Crítica: X2 (X-Men 2: United) (2003)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaUSA, 2003: Hugh Jackman (Logan / Wolverine), Brian Cox (General William Stryker), Ian McKellen (Eric Lehnsherr / Magneto), Patrick Stewart (Profesor Charles Xavier), Famke Janssen (Dra Jean Grey), Halle Berry (Aurora Munroe / Tormenta), Rebecca Romijn-Stamos (Mystique), Alan Cumming (Kurt Wagner / Nightcrawler), Shawn Ashmore (Bobby Drake / Iceman), Anna Paquin (Marie / Rogue), Aaron Stanford (John / Pyro), James Marsden (Scott Summers / Cíclope), Kelly Hu (Yuriko)

Director: Bryan Singer – Guión: Bryan Singer, Michael Dougherty & Daniel P. Harris

Trama: El presidente de los Estados Unidos ha sido atacado por un mutante durante su estadía en la oficina oval. Pero todo ello ha sido una puesta en escena del general William Stryker, un militar que ha experimentado con los mutantes hasta el punto de poder controlarlos mentalmente y obligarlos a cometer actos terroristas para que el presidente, engañado, los declare enemigos del estado y los persiga hasta la extinción. Ahora el golpe maestro es atrapar a Charles Xavier para que utilice a Cerebro – la super computadora con la cual Xavier amplifica sus poderes mentales – para matar de manera simultánea a todos los mutantes del planeta. Con los X-Men en fuga y perseguidos por los militares, Wolverine y los suyos deberán formar una alianza impensable con Magneto y sus huestes para localizar a Xavier y desbaratar los planes de Stryker antes que sea demasiado tarde. Pero la operación tomará otro cariz cuando Wolverine se entere que Stryker está relacionado con el origen de sus superpoderes – en especial, el esqueleto de Adamantio que posee -, detalle que convertirá a la misión en una cuestión personal.

Crítica: X2 (X-Men 2: United) (2003)

Nunca fui demasiado fanático de los filmes de los X-Men. Son inteligentes, interesantes, demasiado conversados y escasos de escenas superheroicas memorables (nada que le llegue a los pies de algo tan económico y miserable como Christopher Reeve colgado de una cuerda invisible y rescatando a Margot Kidder de un helicóptero en desgracia en Superman 1978). También es cierto que el género de los superhéroes en el nuevo milenio recién estaba cortando sus dientes y venía en la cuarta oleada – la primera es de los 60s y tiene el Batman de Adam West y varios comics europeos como Diabolik y Satanik; la segunda tanda llegó en los 70s con Superman y las versiones televisivas de personajes Marvel, la mas exitosa de las cuales fue la larga serie de El Increíble Hulk; la tercera invasión vino con Batman en 1989, que dió a luz cosas de todo tipo como la horrenda Capitán América de Albert Pyun y el inesperado hit de La Máscara -, sacudiéndose el prejuicio de género menor e infantil y viniendo con todo para quedarse. Entre Blade (1998), X-Men (2000) y El Hombre Araña (2002), Marvel armaría una cabecera de playa lo suficientemente exitosa como para largarse en solitario con Iron Man en el 2008 y dar comienzo a ese fenómeno crítico y taquillero que es el Universo Cinemático Marvel.

X2 es la secuela de lo que iniciaron en el 2000. En vez de poner a unos contra otros – los bandos de Charles Xavier contra Magneto -, el libreto opta por poner en el centro de la escena al coronel William Stryker, un villano humano partidario del genocidio mutante y que tiene un retorcido gusto por experimentar con ellos. Stryker juega un papel fundamental en la historia de Wolverine el cual, afectado por la amnesia de un shock que no logra recordar, anda descifrando pistas sobre su pasado. Acá Stryker manipula a unos cuantos mutantes con sicotrópicos y extorsiones para que cometan atentados, dejen pistas y obtener el visto bueno del Presidente para una represalia sin cuartel. Ya que el arma a usar es el mismo profesor X – operando una versión modificada de Cerebro, la megacomputadora que puede ubicar a cualquier mutante en el mundo e incluso dominarlo – y el plan es el genocidio, resulta necesario que los desbandados hombres X recurran a la ayuda de su archienemigo Magneto para derrotar a la amenaza de turno antes de que sea demasiado tarde.

