Crítica: Duna: Parte Dos (2024)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Canadá, 2024: Timothée Chalamet (Paul Atreides), Zendaya (Chani), Rebecca Ferguson (Jessica), Javier Bardem (Stilgar), Josh Brolin (Gurney Halleck), Austin Butler (Feyd-Rautha), Florence Pugh (Princesa Irulan), Dave Bautista (“la bestia” Rabban), Christopher Walken (Emperador), Léa Seydoux (Lady Margot Fenring), Stellan Skarsgård (Barón Harkonnen), Charlotte Rampling (Reverenda Madre Mohiam)

Director: Denis Villeneuve – Guión: Denis Villeneuve & Jon Spaihts, sobre el libro de Frank Herbert

Recomendación del Editor

Trama: Paul Atreides y su madre, Lady Jessica, han abrazado la vida espartana y revolucionaria de los Fremen, los habitantes del desierto de Arrakis. Plegándose a su rebelión, Paul, Stilgar y el resto de los Fremen atacan sin cesar las cosechadoras de Especia de la Casa Harkonnen, lo cual pone en aprietos al regente local y sobrino del Barón,”la bestia” Rabban. Mientras tanto, respirar la Especia ha despertado los poderes de Paul, quien se ve en el futuro como el regente de toda la galaxia… pero la toma del poder tendrá un costo sanguinario gigantesco. Mientras que Paul no desea abrazar semejante destino, Lady Jessica ha movido sus piezas con los Fremen para reemplazar a su anciana Reverenda Madre, lo que implica tomar un veneno conocido como el Agua de la Vida y, si sobrevive, obtendrá poderes mentales ilimitados. Jessica no sólo pasa la prueba sino que se dedica a propagar la creencia de que Paul es el Mahdi, el Mesías que esperan los Fremen desde hace siglos para retomar el control del planeta y liberarse de las ataduras extranjeras. Paul vive torturado por las esperanzas que toda la nación Fremen pone en él. Mientras tanto la princesa Irulan, hija del Emperador Shaddam IV, ha comenzado a aprender las artes de la conspiración y teje una alianza con las Bene Gesserit, ya que es inminente que ocupe el trono de su anciano padre. Es así como Irulan, usando espías, descubre que Paul Atreides está vivo en Arrakis. Para contrarrestar su poder – y solucionar el problema del sabotaje constante de la cosecha de Especia -, la movida que Irulan y las Bene Gesserit instrumentan es sugerir al Barón que reemplace a Rabban con el feroz Feyd-Raytha, el segundo sobrino del Lord Harkonnen, el cual es brillante, sádico y carismático y puede doblegar tanto a la revolución Fremen como contrarrestar la influencia de Paul sobre los habitantes del desierto. Todo esto impulsa un inevitable choque de fuerzas en Arrakeen, la capital de Arrakis, en donde las partes beligerantes librarán una batalla a muerte y en donde el ganador tendrá el control de todo el Universo.

Crítica: Duna: Parte Dos (2024)

Es imposible describir con palabras el trabajo formidable que ha hecho Denis Villeneuve con Duna: Parte Dos. Logra que la historia se entienda. La hace más compleja y le mete mas jugadores a la trama sin volverte loco. Es épica y emocionante. Pero, por sobre todo, logra despegarse de una vez por todas de la sombra de David Lynch. Aún con todos sus problemas el filme de 1984 sigue siendo el punto de referencia de todas las versiones posteriores del libro de Frank Herbert. Que la miniserie del 2000 se veía idéntica pero más pobre. Que Stellan Skarsgard era un tibio reemplazo para el salvaje barón Harkonnen de Kenneth McMillan. Que Timothée Chalamet no le llegaba ni a los talones de la estatura épica de Kyle MacLachlan. Esperen a ver las sorpresas que nos tiene reservadas Villeneuve con la Parte Dos, y después me dicen.

