Crítica: Greyhound (2020)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

3 atómicos: buenaUSA / Canadá / China, 2020: Tom Hanks (capitán Krause), Elisabeth Shue (Evelyn), Stephen Graham (Charlie Cole), Matt Helm (!) (teniente Nystrom)

Director: Aaron Schneider – Guión: Tom Hanks, basado en el libro autobiográfico El Buen Pastor de C.S. Forester

Trama: La Batalla del Atlántico Norte, año 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. El bloqueo naval a Gran Bretaña impuesto por la armada nazi ha dejado a la isla en estado de indefensión. La única manera de proveer alimentos y pertrechos militares es mandando convoyes desde Estados Unidos a Gran Bretaña, los cuales deben someterse a al asedio de las “manadas de lobos” – grupos de submarinos alemanes que atacan por turnos a los grupos de treinta o mas cargueros que componen un convoy típico -. El capitán Krause es el comandante del destructor norteamericano USS Keeling nombre clave: Greyhound -, encargado de la custodia de un convoy de 37 cargueros destinados al puerto británico de Liverpool. Lo acompañan en la tarea dos destructores y una corbeta; pero los ataques letales de los depredadores submarinos han causado estragos hasta el punto de quedar prácticamente solo en la tarea de proteger a los navíos. Ahora Krause deberá usar toda su astucia y experiencia para derrotar a los sumergibles nazis antes de que devasten por completo el convoy y torpedeen incluso el destructor que comanda.

Crítica: Greyhound (2020)

Silent Hunter: la Película. Ok, no es la adaptación del popular videojuego que me quemó los ojos durante cientos de horas pero es obvio que el director, en un alarde de falta de imaginación, copió tomas y estilos del prestigioso simulador de submarinos. Incluyendo esos planos aéreos donde hacías trampa, usabas el modo Dios y usabas el cursor para escaparte de los límites del submarino, viendo a la distancia (como si fueras un pájaro) los convoyes y corbetas que estaban en la superficie y que querías cazar (si querías ser realista estabas obligado a usar únicamente el periscopio para ubicar tus objetivos). En el filme de Aaron Schneider a dichos planos solo le falta poner un circulito naranja con una flecha flotando en el agua, indicando donde está tu sumergible.

El problema con Greyhound es que no es interactivo. Uno puede testificar que Tom Hanks (protagonista y autor del libreto) se quemó el trasero haciendo investigación de archivo como para que esto fuera lo mas realista posible. El drama con eso es que durante 45 minutos los personajes vomitan un montón de palabrería marina a 10.000 por hora, y sin posibilidad de que el público lego en estas materias entienda un soto. Al final uno termina mareado con el drama de cabina, sin posibilidad de ubicar dónde corno está la amenaza ni en qué idioma estos tipos están hablando.

Es increíble como Hanks, libretista, deja que se le escape semejante oportunidad entre las manos. El libreto es críptico durante la primera mitad con todas esas parrafadas constantes y, para colmo, las ordenes son repetidas como tres veces desde el cuarto de radar al cadete, luego al primer oficial y después al capitán. Será realista pero no es cinematográfico; en vez de clima lo único que produce es agobio.

Porque el drama es que, si Hanks hubiera dejado de lado la burocracia marina, podría haberse concentrado en lo infernal del escenario y lo desesperante de la situación. Esto no precisaba tecnocharlatanería sino tipos simples, con historia y experiencia detrás, con un costado filosófico y reflexionando en ese momento sobre lo horrible que estaban viviendo y/o lo que estaban forzados a hacer. Por ejemplo, en vez de la patética Elizabeth Shue (cada vez mas pétrea y artificial; ¿se supone que es la novia del geronte Hanks?) le hubiera enchufado una familia, esposa e hijos, y con una intro donde Hanks le enseñe a sus pibes en palabras simples cómo son las tácticas básicas de un destructor para cazar un submarino, lo que serviría de excusa para desasnar al público ignorante sobre tales temas. Una cosa que tienen las grandes películas es que siempre te terminan enseñando las cuestiones fundamentales del juego que van a seguir, cosa que salgas orondo del cine considerándote un experto en el tema. Lo llamaremos el síndrome Jurassic Park donde el libreto se tomaba su tiempo para explicarte cómo resucitaron a estos bichos, cómo cazaban los velocirraptores o cómo corno la vida iba a encontrar el camino para que los dinosaurios pudieran reproducirse. Pero acá Hanks no es instructivo, y toda la adrenalina de las ordenes y contra ordenes escupidas a mil por hora durante un ataque a una nave enemiga se evaporan debido a la ignorancia de su significado para el grueso de la gente. Es como un grupo de chicos pasados de cafeína y jugando a la cabina de mando del Enterprise de Star Trek.

Greyhound no precisaba ser técnica. Precisba plasmar la soledad de esta gente en el Atlántico, encerrados en cascarones fríos de metal, devorados por la noche y la helada, y peleando contra algo letal que mora debajo de ellos. Pero el libreto no lo entiende así, se dispara en sus propios pies con la palabrería e incluso el director Aaron Schneider (un tipo que hace 10 años filmó una indie con Robert Duvall y que siempre fue cinematógrafo de otros cineastas) no colabora al poner secuencias imposibles como tres barcos pegados y separados por dos metros. Si alguien me explicara como se formaban los convoyes, como patrullaban los destructores y las tácticas que seguían, hubiera agradecido. Es mas, yo tuve que explicarle parte de las cosas a mi esposa, cosas que recordaba desde que vi el capítulo Manada de Lobos de la gloriosa serie documental El Mundo en Guerra.

Greyhound sería definitivamente mediocre de no ser porque en la ultima mitad se da cuenta que tiene que meter acción y no palabras, cosas que pueda entender el publico en general sobre la gravedad de la cosa y termina repuntando con un par de buenas escenas de refriegas entre barcos y submarinos. Pero es un filme dispar – el comandante del grupo de submarinos interfiere la señal del barco de Tom Hanks para escupirle sadicas amenazas (!), como si el filme precisara un enemigo con voz y insertando un recurso narrativo nada creíble ya que algo así jamás hubiera ocurrido en la vida real (hubieran triangulado el origen de la transmisión y lo hubieran torpedeado enseguida al cretino alemán) – y por eso la Sony se deshizo de él vendiéndoselo a Apple con un moñito. Me imagino que también tendrá algo que ver el que se muestre a los mozos del barco como morenos con chaquetas blancas sirviéndole comida a los capitanes blancos como Hanks (algo que parece salido de los cortos de Los Tres Chiflados¿se acuerdan de los mozos negros de los trenes de lujo? -, que debe haber sido históricamente cierto y que, en estos momentos de extrema sensibilidad racial en USA, suena como una afrenta para el público afro americano, razón por la cual fletaron el filme al streaming sin mucha ceremonia). No, Greyhound no es ni Band of Brothers ni El Pacífico ni Salvando al Soldado Ryan (cosas producidas / protagonizadas por Hanks y mucho mas enfocadas en el costado humano de los protagonistas) sino que es mas bien un docudrama de History Channel con cast de lujo y con escasa profundidad (!) dramática, cuya verborragia hace que el espectador se desenganche y deje de interesarse en él a los 15 minutos, resignándose a contemplar explosiones y diálogos a la espera de que el libretista y el director tengan un momento de claridad y decidan explicarle algo de lo que pasa a la sufrida platea.