Crítica: Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo (Everything Everywhere All at Once) (revisada) (2022)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

5 atómicos: excelenteRecomendación del EditorEstados Unidos, 2022: Michelle Yeoh (Evelyn Wang), Stephanie Hsu (Joy Wang / Jobu Tupaki), Ke Huy Quan (Waymond Wang), James Hong (Gong Gong), Jamie Lee Curtis (Deirdre Beaubeirdre), Tallie Medel (Becky Sregor)

Director: los Daniels (Daniel Scheinert & Daniel Kwan) – Guión: Daniel Scheinert & Daniel Kwan

Trama:  Evelyn Wang lleva una vida opaca. Su esposo la ama pero no es muy útil, su padre es un conservador chapado a la antigua y su hija – nacida en América – siente que no le da la atención que merece debido a ser gay y tener como novia a una chica blanca. Haciéndose cargo de todo – desde la comida hasta los impuestos -, Evelyn está desbordada y amargada y cree que ha desperdiciado lo mejor de su vida al hacerse cargo de la lavandería familiar. Ahora la Oficina de Impuestos la está presionando con una declaración que no ha entregado y que Evelyn se apura en terminar. Pero la inspectora es una persona impaciente, desprolija y antipática, y pronto Evelyn se siente humillada por su trato. En medio de la charla su marido Waymond cambia de actitud y le pone a la fuerza unos auriculares Bluetooth, en donde una voz le dice que en cinco segundos ella será materializada en el cuarto de limpieza del edificio. Evelyn cree que es una locura pero en cuestión de instantes ella reaparece en el dichoso cuarto en compañía de un Waymond ultrasacado. El procede a decirle que es una versión alternativa de su marido, que existe un Multiverso en donde hay distintas versiones de ella misma y de todos los que conoce, y que hay una villana llamada Jobu Tupaki que ha ido asesinando a las Evelyns de todas las dimensiones conocidas… quedando ella como la última existente. Y mientras que Evelyn cree que todo esto es una locura y que Waymond ha consumido drogas, la inspectora de impuestos ha arrancado de cuajo la puerta del cuarto de limpieza y procede a atacarla junto con los guardias de seguridad del edificio. Pero después que el Waymond alternativo se come un pedazo de lápiz labial, éste se convierte en una máquina de repartir trompadas y patadas, noqueando a todos los atacantes. Es que, para saltar de un universo al otro – y aprender al instante los talentos de una versión alternativa tuya – debes cometer un predeterminado acto bizarro. Siguiendo las instrucciones del Waymond alternativo, Evelyn comienza a saltar entre éste y otros universos – uno donde es la amante de la inspectora de impuestos y tiene dedos como salchichas; otro donde es una exitosa cantante de ópera; otro donde ella es una megaestrella del cine de artes marciales… y así – mientras esquiva a Jobu Tupaki y a sus asesinos a los cuales controla mentalmente. Y, en ese viaje interdimensional, Evelyn irá descubriendo verdades profundas y reveladoras acerca de su propia historia y existencia.

Crítica: Everything Everywhere All at Once (2022)

(Esta es una versión revisada a nuevo y recalificada de Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo; la razón es simple: mi primera visión del filme fue en el formato equivocado para entenderla. Si bien amo escuchar a los actores en su idioma original y leer subtítulos – cosa a la que estoy acostumbrado desde que era niño e iba al cine en mi Montevideo natal -, es tanta la información (en imágenes, ideas y parlamentos) que tiene el filme que la única manera de entenderla como debe ser es verla con doblaje. La experiencia es radicalmente diferente y yo terminé tanto riéndome a carcajada limpia como llorando como una Magdalena. O quizás sea que el filme precisa verse dos veces para entenderlo en su totalidad. Por esto estoy obligado a escribir la reseña justa que se merece, re-evaluarlo y recomendarlo de todo corazón – lo siento Nolan: no me pasa lo mismo con Tenet, sigo sin entenderla (!) -. Esta es una película que merece arrasar en los Oscar porque se trata de algo tan desbordante de imaginación como emotividad. Por eso también pongo el (alerta: spoilers); porque para discutir el filme es necesario hablar de los secretos que tiene; vaya, véala con doblaje y luego regrese para comparar sus notas conmigo)

Después de la disparidad de Ant-Man y la Avispa: Quantumania uno llega a la conclusión de que la mejor versión Multiversal de Kang el Conquistador es… Jobu Tupaki. Una adversaria implacable, todopoderosa, temible, dedicada a destruir cada versión de su némesis en cada universo posible que exista. ¿Y quién es esa persona a la que odia con cada fibra íntima de su ser?. No se trata de un superhéroe, tampoco un ser de luz o un mesías de la salvación universal: es simplemente su madre.

