Crítica: Wild Target (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / Francia, 2010: Bill Nighy (Victor Maynard), Emily Blunt (Rose), Rupert Grint (Tony), Rupert Everett (Ferguson), Eileen Atkins (Louisa Maynard), Martin Freeman (Hector Dixon), Gregor Fisher (Mike)

Director: Jonathan Lynn, Guión: Lucinda Coxon, basada en el guión de Cible Emouvante de Pierre Salvadori

Trama: Rose es una empleada del departamento de restauración de obras de arte del museo de Londres, y se le ha ocurrido estafar a un poderoso millonario con una copia del famoso autorretrato de Rembrandt. Pero el potentado ha descubierto el engaño y ha contratado al expeditivo asesino Victor Maynard para que elimine a Rose y recupere el dinero. El tema es que Victor está solo, viejo y cansado de su vida, y mientras sigue a la chica termina por enamorarse de ella. Es por eso que, cuando los guardaespaldas del millonario encuentran a Rose para liquidarla por su cuenta, Victor cambia de opinión y los elimina. Rose piensa que es un angel guardián y lo contrata para protegerla mientras que legiones de asesinos a sueldo salen a rastrearlos por las calles de Londres. Y mientras Rose y Victor escapan, el enamoradizo asesino a sueldo no puede dejar de pensar que algún día la chica descubrirá la verdad acerca de él.

Wild Target (2010) Muchas veces uno ve un trailer y sabe que una película va a estar buena. A veces también ocurre que ese filme no tiene una gran taquilla y demora en salir en video … pero cuando lo hace, uno termina por confirmar todas sus sospechas. Llámese error de marketing o falta de apoyo del estudio, lo cierto es que Wild Target fracasó en Estados Unidos pero le fue bien en Europa. Posiblemente sea por una cuestión de gustos nacionales; a los yanquis les interesa la cartelera (las estrellas que figuran en él) y a los europeos, en cambio, les gusta la idoneidad de los intérpretes y la calidad de la historia. Pero sin dudas ésta es una de esas joyitas tan satisfactorias que uno descubre de vez en cuando en los videoclubes.

Esta es una remake de una comedia francesa de 1993, en donde Jean Rochefort actuaba junto con la hija de Jean Louis Trintignant y el hijo de Gerard Depardieu (un dato extremadamente bizarro es que Rochefort sigue vivo con sus 80 años mientras que los jovenes fallecieron y muy mal: Marie Trintignant fue golpeada por su novio hasta morir, y Guillaume Depardieu falleció de una neumonía contraída durante un rodaje en Rumania) (QC!). Una parva de estudios británicos y franceses financiaron el filme, y lo presentaron en USA en 8 míseros cines, como para tener un antecedente antes de despacharlo a video. Lo cual es una lástima, ya que toda la película transpira gracia y es mucho más efectiva que una legión de comedias similares (Cazarrecompensas, Killers, Encuentro Explosivo, etc) que palidecieron en la taquilla.

Aquí hay un asesino cincuentón y lleno de mañas (Bill Nighy), que viene de una familia de pistoleros a sueldo. Los padres le regalaron una pistola a los 8 años, la madre se entretiene liquidando mascotas, y el regalo de cumpleaños que le hacen al veterano profesional es un álbum de recortes de diario sobre sus ejecuciones más famosas. Por el otro lado hay una hermosa muchacha – Emily Blunt, quien es cleptómana, estafadora, retorcida… y la lista sigue – que decide timar al tipo equivocado con una pintura falsa, y en ese entonces llaman a Nighy para que recupere el dinero y liquide a la chica. Como Blunt es muy escurridiza, Nighy debe seguirla más de la cuenta y empieza a encariñarse con los hábitos bizarros de la chica … hasta que el millonario (Rupert Everett) se cansa y manda a sus propios gorilas a solucionar el caso. Nighy sale a defenderla, en la volteada aparece un vago drogadicto (Rupert Grint, quien termina por salvarlos a los dos), y el trío debe salir pitando a esconderse mientras otra tanda de asesinos profesionales va detrás de ellos. De más está decir que Nighy y Blunt se enamoran, y con Grint terminan por formar una familia disfuncional de asesinos, estafadores y aprendices, los cuales se refugian en una casa en la campiña hasta que lleguen los sicarios … o hasta que Blunt se entere de la verdadera profesión de su enamorado.

La película es un show de Bill Nighy y Emily Blunt. Nighy está más afectado que nunca y es delicioso verlo sobreactuar. Blunt, en cambio, es la anarquía en persona y la actriz la pasa bomba con el personaje. Ciertamente el romance entre ambos se ve forzado, pero por el resto basta que uno de ellos esté en escena como para que iluminen la pantalla. Hay momentos delirantes como cuando Nighy liquida a uno de sus objetivos y el loro de la victima memoriza su nombre … con lo cual el pájaro se transforma en un testigo peligroso y termina con el cañón de una 9 mm entre los ojos; o la bizarra madre sobreprotectora de Nighy, que sospecha que su hijo es homosexual y lleva una escopeta debajo de su silla de ruedas; o la enloquecida fuga con el Mini Cooper por las calles de Londres. Resulta innegable que la película es simpática en todo momento.

Lo que uno podría reprochar es que, con excepción de Nighy y Blunt, el resto se ve deslucido y eso que es un casting formidable. Rupert Grint (lejos de la franquicia Harry Potter) es algo molesto, Martin Freeman es muy light como el asesino que persigue al trío, y ni siquiera dos veteranos de la talla de Rupert Everett y Gregor Fisher (The Baldy Man!, y que había trabajado con Nighy en la excelente Love Actually) pueden hacer algo decente con las opacas lineas que le tocan en suerte. Es como si el libreto tuviera dos personajes muy pulidos y relegara al resto como material de relleno. Si los otros personajes hubieran estado mas cuidados, Wild Target sería un clásico y un gol de media cancha; y aún así, con sus defectos, sigue siendo una comedia más que recomendable.