{"id":28928,"date":"2019-11-05T02:09:55","date_gmt":"2019-11-05T05:09:55","guid":{"rendered":"http:\/\/localhost\/arlequin2024ultra\/?page_id=28928"},"modified":"2019-11-05T05:29:39","modified_gmt":"2019-11-05T08:29:39","slug":"historia-planeta-simios","status":"publish","type":"page","link":"http:\/\/localhost\/arlequin2024ultra\/historia-planeta-simios\/","title":{"rendered":"Art\u00edculos: la historia de El Planeta de los Simios (1968)"},"content":{"rendered":"

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Volver al Indice – art\u00edculos sobre Cine Fant\u00e1stico<\/a>\u00a0\/\u00a0un art\u00edculo de Alejandro Franco<\/a><\/h2>\n

En 1968 aparec\u00eda una pel\u00edcula que marcaba toda una revoluci\u00f3n cultural y sacar\u00eda a la ciencia ficci\u00f3n del gueto de los seriales baratos y la serie B. Antes que La Guerra de las Galaxias existi\u00f3 otro fen\u00f3meno de culto, y \u00e9sta es la cr\u00f3nica del empecinado productor de Hollywood que luch\u00f3 contra lo imposible para poder materializarlo.<\/em><\/strong><\/p>\n

\"Art\u00edculos:<\/p>\n

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Detr\u00e1s de todo gran hombre hay una gran mujer, reza el dicho. Y detr\u00e1s de todo gran filme hay un gran productor<\/em>. En el caso de El Planeta de los Simios<\/strong> – el filme, sus secuelas, la franquicia… el legado<\/em> – se trata de Arthur P. Jacobs. Fue gracias a Jacobs – y de su lucha contra viento y marea durante a\u00f1os<\/em> – que Planet of the Apes<\/strong> pas\u00f3 de ser una idea delirante a un filme que cambiar\u00eda a la industria cinematogr\u00e1fica de una vez y para siempre. El hombre que crey\u00f3 en el proyecto a pesar de todo. El idealista que convenci\u00f3 a medio mundo de que deb\u00edan darle una oportunidad. El gran armador que reuni\u00f3 al equipo de talentos y t\u00e9cnicos que era necesario para convertir al proyecto en un filme \u00e9pico que har\u00eda historia.<\/p>\n

Pero Jacobs no era un hombre de medias tintas. Su vida y su carrera fueron tan intensas como su esp\u00edritu, un precio que terminar\u00eda pagando con el cuerpo en 1973 cuando fallecer\u00eda de un ataque card\u00edaco a la temprana edad de 51 a\u00f1os.<\/p>\n

Arthur P. Jacobs: el hombre de negocios… el visionario<\/h2>\n

Jacobs comenz\u00f3 en la industria a los 21 a\u00f1os, trabajando como mandadero para la MGM<\/strong> en 1943. En tan solo cuatro a\u00f1os Jacobs saltar\u00eda de la MGM<\/strong> al departamento de publicidad de la Warner Brothers<\/strong>, lugar en donde aprender\u00eda con holgura todos los vericuetos del oficio. Y en 1947 se convertir\u00eda en uno de los representantes de artistas mas j\u00f3venes de la industria, con apenas 25 a\u00f1os de edad. Para 1959 el talento de Jacobs hab\u00eda seducido a super estrellas tales como\u00a0Gregory Peck, James Stewart, Judy Garland y Marilyn Monroe, los cuales terminaron enrolados en su agencia.<\/p>\n

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Pero, como suele ocurrir en Hollywood, Jacobs no quer\u00eda permanecer en la periferia y quer\u00eda ser parte del negocio. Es por eso que terminar\u00eda convirti\u00e9ndose en productor, formando en 1963\u00a0APJAC Productions<\/strong> y despach\u00e1ndose con su primer film,\u00a0What a Way to Go!<\/strong>, una comedia multiestelar con Robert Mitchum, Shirley McLaine, Paul Newman, Dean Martin, Gene Kelly y Dick Van Dyke, distribu\u00edda a trav\u00e9s de la Fox<\/strong>. La pel\u00edcula tendr\u00eda su \u00e9xito y le dar\u00eda cierta posici\u00f3n de poder con la Fox<\/strong>, asegur\u00e1ndole el flujo de recursos necesarios para concretar su siguiente proyecto, la desproporcionada Doctor Dolittle<\/strong> (1967).<\/p>\n