Si esperaban una regurgitación más elegante y pulida de la segunda mitad del filme de 1984, olvídenlo; ésta es una película totalmente diferente. Sí, están Paul Atreides, los Fremen y los Gusanos de Arena, pero los personajes funcionan de manera muy diferente, incluso, respecto de la Parte Uno del 2021. Stilgar ahora es un ferviente creyente que ve señales en Paul de que él es el Mesías que estaban esperando. Lady Jessica ya no es una pobre víctima del destino sino que trae su propia agenda, explotando la fe de Stilgar para convertirse en el reemplazo de la Reverenda Madre de los Fremen, forzar a su hijo a cumplir su destino, e incluso usar a los Fremen y Paul para cobrar revancha de las Bene Gesserit, el Emperador, los Harkonnen y todo aquel que se interponga en el camino. Chani no es un adorno romántico sino una guerrera curtida que ve la honestidad de Paul, pero también contempla cómo su alma se retuerce ante los nuevos poderes que va adquiriendo cada día que pasa en el desierto y respira la Especia que flota en el aire. Y es que Paul, aunque todos clamen que es el Lisan al-Gaib / Mahdi / Kwisatz Haderach (distintos nombres puestos por los Fremen y las Bene Gesserit para el Mesías que vendrá a regir toda la galaxia), no quiere aceptar ese destino para sí mismo. La Especia le permite tener visiones del futuro, una en donde hay masacres a lo largo de Arrakis y del resto de la Galaxia y donde él es el responsable. Chani no cree en la profecía, para ella es solo fanatismo religioso que quiere ver un salvador en un simple extranjero con habilidades diferentes; pero, para Paul, es un destino torturante e inevitable, porque la única manera de vencer a los asesinos de su padre y aniquiladores de su casa familiar es convertirse en el Dios todopoderoso que todos ven en él.

Ya con eso, nos salimos del camino de la versión de Lynch, que era estoica y épica, y no profundizaba en absoluto en los personajes. Pero esperen a ver los villanos. Está Christopher Walken como el Emperador, pero no es un necio arrogante al estilo José Ferrer de 1984; éste es un hombre viejo, sin poder, manipulado por las Bene Gesserit, y que descansa sobre los hombros de su hija, la princesa Irulan, la cual es una brillante conspiradora. Ella va aprendiendo los mecanismos del poder, pero ya es capaz de leer la realidad y trazar algunos planes, aunque siempre las Bene Gesserit le controlen lo que quiere hornear. Por otro lado, Feyd-Rautha ya no es un loquito en traje de cuero que hace un cameo y aparece para el duelo final; termina transformándose en el verdadero antagonista de la historia, reemplazando en el rol a su tío, el Barón Harkonnen. Mientras que todos son excelentes, la performance de Austin Butler es por lejos lo mejor del filme. Es un sicópata siniestro e inteligente, introducido a poco tiempo de comenzada la película, y con espacio de sobra para explayarse sobre lo que entiende que es ejercer el control sin piedad. Cuando a “la bestia” Rabban la rebelión Fremen se le va de las manos – la guerrilla le sabotea casi toda la producción de Especia -, Feyd-Rautha es llamado para hacer control de daños. Es expeditivo y sádico, pero también un líder nato, y no es difícil verlo como la versión oscura de Paul Atreides. Incluso las Bene Gesserit conspiran para que, si no pueden con Paul y tienen que eliminarlo, al menos pueden probar con otro intento de Mesías obtenido a partir de la semilla de Feyd-Rautha.

