Crítica: El Duro (2024)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaUSA, 2024: Jake Gyllenhaal (Dalton), Daniela Melchior (Ellie), Conor McGregor (Knox), Billy Magnussen (Ben Brandt), Jessica Williams (Frankie)

Director: Doug Liman – Guión: Anthony Bagarozzi, Chuck Mondry & R. Lance Hill

Trama: Frankie tiene un bar al lado de la carretera en Glass Keys en la Florida. Cansada de que todas las noches los motociclistas vengan a pelearse y destrozar el bar, decide contratar a un profesional como “pesado” – el tipo que saca sin esfuerzo a borrachos y matones del lugar -. Así es como se topa con Elwood Dalton, un ex peleador de Artes Marciales Mixtas que esconde un oscuro pasado. Durante sus primeros tiempos en el bar, Elwood impone la paz con violencia. Pero empiezan a llegar cada vez mas matones, y Elwood comienza a sospechar de que no se trata de una casualidad. En realidad el corrupto Ben Brandt desea forzar a Frankie a que le venda el negocio para demolerlo y establecer un resort de lujo en su lugar. Y como lo único que impide eso es Dalton, ahora Brandt ha contratado a un sanguinario peleador llamado Knox, el cual desea barrer el piso con el rostro de Dalton. Todo esto culminará en una batalla campal en donde el destino de todos los habitantes del lugar estarán en las manos del forastero que llegó de la nada y comenzó a hacer justicia por mano propia.

Crítica: El Duro (2024)

Cuando la gente que no sabe de cine habla de cine, generalmente cometen el gaffe de considerar que toda película vieja es un “clásico”… lo que casi nunca es así. Un clásico es un filme que rompe barreras, que hace escuela, que no se parece en nada a lo anteriormente conocido. El Duro de 1989 era una película de acción comunacha, sólida, entretenida y nada más. En una década en donde los héroes de acción mandaban en la taquilla, era el turno de Patrick Swayze de probarse el sayo. Swayze será por siempre el esposo fantasma de Ghost y el bailarín talentoso que traía el pecado al pueblito ultrarreligioso de Baile Caliente, pero no era muy destacable como héroe de acción en el filme de 1989. Ciertamente no era un enano – me sorprende que la ficha de la IMDB dice 1.78 de altura -, porque lo que más recuerdo del filme era a Swayze peleando con dos ursos gigantes a los cuales les llegaba a la cintura – un detalle chocante y decepcionante -. Generalmente los directores de fotografía hacen maravillas para camuflar la altura de estrellas bajas (o actrices que tienen trasero muy grande, digamos la verdad) pero acá le hicieron un flaco favor a Swayze. Como sea, Road House no era más que una de acción del montón, otro western trasplantado a tiempos modernos con forastero llegando a un pueblo e imponiendo la justicia frente a un terrateniente desalmado que quería apropiarse del negocio del título.

La ventaja de la versión 2024 es que tiene a Doug Liman a cargo – el tipo que creó la franquicia de Jason Bourne -, así que es un flaco que sabe dirigir acción. El otro punto a favor es un Jake Gyllenhaal hiper muscularizado –  o sea, un buen actor que se mató en el gimnasio -, con lo cual tenemos buenas peleas y buenas actuaciones. El Duro 2024 sigue los mismos pasos del original de 1989, sólo que está ambientada en la Florida, el héroe se enamora de la doctora del lugar, el malo es menos elegante que Ben Gazzara y el tono es mucho menos formal. Cuando esta gente se trompea intercambian chistes y, lo mejor, es que muchos de ellos son muy graciosos. El patovica que hace Gyllenhaal pareciera estar al tanto de que es un personaje de película de acción y no se toma las cosas en serio, incluyendo todos los clichés propios del género que le tiran – que los matones del malo lo amenacen, de que venga el sicario ultra letal detrás de él, el tema de recibir tantas palizas terribles y seguir en pie -. En un momento muy cómico Gyllenhaal pregunta a cuántos minutos está el hospital más cercano y, después de bajar a media docena de monos a trompada limpia, los lleva en su auto a la sala de emergencias.

Conociendo que el original de 1989 era un mero pastiche fruto de su época, lo que hace Liman con la remake es sorprendente. Las peleas son feroces a lo John Wick, el conflicto es pura rutina pero lo hace interesante, el héroe tiene un pasado muy oscuro pero no deja de ser intrigante, el villano es ridículo pero tiene sus momentos, y hay un sicario que se roba todas las miradas. No tengo la bola de cristal pero podría afirmar que ha nacido una estrella y resulta ser Conor McGregor, el peleador de Artes Marciales Mixtas que – cuando aparece – se roba cada escena en la que figura. No solo McGregor tiene la confianza y la soltura de un veterano (éste es su debut en la pantalla grande) sino que irradia carisma y humor y te dan ganas de aplaudirlo de pie con algunas ocurrencias que tiene. Es un sicario chiflado al que todo le importa un pepino – incluso si tiene que sacudir a los matones de su propio jefe -, y que no tiene empacho en andar desnudo cada vez que puede. Compadrito como él solo, recuerden esto: sea Marvel o DC, alguno lo va a estar llamando para que tenga su propia película ya que tiene pasta de estrella (¿alguien dijo Wolverine?). McGregor y Gyllenhaal se dan murra sin asco y, como esto es MMA, el estilo de pelea es super variado e hiper violento, lo cual es fabuloso.

Si El Duro no se gana nuestra Recomendación del Editor es porque el tercer acto es medio cualquier cosa. Es como si uno pasara de una de John Wick a un corto de los Looney Tunes porque la gente vuela por los aires y apenas se hace daño, todo se vuelve demasiado exagerado y lo que venía bajo control se sale de cauce. Uno no pedía exactamente que un filme que no se toma muy en serio se vuelva terriblemente dramático a último momento, pero al menos no irse de mambo de manera tan salvaje. De todos modos te da todo lo que estabas esperando – el final terrible del villano, la gran pelea final de McGregor y Gyllenhaal, la resolución del conflicto -, y te deja una puertita abierta para una secuela que seguro será bien recibida.

Considerando los bodrios que viene vomitando últimamente el streaming, El Duro 2024 es un entretenimiento super sólido. Creo que le daba como para estrenarla en cines (Doug Liman se enojó mucho por eso) y, en Prime Video, es un estreno super destacado. Y no, no va a ser un clásico de acá a 40 años, pero seguro será recordada como una película pochoclera ultra efectiva para pasar un rato ameno, sin cuestionarte si algo de todo esto tiene alguna lógica.