Crítica: Dulces y Sangrientos 16 (Totally Killer) (2023)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2023: Kiernan Shipka (Jamie Hughes), Olivia Holt (Pam Miller), Troy L. Johnson (Lauren Creston adolescente), Julie Bowen (Pam Hughes), Lochlyn Munro (Blake Hughes adulto), Kelcey Mawema (Amelia Creston)

Director: Nahnatchka Khan, Guión: Jen D’Angelo, David Matalon & Sasha Perl-Raver

Trama: En Halloween de 1987 tres chicas de 16 años fueron asesinadas de 16 puñaladas por un homicida enmascarado. El caso quedó impune y ahora han pasado 34 años desde el suceso. Jamie Hughes se prepara para pasar Noche de Brujas con sus padres Blake y Pam; pero Pam es atacada y asesinada en su casa.  Jamie ha visto el homicidio y ahora es perseguida por el asesino, terminando por refugiarse en la cabina de fotos de un parque de diversiones abandonado. Mientras lucha a brazo partido con el maníaco, el puñal del asesino se clava en el panel de control y activa la máquina. Es que en realidad la cabina de fotos es una máquina del tiempo que la amiga de Jamie, Amelia, estaba montando para la feria científica de su escuela secundaria. Asesino y víctima son trasladados a 1987, y Jamie logra perder al maníaco en la multitud. Varada en el Halloween donde ocurriera la masacre, Jamie intentará detener al asesino antes que liquide a las chicas; pero su mayor sorpresa era que su madre Pam formaba parte de la pandilla de las víctimas y, por alguna extraña razón, se salvó de ser masacrada en 1987. Amén de salvar las vidas de las adolescentes y de su propia madre, deberá lidiar no sólo con los enormes cambios de cultura y mentalidad de los ochentas sino que tendrá que buscar el respaldo de Lauren, la madre de Pam – y la cual era adolescente en esa época -, que fue la autora original del proyecto de la máquina del tiempo. De lo contrario a Jamie le será imposible volver al futuro.

Crítica: Dulces y Sangrientos 16 (Totally Killer) (2023)

Después de Happy Death Day Blumhouse se topó con una mina de oro – mezclar algún clásico de fantasía con un slasher – dando a luz una serie de comedias de terror muy buenas. En Happy Death Day era Halloween & Hechizo del Tiempola protagonista revivía una y otra vez el día que la asesinaban – y, luego, con Freaky, hicieron el pastiche de Halloween con Un Viernes Alocadodonde víctima y asesino serial intercambian sus cuerpos -. Ahora es el turno de licuar Halloween con Volver al Futuro y el resultado es Totally Killer / Dulces y Sangrientos 16la cual no funciona tan bien como debiera. A pesar del esfuerzo esto salió disparado directo al streaming (se estrenó en Prime Video) y le cayó bien a unos cuantos… aunque yo le encuentro un montón de problemas que la lastran terriblemente.

Mientras que en Happy Death Day y Freaky la causa de los enredos era algo mágico o desconocido – y te ahorrabas los dolores de cabeza de dar explicaciones de por qué pasa lo que pasa (aunque en la secuela de Happy Death Day descubríamos que había un artefacto experimental en el laboratorio de la preparatoria que generaba el bucle temporal) -, cuando Totally Killer se mete con Volver al Futuro precisa necesariamente un dispositivo de ciencia ficción que no existe en la realidad, y alguien con altura científica como para explicarte qué pasa con los viajes en el tiempo y si alterás algo en el pasado. Todo eso se va al garete inmediatamente – hora de poner los ojos en blanco – cuando descubrís que la máquina del tiempo es una garita para sacar fotos modificada por una morena de 16 años y creada como su proyecto científico para la expo de fin de año del secundario.

Como ocurría con el DeLorean de Doc Brown, apenas usás la máquina del tiempo ésta se rompe, razón por la cual debés buscar a la versión joven de Doc Brown en el año en que caíste – en este caso, 1987 -, en donde no existe Doc Brown sino la madre de Doc Brown (!), la cual pensaba desde hace años construir una máquina del tiempo, en un montón de intentos que nunca dieron resultado. Si antes no pudo, ¿por qué ahora sí va a poder?. ¿Porque el libreto precisa que la protagonista pueda regresar a la actualidad?.

