Crítica: Los Conquistadores de Atlantis (1978)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1978: Doug McClure (Greg Collinson), Peter Gilmore (Charles Aitken), Shane Rimmer (Capitán Daniels), Lea Brodie (Delphine Briggs), Michael Gothard (Atmir), Hal Galili (Grogan), John Ratzenberger (Fenn), Derry Power (Jacko), Cyd Charisse (Atsil), Daniel Massey (Atraxon)

Director: Kevin Connor, Guión: Brian Hayles

Trama: Fines del siglo XIX. La tripulación del Texas Rose se dirige a aguas abiertas cerca de las islas Bermudas, en donde explorarán el fondo del mar a bordo de una esfera sumergible. Pero luego de hallar en el lecho marino varias reliquias pertenecientes a una civilización desaparecida, el barco es atacado por un gigantesco pulpo y sus tripulantes son apresados y llevados a un increíble mundo submarino. Allí reinan los supervivientes de la raza atlante, quienes han convertido en esclavos a todos los náufragos que han capturado, incluyendo a la expedición científica del Texas Rose. Y aún con todos sus increíbles avances tecnológicos, los atlantes no han podido dominar a las razas mutantes que proliferan en la zona. Ahora un ejército de gigantescas criaturas ataca la ciudad central de la Atlántida y los naúfragos deberán aprovechar la ocasión para escapar, aún cuando sus vidas corran gravísimo peligro.

Los Conquistadores de Atlantis (1978) Hablemos de Los Conquistadores de Atlantis. Tiene personajes aniñados y estereotipados, efectos especiales apenas pasables, y montones de momentos tontos. No es el Citizen Kane del cine de aventuras. ¿Estamos de acuerdo?. Pero al menos es honesta con la modestia de sus intenciones, y eso es de agradecer. Tiene cierta cualidad mágica que sólo los sólidos filmes de matinée ofrecen, y es contar con una premisa válida que te transporta a otro mundo, a la cual cuida con bastante esmero como para no arruinarla y termina por convertirla en una aventura medianamente excitante. Un barco, una esfera sumergible, un reino perdido submarino, criaturas gigantes… y Doug McClure!.

En realidad el cine clásico de aventuras es escapismo puro. Es viajar mentalmente a lugares exóticos, enfrentarse a peligros inimaginables, y vivir apasionados romances mientras las flechas vuelan alrededor… El tema pasa porque el acceso a ese universo de aventuras está aquí, en la Tierra, y al alcance de nuestra mano (lo cual es mucho más accesible que ir a Tatooine o viajar a la Tierra Media). Es nuestra opción de convertirnos en héroes por un rato, y de escaparnos de nuestra tediosa y rutinaria vida durante 90 minutos. Uno aguarda – tal como el chico de Wanted, Se Busca – que una puerta se abra, aparezca una persona y nos diga que sólo nosotros podemos combatir a una amenaza maligna que se cierne sobre el mundo; o que se abra un portal y pasemos a explorar una tierra desconocida que no figuraba en los mapas. Es cierto que el terror y la ciencia ficción también son escapistas, pero el género de aventuras se siente más cercano y real. Quiero abandonar ya mismo la oficina y embarcarme en el batiscafo con Doug McClure, o cruzar delicados puentes colgantes con Indiana Jones. El género de aventuras ha existido desde siempre – desde Las Mil y Una Noches hasta ahora – y ha iluminado los corazones de millones de personas durante miles de años, con sus sueños de heroismo legendario que serán recordados por generaciones.

Los Conquistadores de Atlantis es el último capítulo de una tetralogía sobre mundos perdidos que dirigiera Kevin Connor en los años 70, y todos protagonizados por Doug McClure. Los otros títulos son La Tierra Olvidada por el Tiempo (1975), En el Corazón de la Tierra (1976), y La Gente Olvidada por el Tiempo (1977). Para Los Conquistadores de Atlantis los productores han puesto toda la carne en el asador y, al menos en esta ocasión, los efectos especiales son potables. El pulpo que ataca el barco está notablemente bien hecho, y las criaturas de la Atlántida van de muy bueno a ok. En un momento hay un ejército de tortugas mutantes gigantes (primos lejanos de Gamera?) que escalan las monumentales murallas de la ciudad mientras la gente las bombardea sin éxito desde las alturas, y es lo que podría tildarse como la grand mise en scene del filme.

Pero más allá de los FX, el enorme mérito de Los Conquistadores de Atlantis es que entretiene a pesar de sus desprolijidades. No hay un momento aburrido en todo el filme. Ciertamente hay diálogos naif y una catarata de conceptos delirantes – atlantes viviendo bajo el mar, originarios de Marte y convertidos en mutantes semi anfibios; criaturas gigantes depredando sus ciudades; náufragos de todas las épocas, convertidos en esclavos inmortales; una utopía new age, plagada de tecnología futurista -, y se suman algunos momentos realmente malos (como los peces voladores, disparados como cañitas voladoras y largando humito), pero el balance final es sumamente positivo. Es que el filme se aferra a una fórmula a prueba de balas, y mete una situación de peligro tras otra como para que el ritmo no decaiga. ¿Que con otro director y más dinero el filme hubiera sido mejor?. Es probable, pero como aquí las intenciones del director Kevin Connor son muy modestas y honorables – llevarte a otro mundo durante una hora y media de tu tiempo, y hacer que no te aburras en el camino -, podemos dar por cumplida su misión.