Crítica: King Kong (1933)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1933: Fay Wray (Ann Darrow), Bruce Cabot (John Driscoll), Robert Armstrong (Carl Denham), Frank Reicher (Capitán Englehorn)

Director: Merian C. Cooper & Ernest B. Schoedsack, Guión: James Creelman & Ruth Rose, sobre una historia de Merian C. Cooper & Edgar Wallace, Música – Max Steiner

Recomendación del Editor

Trama: El director de cine de aventuras Carl Denham arma una expedición para rodar una película en parajes nunca antes vistos. Antes de su partida, consigue a la joven desamparada Ann Darrow como protagonista, ya que su actriz principal ha desertado. El capitán y la tripulación conocen de hace tiempo a Denham y le tienen confianza, pero no saben cuál será su paradero. A mitad de la travesía, Denham revela su destino: la isla de Cráneo, en mitad del Pacífico, cuyo trayecto está designado por un mapa que posee el director y que está basado en el testimonio de algunos nativos del lugar – que fueran recogidos hace tiempo por un barco noruego -. Denham sabe que se trata de una civilización perdida y decide ir a filmar a King Kong – una criatura de características míticas pero que nadie conoce -. La tripulación cree que son habladurías pero tras un espeso banco de niebla, logran dar con el paradero de la isla. Allí los nativos ven a Ann – blanca y rubia – y deciden secuestrarla para ofrecerla en sacrificio a Kong. El enorme simio la rapta y la tripulación del barco sale en su rescate. El segundo de a bordo – John Driscoll – logra liberarla, pero son perseguidos por Kong. Y Denham aprovechará la situación para capturar al simio gigante y exponerlo como atracción en Nueva York, donde espera recaudar millones.

Arlequin: Critica: King Kong (1933)

King Kong es sin duda alguna la película de monstruos más famosa de la historia. Es simple: funda el género. El cine de monstruos se caracteriza por desatar a una criatura gigantesca (o mítica) en las ciudades y desatar un tendal de destrucción.

Pero King Kong también pertenece a otro género que ha ido desapareciendo con el tiempo, y es el de los mundos perdidos. Desde Conan Doyle hasta Burroughs, multitud de autores han incursionado en estas aguas, las cuales se irían desvaneciendo a medida que el mundo terminara por ser totalmente explorado. Civilizaciones perdidas, lugares desconocidos del mapa, razas y criaturas extraviadas en el tiempo se han evaporado con el paso de los años. Hoy por hoy, es inimaginable concebir al Tarzán de Burroughs correteando por la jungla africana sin toparse con alguna autopista. En los años 30 aún había terreno para una imaginación fértil en tal sentido.

King Kong es una seudo traslación de La Bella y la Bestia. El guión se empecina en ello, mencionándolo a cada rato en la boca de los protagonistas. Pero mientras La Bella y La Bestia es un romance con tintes trágicos, hay poco de romance en King Kong. Uno no ve rasgos de humanidad en Kong, y aquí no deja de ser el villano de turno que perece a causa de su obsesión con la protagonista. Pero es una obsesión ciega por posesión, porque sinceramente Ann Darrow no deja de ser un juguete bonito. A diferencia de las remakes de 1976 y 2005 (donde Kong realmente establecía un nexo sentimental con la protagonista), en el original de 1933 no deja de ser el malvado deforme que roba a la heroína.

Desde ese enfoque, el relato funciona de un modo muy diferente. Kong no es héroe sino villano, un villano celoso si se quiere. Hay algunos primeros planos del simio (hechos posiblemente con alguna gigantesca maqueta animada) que, en vez de suponer lascivia, resultan risibles por su escasa expresividad (la animación stop motion hubiera resultado mucho mejor).

