Crítica: Damsel (Damisela) (2024)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaUSA, 2024: Millie Bobby Brown (Elodie), Ray Winstone (Lord Bayford), Angela Bassett (Lady Bayford), Brooke Carter (Floria), Nick Robinson (Príncipe Henry), Robin Wright (Reina Isabelle)

Director: Juan Carlos Fresnadillo – Guión: Dan Mazeau

Trama: Elodie, hija de Lord Bayford, ha recibido una propuesta de casamiento por parte del príncipe Henry, hijo de la Reina Isabelle. La comarca de Bayford está pasando por una hambruna debido a una mala cosecha, así que el padre de Elodie arregla una generosa dote en oro que servirá para ayudar a su pueblo. Aunque Elodie no está de acuerdo con el trato, decide aceptar casarse por el bien de la gente de la comarca. La ceremonia se celebra en poco tiempo y, para terminarla, Elodie debe cumplir con ciertos ritos locales. Uno de ellos es visitar la montaña sagrada, en donde conmemoran el sacrificio de un ejército de valientes que hace siglos hizo frente al dragón que asolaba el reino y logró destruirlo. Pero todo es una trampa, y Elodie termina siendo lanzada a un foso. Con graves heridas Elodie descubrirá no sólo que el dragón sigue vivo, sino que durante generaciones el reino de Aurea ha estado sacrificando tres damiselas para evitar que ataque al castillo. Lastimada y sin armas, Elodie deberá ver la manera de escapar de la cueva… aunque el dragón – que es capaz de hablar – ha anticipado todas sus jugadas y está dispuesta a devorarla apenas cometa un descuido.

Crítica: Damsel (Damisela) (2024)

“Y ahora… ¡unas palabras de nuestro redactor!”

La mala leche abunda en la comunidad crítica norteamericana. Uno entiende que el público ya ha agarrado cierto prejuicio contra los filmes protagonizados por heroínas – Madame Web y Las Marvels entre los casos recientes -, sencillamente porque los últimos ejemplos han sido horribles (no son malos filmes de superhéroes: son, simplemente, películas malas!) pero no siempre es así. Miren a Mujer Maravilla. Pero no: como si fuera la tendencia de moda, si el filme es sobre una heroína (y tiene el plus de venir de Netflix) es automáticamente espantoso. Y, lo que es peor de todo (como si todo se redujera a una cuestión de género), hay mujeres que reseñan cine y a las que los medios la mandan al frente – como si solo una mujer podría criticar una película de mujeres / hecha por mujeres -, cosa que nadie disienta o apedree su opinión porque ya se está alzando la misoginia tóxica contra una voz femenina. Lo peor de todo – y cito el caso de IGN – es que la periodista que reseñó Damisela le da con un caño de manera tan salvaje como cuando el Guasón redujo a pulpa a Robin en Una Muerte en la Familia. Sororidad cero, el mero trabajo de una mercenaria que vomita lo que sus patrones le dicen, o quizás otro de esos vagos que hace una review basada en el trailer y el resumen del filme de la Wikipedia. El puesto hay que mantenerlo, el sueldo no es despreciable, y ciertamente hay medios que tienen posturas políticas (o económicas) como para pegarle a algunos y ser complacientes con otros. El caso típico es la enorme cantidad de críticas positivas que suelen tener los filmes de Disney, incluso los más horribles o desabridos. No enfurezcan al Ratón. Metámonos con Netflix, que tiene menos influencia. En todo caso la objetividad de la reseña es nula.

Uno puede que no sea el mejor crítico del mundo – solo soy un cinéfilo que vio mucho cine, redacta textos de manera decente y que, alguna que otra vez, está inspirado y produce algún análisis que, creo, puede ser novedoso -, pero intento ser honesto, soy independiente, y trato de no equivocarme con mis juicios de valor. Hay críticos independientes en todas partes – James Berardinelli, nuestro colega Richard Scheib por citar un par de casos y nombrar a gente que sigo con frecuencia -, con los cuales discrepo en contadas ocasiones (¡no es que esté a su altura!) porque parecen haber visto una película muy distinta a la que acabo de ver y empiezo a reseñar. Lo mío pasa por el lado de las emociones y, si una película con gaffes de todo tipo igual me conmueve, entonces no veo el por qué no darle una buena calificación. También es cierto que ver demasiado cine te puede adormecer los sentidos, o que uno se obsesiona con el árbol en vez de ver el bosque, pero uno no debe olvidar al niño interior que ve el mundo con otra ingenuidad y de manera mas simple. Es por eso que a Damisela le voy a dar 4 atómicos super bien merecidos, porque ni por asomo es el horror que la mitad de la crítica dice. Tengo claro que Netflix se manda sus mocos, pero esto no es el engendro que todos claman. Los efectos especiales son buenos – no sé si se bancan una pantalla de cine o un televisor hiper gigante en 4K -, las performances son buenas y la historia no apesta. No es que Millie Bobby Brown se transforma de tímida indefensa en ultra badass MBB, asesina de dragones -, pero la evolución de la heroína es creíble. El final es razonable, la integración racial no es alevosa, y hay un discurso feminista integrado de manera aceptable. Hay otras películas que te escupen todo eso en la cara, porque vienen con la agendita woke / de la integración de manera tan agresiva que te repele. Acá está Angela Bassett, pero al menos tienen el tino de ponerla como madrastra – no como la estupidez de La Sirenita live action donde Javier Bardem siempre estuvo casado con la misma esposa (ahora muerta) y tuvo hijas morenas, latinas, asiáticas, etc (la genética no miente!) -. Hay guardias morenos. Hay una novia asiática. Si en un reino de fantasía hay razas, ¿por qué solo debe haber enanos, elfos y humanos blancos teta?. En vez de pintarle de azul la piel a un tipo, ¿por qué no poner alguien de color en el papel?.