Everything Everywhere All at Once tiene dos historias: una que es un gimmick y que comprende toda la parafernalia visual y toda la parrafada seudo científica y épica del único enemigo al cual es imposible vencer y que ha construido un Arma del Juicio Final para que destruya todos los multiversos existentes (aunque después veremos que el significado real es otro). La otra es simplemente un drama humano, mucho más íntimo, que tiene que ver con decisiones de vida e imposiciones de la cultura donde nacimos. Evelyn es una mamá oso, esas personas que se encargan de todo sea porque nadie es tan eficiente como ella o porque los que la rodean van de torpes a vagos. Evelyn es mandona, vive en modo automático, sólo se dedica a complacer a los demás y a que se cumpla el trabajo; no es una persona mala, pero es alguien que hace rato que no conoce la alegría y está atrapada en una rutina de porquería sin un futuro mínimamente prometedor por delante. Mientras que uno daría por sentado que ella, al imponer las reglas de todos para que funcione el mundo familiar, debería ser la que quita y otorga – vale decir, echar al amable pero poco útil de su marido, o bajarle la persiana de una vez por todas a su hija rebelde -, la situación es al revés: el sensible de su esposo Waymond quiere el divorcio y su hija Joy no sólo se lleva de patadas con el conservadurismo de la cultura familiar china sino que cree que nadie la quiere por ser gay ni por dejarla mostrarse en público con su pareja que, para colmo, es una chica blanca. Cuando la IRSla dirección general de impuestos norteamericana – los estrangula con una auditoría que ha encontrado gastos superfluos, Evelyn se entera (en esa oficina y frente a una burócrata detestable) que la mitad de su familia está a punto de abandonarla. Un descubrimiento brutal.

Hay algo muy terrible en todo eso – y que creo que es cuando el espectador empieza a sentir los golpes emocionales que tiene reservado el libreto – que es dar por sentado que tu vida – monótona, repetitiva, carente de pasión y que funciona por inercia – a esta altura de la historia no debería poder explotar por los aires de un momento a otro y que vos, que pensás que sos el héroe de la historia sacándole las papas del fuego a todo el mundo, resultás ser el villano. Evelyn no es una mala persona, no es déspota o golpeadora, no tiene a todo el mundo sirviéndole y a sus pies; es más: después de décadas de estar casada, ¿quién iba a pensar en divorciarse en semejante punto de su vida?. Pero la actitud robótica de Evelyn ha puesto una barrera entre ella y los que ama. En algún momento de todos estos años de esfuerzo la empatía se murió, los afectos se enfriaron y la dedicación a la supervivencia devoraron los sentimientos. La herencia cultural también influye mucho: Waymond no es el hombre alfa que debería ser; su hija está mas empapada en la liberal cultura norteamericana que en la china – incluso hablando chino es terrible -. El que sea lesbiana es el broche de oro: Evelyn lo acepta sin festejar pero impide que Joy pueda sincerarse con su abuelo porque la distancia generacional es enorme y el riesgo de rechazo es abismal.