Las diferencias entre los filmes iniciales y la saga de precuelas comenzada por Matthew Vaughn en el 2011 con X-Men: First Class son enormes. Vaughn es excéntrico y le gusta la pirotecnia pero, por contra, el nuevo cast carece del magnetismo sexual que posee Famke Janssen, Halle Berry y, sobre todo, Rebecca Romijn-Stamos, la cual se lleva la parte del león. Alucinantemente hermosa y sexy, es una máquina de seducir y matar, una criatura expeditiva y sin conciencia a diferencia de la conflictuada versión de Jennifer Lawrence (que es muy bonita, pero la Romijn queda mucho mejor en azul!). Acá no es la amante de Charles Xavier / Magneto sino una sicaria a las órdenes del personaje de Ian McKellen. Por su parte Magneto es mucho mas diabólico y maquiavélico, no dudando un instante en cambiar el giro de los acontecimientos para intentar exterminar a la raza humana.

Pero aunque estas versiones de los personajes son mejores y mas sólidas, la acción aparece de a ratos y se restringe a algunas refriegas entre facciones. Ciertamente los X-Men de Bryan Singer son de los héroes mas egoístas del universo, sólo peleando por sus causas en vez de usar sus superpoderes para defender a los inocentes o mejorar la calidad de vida de la humanidad. Unos viven escondidos en la escuela de Xavier mientras que los otros complotan para matar a los humanos en su totalidad aplicando darwinismo puro de manera pragmática, expeditiva y amoral simplemente porque la humanidad es la raza obsoleta y los mutantes son la iteración siguiente destinada a dominar el mundo y ocupar su lugar. Cosa curiosa (y posiblemente por su origen judío) para Magneto los mutantes son una élite y una tribu, donde los nombres humanos no existen sino los motes ganados por sus superpoderes (como cuando le dice al personaje de Aaron Stanford: “no, no, ese no es tu nombre verdadero. ¿Cuál es tu nombre real?”).

Eso no quita que haya momentos notables, en especial el ataque inicial de Nightcrawler (el siempre excelente Alan Cumming), cuyo pathos es descartado de plano porque el filme decide priorizar el soso romance entre Rogue e Iceman. Quizás la escena mas original (aunque no lograda por la inclusión de demasiadas obviedades) consiste en el regreso de Iceman / Bobby Drake a la casa de sus padres, los cuales se echan la culpa sobre el estado mutante de su hijo y le piden si podría ser “menos mutante”. Pareciera que Singer hubiera metido la escena a propósito, en donde se puede cambiar el “estado mutante” por “salida del closet del hijo gay”, con el plus de que el celoso hermano no duda ni un instante en llamar a la policía como si fuera un colaboracionista nazi en la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es el drama que de Bobby sea mutante y convierta en hielo las cosas?. Ni que fueran los padres de Nightcrawler…

X2 es una buena película, pero no es de las que pondría en mi videoteca. Hugh Jackman está genial siempre, y esta gente exuda carisma e inteligencia, pero el exceso de personajes y de rollo interno entre ellos no me convence. Los grandes filmes de superhéroes se lucen cuando el protagonista salva al inocente en un acto temerario, generando esa escena memorable que no te olvidas nunca. Acá, en cambio, la humanidad se salva de rebote mientras esta gente discute y pelea como si fuera la interna de un partido político, en donde la gente común está de adorno o solo sufre las consecuencias de sus trifulcas.

LOS HOMBRES X

La saga de X Men se compone de: X-Men (2000) – X2 – X Men United (2003) – X-Men 3: La Batalla Final (2006) – X-Men: Primera Generación (2011) – X-Men: Dias del Futuro Pasado (2014) – X-Men: Apocalipsis (2016) – X-Men: Fénix Oscura (2019). Los Nuevos Mutantes (2020) es un spinoff fallido centrado en un grupo de mutantes adolescentes.
Además se han desarrollado sagas independientes: la saga de Logan / Wolverine con X-Men Orígenes: Wolverine (2009) – Wolverine: Inmortal (2013) – Logan (2017)
La saga de Deadpool, el mercenario bocón: Deadpool (2016) – Deadpool 2 (2018)