Crítica: Wild Wild West (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1999: Will Smith (Capitán Jim West), Kevin Kline (Artemio Gordon / Presidente Ulysses S. Grant), Kenneth Branagh (Dr Arliss Loveless), Salma Hayek (Rita Escobar), Ted Levine (General ‘Bloodbath’ McGrath), M. Emmet Walsh (Coleman)

Director: Barry Sonnenfeld, Guión: Brent Maddock, Jeffrey Price, Peter S. Seaman & S.S. Wilson

Trama: El lejano oeste, 4 años después del fin de la Guerra de Secesión norteamericana. Jim West es un agente secreto que opera para el gobierno del presidente Ulysses S. Grant, y se encuentra tras el rastro de un renegado general sureño llamado “Bloodbath” McGrath. Pero los caminos de West coinciden con los del mariscal Artemio Gordon, quien ha estado rastreando a McGrath desde hace rato. Uniendo fuerzas, pronto descubrirán que McGrath está aliado al poderoso doctor Arliss Loveless, un millonario sureño y genio en su campo que ha secuestrado a científicos de todo tipo para construir un arma indestructible; y, con ella, planea matar al presidente y exigir al congreso de la república la disolución de los Estados Unidos, devolviendo los terrenos a las potencias que lo poseían en la época colonial – y las cuales han accedido a financiar secretamente el golpe de estado de Loveless -. Con el tiempo en contra Gordon y West deberán impedirlo… aunque la supremacía militar y de potencia de fuego de Loveless sea tan grande que tan solo la mera idea de detenerlo resulte una locura.

Critica: Wild Wild West

    Wild Wild West (1999) Jon Peters y Barry Sonnenfeld. Qué dupla. No sé cual de los dos es mas destructivo; si el peluquero devenido mega productor hollywoodense – y responsable del clásico Batman (1989), pero también de otras dos millones de atrocidades sobreinfladas-, o el desubicado director de comedias que le mete humor slapstick a todo lo que filma. Al menos el trabajo televisivo de Sonnenfeld termina por redimirlo, generando cosas interesantes como la oscura versión moderna de La Isla de la Fantasía, Pushing Daisies o la fidedigna adaptación 2017 de Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados que se puede ver en Netflix. Todo ello compensa Hombres de Negro 2, los horrendos filmes de Los Locos Addams o engendros como RV.

Wild Wild West marca el declive de la carrera de Sonnenfeld. Adaptando la serie de culto de los años 60que era una especie de James Bond ambientado en el lejano oeste -, el tipo se despacha con un bodrio megamillonario en donde nada tiene cabeza y todo es exagerado. Al flaco le importan tres pepinos el tema de la credibilidad histórica al poner a un actor negro protagonizando un western (y ambientado a solo 4 años de la sangrienta guerra civil norteamericana originada por el racismo que embebía a la mitad de la nación). Oh, sí, existen westerns con morenos pero, en esos casos, son renegados o agentes federales que toman los trabajos mas sucios y menospreciados por los blancos – vean sino a Denzel Washington en la remake de Los Siete Magnificos -. Pero ponerlo acá, de agente secreto (!!!) al servicio personal del Presidente en una nación y una época tan ultra racista como ésa es prácticamente una afrenta (es una idea tan absurda como cuando en los filmes del luchador mexicano Santo ponían al Enmascarado de Plata en el rol de espía… ¿dónde diablos va a pasar desapercibido un tipo semidesnudo con careta y capa plateada?). Para colmo el libreto pone a Will Smith a hacer chistes racistas al momento que un grupo de rednecks sureños están a punto de lincharlo.

Claro, Will Smith es un comediante exquisito pero también es cierto que hay papeles a los cuales resulta imposible cambiarles el sexo o la raza. James Bond no puede ser negro o mujer, o Superman ser asiático o siquiera gay (de solo mencionarlo sería una idea escalofriante!). Hay personajes cuya naturaleza es imposible de cambiar por los dictados de la inclusión y la corrección política. Si quieren cambiar el sexo, la raza o la orientación sexual, mejor inventen otro personaje. Un moreno pasando desapercibido en una masa de racistas blancos es como una gota de café en un tazón de leche. ¿No era mejor contratar a otro comediante – un Jim Carrey, quizás – para el rol de Jim West?.

Pero la credibilidad histórica de Smith como West es el menor de los problemas. Al libreto le encantan las soluciones fáciles e ilógicas. Si el villano les lleva varios días de distancia, los héroes pueden inventar y construir un avión en un par de minutos – algo nunca probado hasta ese entonces – y alcanzarlo. La gente puede saltar de millones de metros de altura y salir caminado sin un rasguño. Si el villano da el discurso de su plan maestro, no le parecerá en absoluto sospechoso que una odalisca morena (Smith disfrazado de bailarina) aparezca de la nada, lo muela a patada y libere a los prisioneros mientras interrumpe su exposición. Entre eso y todos los saltos / caidas / truculencias de Smith, un Kevin Kline despojado de gracia (¿acaso pretende imitar a Peter Sellers, aceptando papeles con múltiples disfraces?) y un tren plagado de gadgets inútiles, el filme se vuelve desesperante. Rompe sus reglas a cada rato, crea situaciones tan originales como bizarras (como los guardias escondidos en las pinturas colgadas en la oficina del villano) y dispara chistes malos o escenas sin gracia. En muchos sentidos me hace acordar a la remake de Los Vengadores (de Emma Peel y John Steed), en donde la plata, los efectos especiales y las situaciones pasadas de rosca saturan la pantalla pero no compensan la falta de talento y de gracia para hacer algo entretenido.

Al menos Smith saca una sonrisa y Kenneth Brannagh demuestra que no es un estirado actor shakespearano. Reconvertir a Miguelito Loveless – de enano genio a racista sin piernas – es atroz, pero también era la única manera de reclutar a Brannagh, el cual devora la pantalla con gusto. Él y la imaginería steampunk son las gracias que salvan al filme de la bancarrota total (nota al margen: ya sabemos a dónde fue a parar la gigantesca araña robot que Jon Peters quería meter, a toda costa, en el fallido reboot del Hombre de Acero Superman Lives!)

Las Aventuras de Jim West es un disparate en el peor sentido de la palabra. La historia de fondo no está mal – ni siquiera la araña mecánica gigante – pero el problema son los personajes y las situaciones, que tienden a ser abismales. Sonnenfeld no entiende nada de crear momentos, climas o de ser sutil; todo lo subraya a fuerza de martillazos, los cuales terminan abrumando la cabeza del espectador en desmedro de la eficiencia del filme.

LAS AVENTURAS DE JIM WEST

Filmes basados en el personaje de Jim West y comentados en el portal: More Wild Wild West (1980) – Las Aventuras de Jim West (1999)