Uno podría decir que Damisela es un proyecto que se le escapó a Disney… pero no lo es!. Al principio todo indica que sí… hasta que el dragón (voz aguardentosa de Shohreh Aghdashloo, que es lo más parecido al equivalente femenino de Benedict Cumberbatch) empieza a achicharrar gente o aplastarla contra el suelo (y explotando como si fueran bolsas de tinta roja!). MBB no es una piba entrenada en las artes de la guerra, pero tiene formación rural y a lo sumo sabe cortar leña (o sea, alguien que no vive rodeada de pompones). Cuando el reino de su padre – Ray Winstone, el tipo con menos clase para hacer de rey (lo suyo son los mafiosos) – está en la mala, la única salvación es casar a MBB con el príncipe del reino cercano (Nick Robinson, otro error de casting), el que es hijo de la agresiva reina Isabelle (Robin Wright, una muestra de clase como siempre y recordando sus tiempos de La Princesa Prometida). La dote para la familia de la novia es una cantidad enorme de oro. MBB acepta el sacrificio por el pueblo, amén de que el príncipe no está nada mal. Lo que ocurre es que todo se trata de una conspiración para echarla en el foso que yace en la montaña del dragón, cosa que se la mastique y el bicho cumpla su promesa de no atacar el castillo. Cuando se enteran de esto, padre y madrastra de MBB van a su rescate… pero meterse en la guarida de la fiera es simplemente una misión suicida.

En el segundo acto pareciera que Damisela va a ser la versión de fantasía de Duro de Matar, con MBB seriamente lastimada, curándose sus heridas y arrastrándose por ductos de aire… eh… huecos angostos y largos estratégicamente diseñados por la producción, ya que el interior de la montaña es un laberinto. Pero no. Hay corridas y saltos, pero ningún acto temerario ridículamente increíble. Lo único que quiere la novia traicionada es poder escapar y alejarse del reino a toda prisa. Las cosas cambian cuando empiezan a caer gente de su familia en la cueva. En el medio MBB ha descubierto un espantoso secreto, el cual cambia todo el punto de vista de la historia.

Los duelos entre el dragón y la damisela son razonables. Es lista, pero no es la Mujer Maravilla. Improvisa sobre la marcha sin ser ridículamente badass. Por supuesto Millie Bobby Brown es toda una fiesta para los sentidos, tiene apenas 20 años pero la seguridad de una veterana y un carisma que pocas actrices tienen. Y, lo que es mejor, tiene rango actoral. Estaría bueno que, en algún momento, deje de ser la mascota de Netflix (pero ahí, al menos, oficia de productora de sus propios vehículos y tiene control creativo), y pase a la pantalla grande para que la veamos nominada al Oscar en alguna oportunidad. Es valiente porque demuestra miedo, y porque sólo se lanza contra las balas cuando su familia está en peligro. Y tiene mucha actitud. Cuando termina el filme, no es la misma piba inocente del principio. Incluso el climax es super sólido. No, no va a dejar su marca en la historia del cine, pero tampoco es un bodrio. Es un espectáculo disfrutable con unos cuantos momentos inspirados, y que encuentra cierto placer en revertir los clichés del género. El director de esto es Juan Carlos Fresnadillo, el mismo de la excelente 28 Semanas Después / Exterminio 2, la secuela del clásico de zombies de Danny Boyle del 2002. Fresnadillo se muestra como un tipo con talento que ha estado demasiado tiempo bajo el radar – del 2007 hasta ahora sólo dirigió dos películas y capítulos de series -, y que merece estar en la pantalla grande. Lo suyo acá es super sólido.

Damisela no es ni por asomo un insulto a la inteligencia. El discurso feminista está bien integrado y no te agarra del cogote para que te lo tragues. Como entretenimiento es muy válido. Es como una fantasía Disney con algo más de realismo y masacres, pero tampoco creo que sea una aberración como para que la vean niños de 7 años o más, ya que una tonelada de pibes de esa edad que ven cosas peores como películas de zombies devoradores de tripas – esto le va a parecer mucho más aguado -. Es una buena película, con momentos destacados, y un entretenimiento recomendable… siempre y cuando si viene siguiendo las reseñas de este escriba y viene concordando con sus sugerencias.