Pero nada de esto funcionaría si Timothée Chalamet no le hiciera justicia al rol. Es increíble ver a Chalamet – Wonka! el tipo amable de Mujercitas! el que se quería transar a Jennifer Lawrence cuando nos cayera un cometa en el coco! – convertirse en una figura fuerte, heroica y a la vez trágica. Es una performance formidable que evoluciona a lo largo del filme, primero torturado por ver su futuro como inspirador de una guerra sangrienta y – una vez que cobra impulso y se decide tomar el Agua de la Vida, la cual es letal para los hombres pero es la única que puede desatar todo su potencial -, devenido en un líder implacable y temerario que abraza con furia su destino simplemente porque sabe que es inevitable. En un momento él – ya convertido en el Kwisatz Haderach – irrumpe en un templo en el sur de Arrakis, la zona donde viven los Fremen fundamentalistas (los cuales se comportan como musulmanes, orando de rodillas en el suelo y formando un círculo alrededor del sacerdote de turno), y empieza a discutir con cada uno de ellos, ya sea utilizando su clarividencia para darles detalles de sus respectivos pasados, o combatiendo los argumentos que dicen que un extranjero no puede ser el próximo Mesías. Es una escena que me hace acordar al pasaje de la Biblia donde Jesús irrumpe en el templo, echa a los mercaderes y debate con los no creyentes. Y Chalamet se luce, sacadísimo, convencido de sus palabras pero, a la vez, enojado con su madre porque esa escena fue impulsada por ella, porque sabe que si no levanta en armas a todas las facciones Fremen (incluso las más radicales) no va a poder ganar la guerra por la posesión del planeta. Hay momentos en que te da la impresión de Lady Jessica quiere tener su propia orden de Bene Gesserit (o someter a las actuales a su enorme poder) a cualquier costo.

El final es raro. Es épico pero como que pasa demasiado rápido. Hay ciertas muertes que deberían ser descomunales o más dramáticas, pero simplemente… ocurren. Al menos el duelo entre Paul y Feyd-Rautha es salvaje y sangriento, a años luz de la teatralidad de Sting y MacLachlan. Hay muchos elementos nuevos – el feto de Lady Jessica absorbe también el Agua de la Vida y es omnisciente, amén de hablar con ella todo el tiempo; hay otras Bene Gesserit disfrazadas como mujeres comunes; el clímax no es el fin de la historia sino que es el inicio de una Jihad intergaláctica – que cambian todas las expectativas que uno tenía de la segunda parte. Desde ya que es mucho mas satisfactorio que el final de la Parte Uno, pero quedan cabos sueltos importantes que se resolverán en la Parte Tres. Habrá que ver si la magia de Villeneuve continúa en la tercera entrega (basada en Mesías de Duna, de la cual se hizo la adaptación en la miniserie del 2003 Children of Dune por si uno no quiere esperar tres años a ver la secuela), ya que la trama ahora es mucho más densa y hay muchos más personajes y facciones en danza como para que la gente pueda volver a hilar todo el tejido de todas las conspiraciones que quedaron abiertas con esta entrega.

Algún comentarista dijo que la Dune de Villeneuve es Star Wars para adultos. Qué idiotez. La creación de George Lucas es una aventura ingenua basada en un universo de fantasía lleno de personajes blancos y negros. Por el contrario, la obra de Villeneuve ya ha superado a todas las versiones posibles de la obra porque ha logrado capturar la complejidad de la épica de Frank Herbert a la vez de traducirla para que la entienda todo el público. No sólo todos los personajes (sean de los buenos o de los malos) tienen su propio proyecto conspirador, sino que el héroe – el ser más poderoso de la galaxia – ha pasado a ser un individuo atormentado porque no ve la forma de cambiar su destino ni todas las muertes asociadas a su mera existencia. Es un universo plagado de tonos de gris, en donde el triunfo del héroe termina siendo una victoria pírrica.

Duna: Parte Dos roza los límites de la obra maestra. El tema, claro, es que se trata del capítulo intermedio de una historia mucho más larga que aún no terminamos de leer. Pero cuando llegue – y si el nivel se mantiene -, va a ser una obra épica de proporciones históricas, superior a La Guerra de las Galaxias y a la altura de La Trilogía del Anillo, porque excede en inteligencia, es accesible, emociona y trata un montón de temas complejos de manera inusualmente didáctica.

LA SAGA DE DUNA

El libro de Frank Herbert tuvo dos adaptaciones: Duna (1984), dirigido por David Lynch; y Duna (2000), una miniserie dirigida por John Harrison. Children of Dune (2003) es su secuela y adapta los libros Hijos de Duna y El Mesías de Duna. Jodorowsky’s Dune (2013) es un documental que narra el fallido intento del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky en rodar el libro de Frank Herbert a mediados de los años 70. Duna: Parte Uno (2021) y Duna: Parte Dos (2024) son parte de una trilogía formada por el director Denis Villeneuve, basada en los dos primeros libros de la saga.