Crítica: X-Men 3 La Batalla Final (X-Men 3: The Last Stand) (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2000: Hugh Jackman (Logan / Wolverine), Patrick Stewart (Profesor Charles Xavier), Ian McKellen (Eric Lehnsherr / Magneto), Anna Paquin (Marie / Rogue), Famke Janssen (Jean Grey / Dark Phoenix), James Marsden (Scott Summers / Ciclope), Halle Berry (Aurora Munroe / Tormenta), Rebecca Romijn-Stamos (Mystique)

Director: Brett Ratner

Trama: Una cura ha sido descubierta para el gen que causa la mutación. Esto provoca la inmediata ira de Magneto, que lo ve como un intento de depurar la raza. Mientras el profesor Xavier instruye prudencia a los suyos frente a la noticia, pero siente convulsiones en la armonía del ambiente. Es que Jean Grey ha reaparecido (ahora la llaman Phoenix), siendo ahora un ente que recuerda a lapsos su vida pasada y con poderes superiores al de cualquier mutante. Y mientras Xavier y Magneto pujan por atraer a Phoenix a sus bandos, todo está listo para que desate una guerra final entre los mutantes, en pos de la defensa o la destrucción de la cura de la mutación, fuertemente apertrechada en la isla de Alcatraz, convertida en un laboratorio de última generación.

X-Men 3 - The Last Stand X-Men 3: The Last Stand continúa con las peripecias de los mutantes creados en 1963 por Jack Kirby y Stan Lee, que había recibido tratamiento cinematográfico en dos ocasiones anteriores, de la mano de Bryan Singer.

Es difícil encontrar una entrega mediocre en los films basados en la Marvel, posiblemente porque la editora de comics mantiene cierta mano férrea en el aspecto creativo de las películas. Eso no quita que haya algunos personajes que hayan recibido tratamientos blandos como Daredevil, o directamente mediocres como The Fantastic Four. X Men es la saga más exitosa de la editorial junto con Spiderman, y el cuidado puesto en la misma es notable en este film, incluso con la ausencia de Singer (que partió a dirigir Superman Vuelve) y el cambio de posta por un director tan chato como Brett Ratner. Sea un director camaleónico o directamente, falto de personalidad, el espectador no siente la ausencia de Singer – salvo un par de excepciones importantes, que lastran el film en contra de los buenos méritos que muestra Ratner la mayor parte del tiempo -.

El mayor problema de toda la saga de X-Men es que, al traspasarlo a la pantalla grande, los guionistas se han tomado la libertad de convertirlo en cierta pasarela de fenómenos de circo. Si uno ha seguido el comic, o las versiones animadas – de notable calidad – hecha para la TV, podrá apreciar que los elencos de X Men generalmente son reducidos y estables (4 o 5 personajes por bando). A lo sumo, varían de temporada a temporada. Wolverine, Jean Grey, Mystique, etc. son del elenco estable, pero cada temporada o versión contaba con algunos personajes nuevos que permanecían el resto de la serie (secundarios también estables). En la saga cinematográfica esto no pasa, ya que si bien hay un grupo central de personajes, los secundarios van y vienen con velocidad pasmosa, y lo que es peor, en cada entrega se presentan más y más caracteres nuevos. Es como que los guionistas siempre quieren sorprender en cada entrega sumando mutantes a raudales, lo que perjudica la trama, ya que tantos papeles resultan imposibles de desarrollar en un metraje medido como el de un film. Acá por ejemplo, desaparece olímpicamente el Nightcrawler de X Men 2, y aparecen una parva de mutantes que habían participado en cameos en entregas anteriores. El problema es que hay un elenco tan grande, además de las premisas ambiciosas que quiere contar la película, hace que los desarrollos de tridimensionalidad de los personajes se vea enormemente podado. La superpoblación mutante de la pantalla impide, por ejemplo, desarrollar en profundidad el debate ético y moral que debería producir la aparición de una vacuna que les devuelva la normalidad. El film intenta compensar esto con un muy buen ritmo en términos de acción, pero resiente en que ciertos personajes principales – Tormenta, Cyclope, Wolverine – terminan por protagonizar cameos extendidos más que liderar dramáticamente la historia.

