Crítica: Noche sin Paz (Violent Night) (2022)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaRecomendación del EditorUSA, 2022: David Harbour (Santa Claus), John Leguizamo (Jimmy ‘Scrooge’ Martinez), Beverly D’Angelo (Gertrude Lightstone), Alex Hassell (Jason Lightstone), Leah Brady (Gertrude ‘Trudy’ Lightstone), Alexis Louder (Linda Lightstone), Edi Petterson (Alva Lightstone), Cam Gigandet (Morgan Steel)

Director: Tommy Wirkola – Guión: Pat Casey & Josh Miller

Trama: Santa Claus es real. Es un guerrero de origen nórdico que, por una maldición de los dioses, se ha vuelto inmortal y debe compensar todas las masacres que ha cometido, haciendo el bien por toda la eternidad. Es por eso que se ha vuelto el benefactor de los niños en las navidades. Pero harto de la eternidad, sólo se ha vuelto gordo, borracho y malhumorado, y hace su trabajo a regañadientes. Ahora se ha topado con la adinerada familia Lightstone, la cual se encuentra secuestrada por un grupo de terroristas. Aunque no es su asunto Trudy, la pequeña de la familia, le despierta simpatía y le pide su ayuda. Y, recordando sus viejos tiempos de guerrero, Santa comenzará a aniquilar villanos a troche y moche… aunque inmortal no signifique indestructible y reciba tantas palizas como las que otorga, todo con tal de liberar a Trudy y su detestable familia.

Crítica: Noche sin Paz (Violent Night) (2022)

Los yanquis tienen esa cosa de que todos los años deben estrenar películas navideñas. No es una movida ingenua; saben que, si la aciertan, van a convertir al filme en un clásico de culto, esos que los americanos ven una y otra vez cada vez que se acerca la fecha. Los títulos se mueven dentro de un rango de enorme variedad, lo que va desde ¡Qué Bello es Vivir! hasta alguna versión de Scrooge / Un Cuento de Navidad, incluyendo a Chevy Chase y Vacaciones de Navidad (lo que justifica la presencia de Beverly D’Angelo en el filme que nos ocupa, que hacía de esposa de Chase en la saga). Dentro de toda la estupidez y el melodrama del género hay algo en esos filmes que termina por emocionarte.

El que hace rato figura en la lista – aunque mucha gente lo discuta – es Duro de Matar. John Mc Clane pateando traseros en el Nakatomi Plaza en vísperas de Navidad. Que no esté Papá Noel no significa que el espíritu del filme no lo asocies con la Navidad – después de todo McClane recibe el mayor de todos los regalos que es reconstruir su familia -, además de una estupenda banda sonora, comenzando con la versión aggiornada de Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow! de Vaughn Monroe.

A los productores de Noche Sin Paz se les ocurrió un razonamiento simple: si Duro de Matar se considera una película navideña, ¿por qué no transformar una película navideña en Duro de Matar?. En lugar de John McClane tenemos a Santa combatiendo villanos a mansalva. Sí, suena estúpido a mas no poder pero, increíblemente, no sólo el concepto funciona sino que hasta corre riesgo de convertirse en una película de culto.

Desde ya, no es un filme para cualquiera. Primero, hay que comprar la premisa. Segundo, hay que ser fan de Die Hard. El filme copia escenas literalmente de Duro de Matar, incluyendo diálogos y hasta personajes. Desde “¿acaso usted es un estúpido policía de shopping, otro americano bobo que ha visto demasiadas películas de vaqueros?” hasta el diálogo clandestino entre el héroe y su cómplice moreno de turno, en esta ocasión, la nena de 10 años que tiene un walkie talkie de juguete y sintoniza a Santa, el cual se ha apoderado de la radio de uno de los terroristas después de clavarle una estrella de Belén en el ojo – incluso uno de los villanos se apellida Thorpe… como Roderick Thorpe, el autor de la novela original en la cual se basó Duro de Matar -. Súmenle a esto gotas de Mi Pobre Angelito (en una versión muchísima mas violenta y desbordante de gore) y tendrán un show sin desperdicio.

El que dirige todo este circo es Tommy Wirkola, el de la fantástica Dead Snow y secuela. El tipo nunca pudo desembarcar como la gente en el mercado norteamericano – ¿se acuerdan de Hansel y Gretel, Cazadores de Brujas? – pero acá se anota un poroto. Y los libretistas de esto, Patrick Casey & Josh Miller, demuestran que son fans a muerte de Duro de Matar. Lo que podría parecer un pastiche o una copia descarada del clásico de Bruce Willis toma vida propia, a la vez que desborda de fanservice. Otro grupo de terroristas irrumpe en un lugar fortificado donde viven millonarios. Otra vez los terroristas no son mas que ladrones de guante blanco que vienen a buscar un botín gigantesco escondido en una bóveda impenetrable. Incluso hay un bobo pasado de rosca – Cam Gigandet, haciendo de actor de acción de cuarta devenido gigoló de la hija de la millonaria dueña de la casa, y que es uno de los personajes mas graciosos del filme – que es el equivalente al ejecutivo pasado de coca (no la gaseosa!) que hacía Hart Bochner en el original. Leah Brady es el equivalente infantil de Reginald VelJohnson y le pasa data al héroe sobre cuántos malos quedan y dónde están. John Leguizamo es el jefe de los villanos, aunque languidece a la sombra de Alan Rickman – igual tiene un par de momentos -. Hay malos que reviven a último momento y son vueltos a asesinar, guardias de seguridad masacrados, gente que cae por ventanales, incluso correrías por la nieve tras los ladrones lo que termina mezclando cosas de Duro de Matar 2 al homenaje. Y al frente de todo está David Harbour, el cual está consiguiendo el estrellato a una altura en donde la mayoría acepta papeles secundarios o terciarios. El tipo está fuera de estado pero es gigantesco, borracho y cínico, un Santa Claus inmortal que está harto de que los pibes de ahora solo pidan videojuegos, no crean en nada y ni siquiera le dejen comida a Santa cuando venga a medianoche a dejar los regalos bajando por la chimenea. No es un Santa bonachón, es como la versión badass del que hacía Billy Bob Thornton en Bad Santa: bebe como un enfermo, vomita y pisha por todos lados, y peleando es brutal. Aunque parezca un pelotazo, ligar a Santa Claus con las leyendas nórdicas es mucho mas real de lo que uno pueda suponer, no un simple tomatazo inventado por los libretistas. Hace poco hice una investigación sobre los orígenes del mito y una de las primeras interpretaciones de Santa – que incluso se respeta así en los Países Bajos – es que el tipo no viene en un trineo con renos sino en un caballo blanco que pertenecía a Odín… sip, el papá de Thor. Si considerás ese nexo – reservado sólo para los amantes de las curiosidades como yo -, es creíble que el tipo pudiera haber sido un guerrero vikingo ancestral que liquidaba gente a los martillazos en las mas feroces batallas y que, por alguna gracia divina, fue convertido en un inmortal destinado a redimirse premiando a los chicos buenos y dejándole un pedazo de carbón a los chicos malos durante la fiesta navideña.

Es posible que el entusiasmo sea exagerado y Noche sin Paz no sea taaan buena, pero a mí me agarró en el momento justo de un enorme embole y la disfruté como un loco. Es cierto que el último acto pierde efectividad y hay cosas que no funcionan, pero el balance general es altamente positivo. Sangrienta, feroz y brutalmente cómica, a mí me hizo feliz. Y, si todavía no la descubrió, puede que usted termine por llevarse una sorpresa después que termine por recomendársela.