Crítica: Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos (ZPG: Zero Population Growth) (1972)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1972: Oliver Reed (Russ McNeil), Geraldine Chaplin (Carol McNeil), Don Gordon (George Borden), Diane Cilento (Edna Borden)

Director: Michael Campus, Guión: Frank De Felitta & Max Ehrlich

Trama: En el futuro la Tierra estará superpoblada y los recursos no alcanzarán para mantener a toda la población. Un edicto del consejo mundial ha prohibido tener hijos, con el castigo de la pena de muerte a los violadores de la norma. Ya han pasado ocho años desde el edicto, y el matrimonio McNeil se encuentra en una profunda crisis. Carol McNeil ha decidido quedar embarazada, ya que todo su ser clama para ser madre. Su esposo Russ la esconde en el sótano de la casa, para que complete la gestación sin riesgos de ser denunciada. Pero el matrimonio vecino de George y Edna Borden se han enterado del nacimiento. Y muy pronto una situación de alta tensión se produce entre ambas parejas por la tenencia compartida del niño. Los McNeil, viendo la progresiva agresividad del comportamiento de los Borden, deberán buscar una salida desesperada antes que sus vecinos los denuncien y los pongan en riesgo de muerte.

Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos En 1968 salió The Population Bomb, un best seller escrito por Paul R. Ehrlich que causó conmoción rápidamente. En su libro Ehrlich teorizaba sobre la tendencia del crecimiento de la población mundial para los años 70, lo que llevaría a una explosión demográfica para los años 80 con hambrunas mundiales y escasez generalizada de recursos. Si bien las profecías de Ehrlich no se cumplieron en la fecha prevista, sí lo hizo la tendencia, con la duplicación billonaria de la población del planeta. El hecho es que The Population Bomb cayó precisamente como una bomba, y Hollywood no quiso perderse el filón de la polémica. En los setentas vendría una oleada de títulos que tocarían el tema, que van desde el clásico Cuando el Destino nos Alcance (¡ el Soylent Green está hecho con humanos!) hasta obras menores como La Fuga de Logan (en donde la gente debía perecer a los treinta años). ZPG o Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos entra dentro de ese pelotón de retaguardia.

Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos tiene por igual tanto virtudes como su porción de pifias y ridiculeces. El guión (escrito, entre otros, por Frank de Felitta, que daría a luz otros títulos fantásticos como Audrey Rose o El Ente) es muy inteligente al momento de pintar los pormenores de este futuro alternativo. La gente tiene una especie de versión televisiva de Internet, en donde consulta médicos o compra desde su casa. La polución es tanta que la mayoría de las especies animales y vegetales se han extinguido, y la gente asiste a museos para recordar cómo eran – incluso hasta la vida familiar parece haber muerto, ya que Geraldine Chaplin y Oliver Reed son parte de una compañía de actores que representan en el museo cómo era la gente en sus hogares en el siglo XX -. Incluso hay una fábrica que vende niños robots como reemplazo emocional para aquellas parejas que, después del edicto, no pudieron tener hijos. Si bien los mamotretos se ven ridículos, en sí no deja de ser una idea escalofriante.

El problema con esta distopía es que no tiene mucho sentido. Si bien es algo más coherente que la ridiculez de La Fuga de Logan – en donde la gente entraba en un carrusel mortal para intentar ganar su derecho a seguir viviendo después de los 30 años -, el edicto ordena no tener hijos y no ofrece otra solución que matar a los infractores (de la manera más idiota, mediante asfixia en una cúpula hermética). Por ejemplo, en este futuro los ancianos viven en una ciudad de jubilados (¿Gerontolandia?), cuando en realidad es gente que ya cumplió su ciclo y que podría ser la primera en ser eliminada en caso de necesidad. Mientras que el estado es muy dictatorial por un lado, es muy laxo por otro. En el fondo, la premisa de Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos no deja de ser un juego puramente intelectual – como es el caso de las distopías, que son utopías perversas pensadas en un sentido apocalíptico -, en donde se exploran los pros y contras de semejante situación, pero no se analiza si realmente es coherente. Hay un momento de impacto en el filme en el que un médico jubilado le dice a Geraldine Chaplin que “vencimos a la muerte… curamos el cáncer, las enfermedades del corazón … Realmente no sabíamos lo que hacíamos. Mira a lo que hemos llegado”.

Aún dejando de lado de si la premisa es inteligente o incoherente, hay otros detalles menores que empañan al filme. La performance de Oliver Reed es terrible – una sola expresión a lo largo de todo el filme – y parece completamente ajeno a lo que ocurre alrededor o con su pareja. Por el contrario, Geraldine Chaplin muestra un rango de gran variedad – emocional, endurecida cuando los vecinos empiezan a extorsionarlos – y es la que lleva la película adelante. El resto está ok, aunque sus performances son algo robóticas – quizás sea una orden del director, para mostrar que la gente sin hijos está muerta sentimentalmente -. El climax es otro golpe de efecto sin sentido: en vez de hacer las cosas sobre la hora, Reed y Chaplin podrían haberse escapado tranquilamente y con mucha mayor holgura de tiempo.

Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos está bien. Tiene sus momentos buenos, y hay otros en que parece una ridiculez sofisticada. El escenario del futuro es interesante. El problema es que el resto de la historia no lo es tanto.