Pero si bien este es un problema de fábrica de la saga cinematográfica, hay otros problemas nuevos. El primero es decir que esta es la conclusión de una trilogía, hecho que toma por sorpresa a cualquiera. No hay noticias en los filmes anteriores de que la historia estaba concebida en tres partes. Funcionaban muy bien como capítulos aislados. Pero de pronto aquí aparece la urgencia de terminar con la trilogía – que nunca existió -, y se apuran los ritmos para una narración que siempre se tomaba su tiempo en desarrollar mínimamente a sus personajes, optando por terminar historias en forma abrupta. Lo cual culmina con el segundo problema del film, que le llamaré el síndrome Serenity. Si usted vió la película de ciencia ficción de Joss Whedon, verá que el guionista y director descubre, en un momento dado, que la historia que propone es tan larga y ambiciosa, y que ha incluído tantos caracteres conocidos, que decide hacer una poda en el elenco – eliminandolos para darle aire y desarrollo a los personajes sobrevivientes -. A Whedon la jugada le sale bien porque le permite dar espacio de pantalla a quienes quedan, y usar el proceso de eliminación como golpes de efecto a la audiencia. Acá la jugada no es tan feliz, simplemente porque la trama es tan densa que matando tres o seis personajes no mejora la performance del relato; y porque el golpe de efecto resulta alevoso, sorpresivo y hasta bajo. La mortalidad del elenco aumenta a niveles sorprendentemente altos, y evidencia la trampa del guión, comparándolo con el índice de supervivencia de las dos entregas anteriores. Pero no conformándose con eso, Ratner atina a un par de falsas escenas de shock – una sobre el final y otra, después de la lista de créditos finales -, que desvirtúan y diluyen el efecto impactante que había construído. Suprimirlas habría resultado mejor – no sé si la orientación del relato era la adecuada, pero el director debería haber mantenido su visión, ser fiel a sus directivas, en vez de jugar un par de trucos baratos que suenan ilogicos y tramposos -.

Esto no indica que X Men 3: The Last Stand sea un mal film. Es más intenso en acción, mucho más espectacular que los anteriores. Tiene caracteres menos desarrollados, hay nuevas presencias como la de Bestia de Kelsey Grammer que se agradecen, hay subtramas desperdiciadas como la de la nueva Jean Grey / Phoenix que se son incluídas alevosamente para proveer un climax de fuegos artificiales al final, sin explotar todas las posibilidades del tema. Pero mas allá de sus contradicciones, tiene un muy buen ritmo. Pero degrada sus logros con sus shocks, algunos de los cuales termina desautorizando a la postre, lo que le reduce crédito. Es como esos films de Martes 13, donde Jason revivía en el último segundo, después de ser masacrado, saltando en frente de la cámara. Sustos baratos, que se burlan del espectador y de cierta lógica – siquiera cinematográfica – que había desarrollado el relato. Y que no lo merecía la historia.

LOS HOMBRES X

La saga de X Men se compone de: X-Men (2000) – X2 – X Men United (2003) – X-Men 3: La Batalla Final (2006) – X-Men: Primera Generación (2011) – X-Men: Dias del Futuro Pasado (2014) – X-Men: Apocalipsis (2016) – X-Men: Fénix Oscura (2019). Los Nuevos Mutantes (2020) es un spinoff fallido centrado en un grupo de mutantes adolescentes.
Además se han desarrollado sagas independientes: la saga de Logan / Wolverine con X-Men Orígenes: Wolverine (2009) – Wolverine: Inmortal (2013) – Logan (2017)
La saga de Deadpool, el mercenario bocón: Deadpool (2016) – Deadpool 2 (2018)