Si el tema del viaje en el tiempo está desarrollado como el tuje, el otro punto que compromete la “credibilidad” del relato (comillas a lo Doctor Evil!) es que la protagonista es una santurrona ultra PC que habla de ecología, racismo, discriminación sexual y un montón de sanata woke que te da asco. Claro, cuando llega a los 80s descubre que aún se usan caras de indios como logos de equipos deportivos, la gente puede pedir sin problemas información personal que hoy se considera confidencial, e incluso puede entrar en un montón de lugares sin presentar ningún tipo de credenciales. Ciertamente los 80s eran super diferentes a lo que es ahora – no habían tiroteos / masacres en las escuelas, las relaciones personales se basaban en la confianza, y hasta las revisaciones personales no se consideraban “manoseo” -, pero el personaje de Kiernan Shipka siempre está subido a un pony de superioridad moral que se la pasa desaprobando todo lo que ocurre en 1987. Eso no quita que el filme haga sus trampas – acá hay una integración racial que no existía en los 80s (léase, parejas de morenos y asiáticas / blancas) – y te venda una visión de los 80 que no era tal cual.

Si uno deja de lado la protagonista woke y lo ridículo del mecanismo del viaje en el tiempo que usa el filme, Dulces y Sangrientos 16 se deja ver y tiene unos cuantos momentos divertidos. Hace 35 años un asesino serial liquidó a tres muchachas en el pueblo de Vernon, liquidándolas a los 16 años mediante 16 puñaladas. Al tipo nunca lo atraparon pero ahora, en la época actual, reaparece y liquida a la madre de la Shipka. Desesperada, la Shipka acude a su amiga y decide usar su (experimental) máquina del tiempo para volver al día donde ocurrieron los tres asesinatos en 1987, tanto para evitarlos como para descubrir quién es el asesino. Como es una chica moderna, no logra entender cómo no existe análisis de ADN, la jerga de la época, o lo zarpados que eran en los 80s. Por otro lado, sin celular ni internet se siente perdida, así que debe hacer de improvisada detective sobre la marcha. En ningún momento se plantea el tema de qué come, dónde duerme o siquiera se baña, ya que al libreto no le importa un pomo aunque toda esa porción de la historia transcurra a lo largo de una semana.

Pero Dulces y Sangrientos 16 va a los tumbos. El acto I zafa, el II es divertido pero con baches, y en el final se desmadra mal. Gran parte del drama es que la directora Nahnatchka Khan no es Christopher Landon (el de Freaky y Happy Death Day, y padre de este subgénero de pastiches), el cual podría haber camuflado los baches argumentales para que no fueran tan irritantes. Los momentos de terror no asustan y un montón de chistes le erran al blanco por mal timing. Es que en realidad Kiernan Shipka parece Laurence Olivier al lado del resto del elenco adolescente, ya que son incapaces de decir con convicción siquiera una línea. La Shipka fue – y sigue siendo – una fiesta para los ojos, una actriz con gracia y carisma pero no hay nadie que se le arrime en el plano actoral. Lo de Julie Bowen es un simpático cameo… y el cómo Randall Park sigue apareciendo en todo lo que veo (che!, el otro día vi Larry Crowne y ahí estaba!; es como un virus de computadora!) sigue siendo un misterio para mí. Debe haber hecho muchísimos amigos mientras apareció en The Office.

Dulces y Sangrientos 16 está muy lejos de Freaky y Happy Death Day. La agenda feminista de la directora y los guionistas complican todo. El viaje en el tiempo podría haberse integrado de otra manera – un profesor de preparatoria que estaba desarrollando una máquina experimental, no la idiotez de la genialidad de una adolescente que después, de grande, terminó trabajando en una empacadora de carne (!!!) -. El final no tiene sentido, y si bien no es una de esas películas que te hace brotar de bronca la sangre – el famoso “90 minutos de mi vida que nunca volverán” -, tampoco tiene tantas cualidades como para arrimar el bochín, darle tres atómicos y ganar una tibia recomendación. Si la ve, zafa con apenas lo justo y, si no la ve, tampoco se pierde de nada.