Doctor Dolittle<\/strong> estuvo plagada de problemas desde el principio: p\u00e9sima elecci\u00f3n de escenarios que demoraron el rodaje e hicieron escalar los costos; el insoportable divismo del protagonista, Rex Harrison, que hac\u00eda desplantes de todo tipo en el set; horrendas canciones, gui\u00f3n mediocre… Si uno analiza en profundidad, ver\u00e1 que los problemas de producci\u00f3n de Doctor Dolittle<\/strong>\u00a0no eran excepciones sino la regla en una era caracterizada por superproducciones excesivas y costosas, la mayor\u00eda de las cuales no llegaban a recuperar la totalidad de sus costos en la taquilla y hasta llegaban a poner en aprietos a los estudios que las bancaban. La Fox<\/strong> conoc\u00eda de sobra el tema cuando estuvo a punto de fundirse a causa de la disparatada producci\u00f3n de Cleopatra<\/strong> en 1963.<\/p>\n

Pero Doctor Dolittle<\/strong> dej\u00f3 ganancias – magras en comparaci\u00f3n al enorme presupuesto, pero ganancias al fin<\/em> – e incluso lleg\u00f3 a competir por algunos Oscars<\/em> a causa del fuerte lobby<\/em> que hizo la Fox<\/strong> frente a la Academia, considerando que su bendici\u00f3n pod\u00eda revivir al filme en la taquilla. Con el honor intacto – a pesar de las complicaciones de Doctor Dolittle<\/strong><\/em> -, Jacobs decidi\u00f3 tirarse al agua con su proyecto mas jugado, una fantas\u00eda de ciencia ficci\u00f3n basada en una novelita francesa cuyos derechos hab\u00eda adquirido antes de que entrara en prensa en 1963… y que dar\u00eda lugar a una \u00e9pica legendaria.<\/p>\n

Nace El Planeta de los Simios<\/h2>\n

Para 1963 Pierre Boulle era un escritor de \u00e9xito. Hab\u00eda sido esp\u00eda durante la Segunda Guerra Mundial, y buena parte de sus experiencias en la guerra las hab\u00eda plasmado en su primera novela, El Puente Sobre el Rio Kwai<\/a> (1952), la cual se convirti\u00f3 en un formidable \u00e9xito literario. Hollywood sali\u00f3 corriendo a comprarle los derechos, dando lugar a una aclamada adaptaci\u00f3n cinematogr\u00e1fica que romper\u00eda r\u00e9cords de taquilla, ser\u00eda aplaudida por el p\u00fablico y la cr\u00edtica, y se alzar\u00eda con siete Oscars<\/em> en 1957.<\/p>\n

Pero Boulle era un escritor inquieto, saltaba de un g\u00e9nero a otro, y con una s\u00f3lida carrera literaria decidi\u00f3 hacer su obra mas experimental y aleg\u00f3rica,\u00a0La Plan\u00e8te des Singes<\/strong>, en 1963.<\/p>\n

En\u00a0La Plan\u00e8te des Singes<\/strong>, dos astronautas recogen una botella flotando en el espacio, la cual contiene un mensaje. En \u00e9l, un astronauta del a\u00f1o 2500 llamado Ulysse M\u00e9rou cuenta su historia: habiendo formado parte de una expedici\u00f3n al sistema Betelgeuse, tras dos a\u00f1os de viaje llegaron a\u00a0un planeta habitable donde se toparon con una raza humanoide sumida en estado salvaje. El primer encuentro no sale como esperaban: los humanoides atacan la nave de M\u00e9rou y la destruyen, e incluso asesinan al chimpanc\u00e9 que la misi\u00f3n ten\u00eda como mascota. La raz\u00f3n: un sentimiento de profundo horror y odio hacia los primates… pero M\u00e9rou no alcanza a comprender el por qu\u00e9 hasta que se topa con una cuadrilla de simios parlantes, vestidos y civilizados, que cazan y matan a los humanoides por deporte o simplemente los atrapan para esclavizarlos. La sociedad simia del nuevo planeta no difiere demasiado de la sociedad humana del siglo XX, incluso posee el mismo grado de avance tecnol\u00f3gico. Cada raza simia tiene una funci\u00f3n predefinida en el comando de la sociedad en su conjunto: los agresivos gorilas forman la polic\u00eda y el ej\u00e9rcito, los orangutanes tienen a su cargo el gobierno y los altos mandos religiosos, y los chimpanc\u00e9s son cient\u00edficos.<\/p>\n

Habiendo sido atrapado y llevado a un laboratorio, M\u00e9rou da muestras de su inteligencia a dos chimpanc\u00e9s, Cornelius y Zira, quienes lo exhiben ante la civilizaci\u00f3n simia, le dan privilegios y vestimenta, e incluso le dan una compa\u00f1era con la cual M\u00e9rou tiene un hijo. Mientras tanto Cornelius – un prominente arque\u00f3logo<\/em> – ha dado con los restos de una antigua civilizaci\u00f3n humana y ha hallado un dispositivo parlante que le explica los sucesos hist\u00f3ricos que la llevaron a la decadencia y eventual extinci\u00f3n. Habiendo domesticado a los simios como mascotas primero, y como sirvientes inteligentes despu\u00e9s, los humanos comenzaron un proceso de retroceso intelectual que termin\u00f3 con el alzamiento de los simios, la toma de ciudades, la erradicaci\u00f3n a campos de concentraci\u00f3n y mas tarde el exterminio de los humanos presos, dando lugar a una desbandada general y su exilio en bosques y monta\u00f1as como si fueran animales salvajes.<\/p>\n

