener la chance de probar todas sus teorías sin considerar siquiera las implicaciones de tal acto o… lo que es peor, si llega a tener éxito. Todo lleva al reclutamiento de científicos por todo el país y la construcción de la base de Los Alamos, una comunidad científica aislada de todo y donde realizar experimentos de todo tipo.

Mientras que ahí la película entra por un carril apasionante, por otro lado Nolan / director se vuelve el peor enemigo de sí mismo al emplear una estructura narrativa no lineal, lo cual diluye un montón la carga dramática de muchas escenas. Como si fuera Tarantino, Nolan va y vuelve en el tiempo entre distintas épocas – los años 30 con los romances de Oppenheimer; los 40s con la construcción de la bomba; los 50s donde un Oppenheimer arrepentido de su invención se vuelve un ardiente pacifista y pone el gobierno en su contra; y los 60s en donde encuentra cierta redención cuando Lyndon B. Johnson le da el premio Enrico Fermi y lo reconoce frente a la comunidad científica -. ¿Era necesario tanto firulete?. Una biopic lineal, si bien era mas standard en cuanto a formato, hubiera sido mucho mas efectiva. El relato no lo precisaba o, al menos, en tanta cantidad.

Pero si el filme de Nolan comete un pecado imperdonable, es el de sacarle todo el grado de shock a la primera prueba nuclear. Aún con todo el bombo que le dio la prensa – explosión real simulada a escala; no CGI – , la secuencia no impresiona. El resto de los científicos de Los Alamos contemplan la explosión como autómatas – ¿habrá sido tan así? -, cuando yo hubiera puesto gente llorando, rezando, aterrorizada por lo que ha logrado o por el grado de devastación que han generado. Robert Oppenheimer es el único que parece sentir algo por el infierno que han desatado. Para colmo cuando las bombas se arman y se tiran a los pocos días sobre Hiroshima y Nagasaki, Nolan comete otro error fatal y es no mostrar la destrucción masiva de las ciudades, los miles de heridos ni los muertos: solo vemos un filme proyectado en una sala y Oppenheimer moqueando en la oscuridad, dándose cuenta de los horrores que ha liberado.

Asumiendo la responsabilidad de ser el padre del monstruo, ahora Oppenheimer quiere controlarlo, abogando por la paz, formando una comunidad científica que monitoree la producción y uso de bombas atómicas, hacer que los hombres de ciencia sean los guardianes de la paz. Pobre iluso, sólo ha disparado la imaginación de los más apasionados monjes de la guerra. Edward Teller toma su lugar y desarrolla la bomba de Hidrógeno, miles de veces más potente que la Hiroshima aunque Oppie se oponga y diga que las bombas atómicas tradicionales son mas que suficientes para establecer una paz armada en el mundo. Políticos y militares se regocijan con la carrera armamentista. Conspiradores y burócratas consideran a Oppie un traidor al intentar frenar el desarrollo de armas atómicas cada vez mas potentes y de mayor alcance. Por ahí es que aparece un político petimetre (Robert Downey Jr.), encargado de la Comisión de Energía Atómica, el cual quiere enterrar a Oppie en el hoyo mas profundo. Los científicos no le responden, le molesta su pacifismo, interfiere en sus planes políticos con su rebelión. Lo lanza a los perros del FBI y logra hacerlo echar del gobierno. Y después, cada vez que tiene oportunidad de torturarlo, lo hace sin miramientos.

Es posible que por una cuestión patriótica – y de prestigio del director – la prensa norteamericana se llene la boca con Oppenheimer. Algunos la llaman el filme mas importante del siglo. No, no es así: es un filme sobre la figura mas importante del siglo, pero su historia está contada de manera dispar, con secciones que podían podarse (sus romances), demasiadas capas temáticas, demasiadas vueltas narrativas. Hay momentos brillantes pero el filme no es satisfactorio. La interpretación de Cillian Murphy está tan contenida que no impresiona; por el contrario yo ya pediría dos nominaciones para Matt Damon y Robert Downey Jr. – su perverso Lewis Strauss está hecho con gusto e inteligencia, tan lógico y manipulador en todo su proceder que resulta admirable -; y hasta pondría al cameo de Gary Oldman (como el prepotente presidente Harry Truman) en la lista. Cuando Oppie lo visita en la Casa Blanca y recibe su felicitación por haber ganado la guerra, el científico le transmite el horror de sus sensaciones. “Tengo las manos cubiertas de sangre”. Y Truman, alterando su mirada de amable a furiosa, le ofrece un pañuelo. “Acá tiene para limpiarse”… y termina por expulsarlo de la Sala Oval.

Habiendo sondeado en Internet, sé que pertenezco a la minoría – apenas un puñado de críticos coincide conmigo en las limitaciones dramáticas del filme -. De la impecable filmografía de un genial cineasta, ésta es su obra más floja. Hay grandes diálogos y grandes momentos que aparecen de a ratos, no es un filme malo ni por asomo. Pero es estéril y distante: uno siente la inteligencia de la obra pero es incapaz de llegar a alguna conclusión sobre el protagonista, sobre si merece la gloria, el infierno, es una víctima de la historia, un ingenuo manipulado por el patriotismo o sólo un ególatra apasionado que no midió consecuencias (y ni siquiera el tema atómico te estremece como debiera). Había que recortar temas, expandir otros, o derivar todo esto a una miniserie para darle más tiempo y profundidad y poder conocer al hombre en toda su dimensión personal e histórica.

CHRISTOPHER NOLAN

Los filmes de Christopher Nolan comentados en este portal son: Memento (2000); Batman Inicia (2005); Batman, el Caballero de la Noche (2008); El Origen (2010); Batman, el Caballero de la Noche Asciende (2012); Interestelar (2014);  Dunkirk (2017); Tenet (2020); Oppenheimer (2023). Y si usted no entendió Tenet, le recomendamos leer nuestro artículo “Por qué, al final de todo, Tenet no tiene sentido” – click aquí