Crítica: Cenicienta (2021)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2021: Camila Cabello (Cenicienta), Nicholas Galitzine (príncipe Robert), Idina Menzel (madrastra), Pierce Brosnan (rey Rowan), Minnie Driver (reina Beatrice), Tallulah Greive (princesa Gwen), Billy Porter (fabulosa Hada Madrina)

Director: Kay Cannon – Guión: Kay Cannon

Trama:  El rey Rowan quiere que su hijo Robert se case para definir de una vez la sucesión del trono. Para ello ha organizado un baile en palacio en donde todas las mujeres de buena clase están invitadas como candidatas. Pero Robert no quiere saber nada de casarse por compromiso sino por amor y, disfrazado de plebeyo, se ha escabullido en el pueblo para conocer como funcional el mundo real. Así es como se ha topado con Ella, una chica joven y descuidada con alma de modista que quiere poner su propia tienda de vestidos. Enamorado de la chica a primera vista, Robert desea toparse con Ella en el baile… pero la madrastra de la chica no está de acuerdo, saboteando su vestido para evitar que se presente y le robe la oportunidad de que el príncipe se fije en ella (o en alguna de sus dos feas hermanastras) para desposarla. Pero el alma pura de Ella llamará la atención de la Fabulosa Hada Madrina, la cual cree en el amor puro y vestirá a Ella con los mas fascinantes ropajes mágicos. La magia se reinicia en el baile… pero Ella solo tiene tiempo hasta medianoche, tras lo cual el hechizo desaparecerá y volverá a sus ropas de pobre. Escapando de la fiesta – y perdiendo un zapato de cristal en la huida – Ella volverá a su vida triste y aburrida en el sótano de su madrastra… a menos de que el príncipe lance una masiva búsqueda en todo el reino con tal de hallar a la hermosa dueña del zapato de cristal perdida, aquella que le ha robado el corazón de una vez y para siempre.

Crítica: Cenicienta (2021)

Cinderella para la generación Glee. No tengo dramas con ello – meter unas cuantas canciones y modernizar un cacho un relato demasiado conocido no va a matar a nadie – pero, aún con una mentalidad abierta, la versión 2021 de Cenicienta es un horrendo fracaso. El problema no es que haya afro americanos en la corte del rey Rowan (protagonizado por un avergonzado Pierce Brosnan, esperando que le den rápido el cheque para poder escapar de este bodrio) ni que el hada madrina sea el moreno hiper-queer  Billy Porter – rayos!; ojalá el filme hubiera tomado mas decisiones descontracturadas como ésa – sino que el tercer acto derrapa, se estrella y explota por los aires de la peor manera posible gracias al exceso de corrección política. El príncipe no quiere ser mas príncipe porque la realeza es una autarquía pasada de moda y alejada del pueblo, Cenicienta se va a laburar de modista de alta costura para una reina morena (imposible que sea una consorte decorativa) y, en lugar del príncipe queda su hermana (¿ésa, de dónde salió?) en el trono, la cual es un dechado de feminismo, corrección política y ecología. Ni siquiera la madrastra y las hermanas son demasiado malas; a lo sumo son “incomprendidas”.

Por supuesto el drama con todo esto es que todo el asunto se termina convirtiendo en una bobada indigerible a medida que avanza la proyección. En sí el musical es un género cursi a mas no poder: un melodrama cantado que vive en su propio universo con sus propias reglas. Darse cuenta de ellas y bromear sobre eso no está mal, incluso diría que está recomendado – hasta Glee se daba cuenta que a veces se pasaban de rosca con los giros dramáticos -; el problema es si te ponés discursivo y empapás todo con la corrección política hasta el punto de lo panfletario e intragable. ¿Por qué la madrastra malvada de Cenicienta ya no es malvada sino “una mujer equivocada”? ¿Porque la interpreta la ídola Idina Menzel?. La renuncia a la corona es una bobada atómica simplemente porque éste es un cuento de princesas – hecho para un público joven – y si a Cenicienta no la convertís en princesa sino en mujer de negocios liberada e independiente estas traicionando el espíritu del cuento. Podés cambiar muchísimas cosas en Cenicienta pero no podes alterar el final para mandar un mensaje feminista que suena idiota. ¿Por qué no convertirla en una activa personalidad de la realeza a lo Princesa Diana de Gales?. ¿Acaso Diana ha dejado de ser un ícono para las mujeres?.

Hay un mix de canciones ignotas escritas para la ocasión y algunos hitos de Madonna, Ed Sheeran o Queen como para mechar la banda sonora y sacarla del anonimato. Como protagonista Camilla “Habana na-na-na” Cabello es tan bonita como tronca, y el resto (a excepción de Billy Porter, el único con picante en todo el elenco) anda como un zombie por la pantalla. La Menzel se ve envejecida y yo la hubiera enrocado por Minnie Driver, la cual tiene garra de sobra para ser villana… pero acá todos están pasados de Valium o se ven visiblemente incómodos (Brosnan again) con las líneas de dialogo que le tocan. Y, para frutilla del postre, está James Corden. No estoy seguro si lo soporto; lo que es seguro es que es mufa y choca todos los musicales filmados en que ha participado, sea In the Woods, Cats o The Prom.

Como entretenimiento liviano Cenicienta 2021 zafa… hasta que los minutos pasan y la mano de la corrección política se vuelve pesada e intragable. Nop, no hay gente simpática en el cast y todos actúan de mal a mediocre o de manera totalmente desubicada. Acá se precisaba mas humor para compensar la ridiculez reinante, convirtiendo al público en cómplice de la payasada. Pero la responsable de esto – Kay Cannon, la de la saga Pitch Perfect – decidió hacerse la banana y así le fue, con un puntaje avergonzante en la IMDB y críticas que seguramente sepultarán su carrera.