La historia aterroriza a M\u00e9rou, quien teme que el racismo de la sociedad simia termine por gestar un atentado contra sus vidas. Sabiendo que los simios tienen preparada su primera misi\u00f3n espacial, M\u00e9rou se ofrece como sujeto de pruebas y logra recalibrar el trayecto de la nave, volviendo a la Tierra despu\u00e9s de todos estos a\u00f1os. La enorme sorpresa de la historia es que, al aterrizar en Par\u00eds, Francia, los oficiales que salen a recibirlo son simios.<\/p>\n

(N de R: como puede verse, la historia de Boulle es tan rica en ideas que pueden encontrarse la simiente de varias de las secuelas de la saga – desde Conquista del Planeta de los Simios<\/a> hasta la nueva trilog\u00eda<\/a>, pasando por la fallida remake de Tim Burton<\/a> cuyo cl\u00edmax es mucho mas fiel al final de la novela original -)<\/em><\/p>\n

La historia concluye con los astronautas que recogieron el manuscrito – que resultan ser simios inteligentes<\/em> -, los cuales descartan la historia por ser absurda y porque la noci\u00f3n de un humano inteligente es rid\u00edcula.<\/p>\n

Asegur\u00e1ndose los derechos de una novela delirante<\/h2>\n

Considerando la \u00e9poca, la premisa de\u00a0La Plan\u00e8te des Singes<\/strong> era demasiado sicod\u00e9lica. Sin embargo Jacobs – que estaba en Francia en 1963 y que por un agente literario hab\u00eda tenido acceso a un resumen de la novela de Boulle previo a su ingreso en la imprenta<\/em> – se sinti\u00f3 obnubilado por la premisa hasta el punto de que compr\u00f3 los derechos antes de que saliera a la calle. Jacobs admiraba desde ni\u00f1o a King Kong<\/a>, y \u00e9l estaba buscando un proyecto similar. Y aunque la historia de Boulle sonaba disparatada, si pod\u00eda ser materializada de manera decente pod\u00eda dar lugar a un \u00e9xito fenomenal. El tema era c\u00f3mo concretarla, en una \u00e9poca en donde la ciencia ficci\u00f3n era un g\u00e9nero despreciado en el ambiente cinematogr\u00e1fico por ser considerado demasiado juvenil y pulp<\/em>, habiendo sido reducido a los seriales, la TV y la serie B. Claro, hubo exponentes de calidad en los a\u00f1os 50 – El D\u00eda que Paralizaron la Tierra<\/a>, El Enigma de Otro Mundo<\/a>, Planeta Prohibido<\/a>, This Island Earth<\/a> y La Guerra de los Mundos<\/a> <\/em>-, pero eran costosos, no ten\u00edan el \u00e9xito asegurado (Planeta Prohibido<\/strong> y This Island Earth<\/strong> hab\u00edan puesto en apuros econ\u00f3micos a los estudios que la bancaron), y eran mas ejemplos aislados de un g\u00e9nero que peleaba por salir del gueto antes que una tendencia comercial extendida y lucrativa.<\/p>\n

Jacobs sali\u00f3 de gira por los estudios a intentar seducir a los ejecutivos, pero la respuesta fue negativa. Llevaba bajo la manga un mont\u00f3n de dibujos conceptuales sobre c\u00f3mo ser\u00eda la versi\u00f3n final del filme, pero no convencieron a nadie. Empecinado en su misi\u00f3n, Jacobs se fue a ver a Rod Serling – porque si hab\u00eda alguien en esa \u00e9poca que sab\u00eda sobre el g\u00e9nero fant\u00e1stico era \u00e9l, el autor de la serie de culto La Dimensi\u00f3n Desconocida<\/a><\/em> – y logr\u00f3 que le redactara un libreto. Y volvi\u00f3 a salir de ronda por los estudios, viendo incluso a gente por afuera del sistema como J. Arthur Rank en Inglaterra y Samuel Bronston en Espa\u00f1a, pero todos le dijeron que no.<\/p>\n

Si el prestigio de Serling no bastaba para vender la idea, a Jacobs se le ocurri\u00f3 seguir sumando nombres al proyecto. \u00bfQu\u00e9 tal una estrella?. O mejor dicho \u00bfqu\u00e9 tal si contrato a la mayor estrella de todos los tiempos?<\/em>. Y as\u00ed fue como termin\u00f3 yendo a ver a Charlton Heston, el cual acept\u00f3 en menos de una hora.<\/p>\n