Así que shockeada por las malas nuevas, Evelyn se ve obligada a jugar el juego del Multiverso… pero es la excusa de los directores / libretistas para que Evelyn descubra realmente dónde está el error de su enfoque que la ha alejado de los demás. El Multiverso es una Caja de Pandora que dispara tanto versiones al azar – donde las personas tienen dedos como salchichas (incluso Evelyn es gay y está en pareja con la cobradora de impuestos!), son piñatas o son rocas que hablan telepáticamente y deambulan por el desierto – como versiones posibles de una misma vida, que son las que realmente importan para el núcleo del relato. Evelyn sin casarse con Waynard y volviéndose una estrella de cine famosa, millonaria y solitaria; Waynard por su lado, convertido en un empresario exitoso y soltero del cual Evelyn es solo un recuerdo de juventud al que añora con afecto. Es tan brillante la escena como las performances – ver a Ke Huy Quan (Short Round! de Indiana Jones y el Templo de la Perdición) pasar de modo modosito a ser una especie de James Bond que rebosa clase y seguridad es digno de aplauso – porque en esos universos del tipo “qué hubiera pasado si…” (y Evelyn hubiera tomado otra decisión distinta) te das cuenta que tu vida tuvo infinitos caminos alternativos y en ninguno de ellos fuiste feliz. Casarte con otro, ser soltero y dedicarte a tu carrera y amasar fortuna, no tener hijos, elegir otro trabajo, haberse quedado en la casa con tus padres y servirlos hasta la vejez… Lo que Evelyn termina por comprender – con cada viaje a cada universo y toparse con una versión muy diferente de sí misma – es que no existe felicidad perfecta; y si fuimos mediocres tomando decisiones, al menos en ese momento nos parecieron las mas acertadas porque las tomábamos con el corazón. Aunque fueran pocos, hubo momentos de alegría y hubo momentos de amor; y si ahora el amor parece haber desaparecido es solo que está durmiendo y hay que despertarlo. Las mismas cosas que nos apasionaron de jóvenes – las personas de las que nos enamoramos, los hijos que hemos tenido – sólo están latentes porque las rutinas de la vida nos han pasado por encima; y quizás nos hemos abocado tanto a ellas que no sólo dejamos de vivir – de ser alegres, de sentir, de disfrutar siquiera las cosas pequeñas – sino también de evolucionar, de adaptarnos a los cambios que trae el tiempo. Para Evelyn Waynard es poco mas que un adorno: olvida las cosas, es torpe, hay cosas que no puede manejar… pero Waynard es la cara amable de su familia, el que pone los paños fríos cuando Evelyn se atempera y discute, la persona afable con la cual podés contar en cualquier momento. El hace cosas para lo cual Evelyn es terrible, como es darse con las personas y mantener a la tribu calmada. Su relación cambió con el tiempo pero no por ser cada vez mas diferentes no dejan de complementarse – y de ser necesarios para la supervivencia del uno con el otro -. En cambio el conflicto de Evelyn con Joy es distinto: mientras ella desea tener todo el tiempo bajo su ala a su hija – e impedir que el mundo la dañe -, por el otro lado Joy lo interpreta como desinterés y frialdad, como una obsesión constante con impedirle ser libre, feliz y aceptarla como es – no solo gay sino excéntrica, con criterios radicalmente opuestos a los de su familia, siendo mas norteamericana que china -. Mientras que la primera interpretación del juego del Multiverso es que Joy / Jobu Tupaku es que el Arma del Juicio Final está pensada para acabar con todas las versiones de su madre y el resto de los universos posibles (el odio total hasta la extinción de su enemigo y todo lo que la rodea), la interpretación final del Bagel infinito es simplemente el vacío por el vacío mismo… y con Joy deseando saltar en él como su última salida. El sentimiento de ahogo es tan abrumador que afecta al espectador: Joy no ha encontrado satisfacción alguna en la devastación. Cada Evelyn borrada del mapa sólo la sume en la depresión – su odio la ha consumido -. La chica es incapaz de ser feliz aún cuando haya visitado todos los universos posibles y los haya moldeado a su antojo. Sin futuro posible, sin paz en su alma… ¿qué le queda, entonces?. ¿El exilio – irse a un lugar desconocido, cuanto mas lejos de su familia, mejor -?… ¿O quizás la muerte?.

Es entonces cuando Evelyn recibe la cachetada del Multiverso y aprende las lecciones que le faltan. Aprender a ser amable con cualquiera, no solo porque no se sabe si en el futuro precisaremos su ayuda, sino simplemente para vivir mejor. Quizás la pasión con Waymond no regrese con la intensidad de su juventud pero ahora Evelyn lo ve con otros ojos – con la ternura que su esposo ha puesto en los pequeños gestos diarios, y cómo ha sido su contención durante todos estos años -. Y el enfrentamiento final con Joy donde le expresa que su dureza es sólo amor de madre sobreprotector y malinterpretado, como alguien que no quiere que su hija repita sus errores y caiga en la misma vida que tiene ahora. Al final Evelyn rompe el hechizo de su padre y le da libertad para irse… o quedarse y redescubrirse en una nueva etapa de su relación – a fin de cuentas Joy no deja de ser una adolescente caprichosa aunque tenga razón en muchas de sus causas -.

Quizás tu vida no sea excitante; quizás creas que has dejado pasar demasiadas oportunidades – o que hubieran existido caminos alternativos con escenarios mas felices al final de la ruta -; pero tu vida es tu vida porque, si has sido libre y has decidido con libertad, entonces la has moldeado a tu gusto. Y si ahora no estás conforme con ella, entonces ha llegado el momento de introducir cambios – para descomprimir la situación, o aceptando aquello que no puedes cambiar -. La lección de Evelyn es que nunca es tarde para recomenzar, ni tampoco es tarde para re-evaluar a quienes te rodean. Tu hiciste esta familia, ellos son así, puede que los buenos sentimientos no siempre estén a flor de piel pero allí están; y el vínculo formado se hizo para perdurar y nunca va a desaparecer. Debajo de las formidables peleas marciales, viajes lisérgicos y premios con forma de consolador hay una historia pequeña e íntima de gente que se quiso con toda el alma y que ha olvidado esos sentimientos – porque el automatismo de la rutina lo enterró; porque el tiempo que devora la rutina impide que la persona alfa (de la cual todos dependen) vea sus errores y acepte los cambios; porque todos están tan encerrados en si mismos que son incapaces de ver al otro con el corazón -, la cual ahora se ha topado con una manera disparatada y extremadamente creativa para redescubrirlos.