El film sin dudas es fruto de su tiempo. Como delineación de personajes, los mismos resultan muy estoicos. Ann Darrow es una chica totalmente ingenua y hasta aniñada; la actuación de Fay Wray parece más propia del cine mudo. El verdadero protagonista del film es en realidad Carl Denham que aquí no es un demente sino simplemente un aventurero. A diferencia de las remakes posteriores, él sabe que Kong está en la isla de Cráneo, y quiere ir a filmarlo (si es que existe). Es un hombre decidido y bastante práctico, a diferencia de su estampa en la versión de Jackson (donde es un buscavidas estafador). La tripulación lo respeta porque lo conoce de aventuras anteriores. En cambio Driscoll aquí es un personaje secundario que toma algo de protagonismo en la llegada de la expedición a la isla. Es interesante notar que en la versión 2005, Jackson divide este personaje en tres: el segundo del capitán, el escritor y el actor que llevan a bordo. La versión de Jackson toma numerosos planos que repite fielmente del original de 1933: desde la charla de Driscoll y Ann en la cubierta (que protagonizan Baxter y Ann en la versión 2005), hasta el combate de Kong con el dinosaurio (donde le aplasta el cráneo).

Pero el Driscoll de 1933 es muy tosco como héroe y hasta como protagonista romántico. La relación con Ann Darrow es muy torpe, y la performance de Bruce Cabot es muy gruesa. El humor del personaje parece ser muy voluble – pasa de la rudeza a la simpatía en segundos – y no hay mucha química entre Cabot y Wray. Es como si todos los personajes estuvieran superditados a la trama y no tuvieran demasiada personalidad propia.

Por todo ello, dramáticamente el King Kong de 1933 es realmente burdo. Pero como film de aventuras es realmente espectacular. Comenzando por la animación stop motion de Kong, que a pesar de ser rudimentaria está plena de sutilezas increíbles. Siguiendo por la excelente dirección de Merian C. Cooper & Ernest B. Schoedsack, que es realmente moderna y ágil. Hay secuencias que uno imagina el enorme esfuerzo que deben haber costado con los limitados medios de la época: Kong acariciando (y desvistiendo) a Ann, o la fabulosa pelea con el dinosaurio, que termina por arrancar el árbol en el que Ann se encuentra refugiada. Desde el momento en que el simio rapta a la chica (y donde prácticamente no hay diálogos), es una escalada constante de emoción. El ataque del Stegosaurio a la expedición, las peleas constantes de Kong, los peligros que rondan en la jungla… No sólo es muy innovador para su época sino que además es increíblemente violento: Kong destroza a sus víctimas arrancándoles la cabeza o desmembrándolos; la caída de los marineros en el abismo – una formidable escena donde Driscoll corta la liana que sostiene a un enorme reptil que quiere escabullirse en la cueva que lo refugia -, o la batalla con el dinosaurio, donde el cuerpo queda inerte y sangrante… sin dudas la animación de Willis O´Brien es de primera.

Es un filme que conserva intacta su aura de clásico. Por supuesto ante el espectador moderno hay algunas cosas que hoy resultan esquemáticas o inapropiadas: desde el perfil de los personajes, hasta los nativos de la isla de Cráneo que pasan de hostiles a aliados cuando Kong lanza su arremetida final. Y por supuesto, la llegada a Nueva York. El ataque rampante de Kong es formidable, hasta su clásico final en las alturas del Empire State. Es una metáfora de que la civilización aplasta a lo salvaje, lo corrompe, enloquece y termina por matarlo. El mundo civilizado es más cruel que la jungla.

King Kong tendría dos remakes: la universalmente repudiada de 1976, filmada en un tono camp, y la versión 2005 de Peter Jackson, que es notablemente fiel e incluso muy superior en el terreno dramático (sin mencionar los efectos especiales). Pero a pesar de ello el original de 1933 es un relato similar y diferente a la vez, que posee una enorme cantidad de méritos como para no dejar de valorarlos.

KING KONG

Las versiones de King Kong son: King Kong (1933), la producción de Dino de Laurentiis King Kong (1976) y su secuela King Kong Vive! (1986), y la remake de Peter Jackson King Kong (2005). Además están los filmes de la Toho basados en el personaje: King Kong vs Godzilla (1962) y King Kong Escapa (1967). En el 2017 Legendary resucitaría el simio gigante para su inminente Monsterverse en Kong: La Isla Calavera (2017). Godzilla vs Kong (2021) es el enfrentamiento de los dos gigantes en el final del Monsterverse.