El curriculum<\/em> de Heston era impresionante por donde se lo mire: desde Los Diez Mandamientos<\/strong> hasta Ben-Hur<\/a>, desde Marabunta<\/a> hasta El Cid<\/strong>… y todos los filmes que seguir\u00edan en su carrera, desde Aeropuerto 75<\/strong> hasta Terremoto<\/a> pasando por Cuando el Destino nos Alcance<\/a>. El tipo ten\u00eda la etiqueta de “\u00e9pico”<\/em> grabada a fuego en su frente, y su enrolamiento era un fuerte respaldo para el proyecto de Jacobs. Pero a Heston no lo entusiasmaba tanto el tema de los simios sino el del dilema de Taylor – el protagonista humano de la versi\u00f3n retocada por Serling<\/em> -, el cual era un mis\u00e1ntropo que se ve\u00eda obligado a trocar radicalmente su postura al descubrirse inmerso en una sociedad profundamente racista, convirti\u00e9ndose de facto en el inesperado defensor de los valores de la raza humana a la cual tanto despreciaba.<\/p>\n

Heston se convirti\u00f3 en copiloto de Jacobs en el proyecto. Fue Heston quien le sugiri\u00f3 traer a Franklin J. Schaffner como director, ya que lo conoc\u00eda luego de haber trabajado juntos en The War Lord<\/strong> (1965). Para ese entonces la experiencia de Schaffner era relativamente poca (apenas cuatro filmes previos a El Planeta de los Simios<\/strong>) pero hab\u00eda hecho thrillers<\/em> pol\u00edticos, cintas de espionaje, dramas intimistas y dramas hist\u00f3ricos con total eficiencia, convirti\u00e9ndose en un cineasta con una visi\u00f3n tan amplia que pod\u00eda manejar perfectamente cada una de las facetas de un proyecto tan complicado como \u00e9ste. Mas tarde Schaffner se revelar\u00eda como un director de porte con obras monumentales como Patton<\/a> y Papillon<\/a>.<\/p>\n

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Con Serling, Heston y Schaffner bajo el brazo, Jacobs volvi\u00f3 una vez mas a la carga y regres\u00f3 a visitar a los mismos ejecutivos que ya lo hab\u00edan rechazado dos veces. Todos le dijeron que no… excepto Richard Zanuck de la Fox<\/strong>, quien le pidi\u00f3 una prueba de c\u00e1mara… ya fuera para comprar la idea o para sacarse de encima a Jacobs de una vez por todas.<\/p>\n

Con el ultim\u00e1tum de Zanuck Jacobs tuvo que salir a buscar a un maquillador experto, alguien que pudiera materializar el milagro. Y a todos los que consult\u00f3 le se\u00f1alaron a John Chambers como el tipo adecuado para el trabajo. Chambers era un veterano de la industria del cine pero, antes de eso, trabajo para el ej\u00e9rcito creando pr\u00f3tesis para los veteranos mutilados durante la Segunda Guerra Mundial. La carta de presentaci\u00f3n de Chambers fue la truculenta La Lista de Adrian Messenger<\/a> donde un mont\u00f3n de super estrellas como Kirk Douglas, Tony Curtis y Burt Lancaster aparec\u00edan ocultas bajo una tonelada de maquillaje, lo que le daba un rostro totalmente distinto (y donde el juego con los espectadores eran que adivinaran qui\u00e9n era qui\u00e9n bajo el maquillaje).<\/p>\n

La tarea de Chambers era tit\u00e1nica: deb\u00eda crear t\u00e9cnicas nuevas y hacer que el resultado en pantalla se viera cre\u00edble. Jacobs y Chambers armaron una prueba piloto que consist\u00eda en dos partes: en la primera un narrador ubicaba al p\u00fablico en la historia – c\u00f3mo la nave espacial de Heston qued\u00f3 varada en un planeta desconocido, c\u00f3mo se topan con los humanoides, el descubrimiento de que \u00e9stos son cazados y (en lo que es la mayor sorpresa de la trama) c\u00f3mo los cazadores son simios inteligentes capaces de operar veh\u00edculos y armas<\/em> -; en la segunda estaba directamente Heston, discutiendo ideas con el doctor Saius – un maquillado Edward G. Robinson, amigo personal de Heston y cuyo fr\u00e1gil estado de salud le impedir\u00eda anotarse en el filme final al no soportar las largas sesiones de make-up<\/em> -, el orangut\u00e1n que hace de oficial cient\u00edfico en el borrador que Rod Serling hab\u00eda escrito.<\/p>\n