Crítica: Los Criminales de la Galaxia (The Wild Wild Planet / I Criminali della Galassia) (1965)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia, 1965: Tony Russell (Comandante Mike Halstead), Massimo Serato (Dr Nurmi), Lisa Gastoni (Teniente Connie Gomez), Franco Nero (Jake), Umberto Raho (General Maitland), Aldo D’Ambrosio (Dr Anton Fryd)

Director: Anthony Dawson, Guión: Ivan Reiner

Trama: El futuro. Reportes de personas abducidas llegan a los oídos del jefe de seguridad de las Democracias Unidas, el comandante Mike Halstead, quien se encarga personalmente de la operación. Tras el fallido secuestro de un integrante del gobierno Halstead deduce que se trata de un operativo conducido por mutantes, quienes reducen a sus víctimas a la décima parte de su tamaño y las raptan para ser utilizadas en experimentos genéticos. El responsable parece ser el Dr. Nurmi, jefe de la poderosa corporación CBM, quien se encuentra diseñando una raza humana genéticamente perfecta y superpoderosa. Ahora Halstead deberá salvar a su novia, la teniente Connie Gomez, a quien Nurmi ha raptado y planea utilizar en su último experimento.

Los Criminales de la Galaxia (1965) Los Criminales de la Galaxia es una producción ultra pop que viene de Italia y de la mano del prolífico director Anthony Dawson (seudónimo del cineasta Antonio … MARGHERITI!, diría Brad Pitt en Bastardos sin Gloria). Margheriti es una especie de Jess Franco a la italiana, filmando barato, rápido y mal lo que sea. Como co productor de la película se encuentra la MGM, la que pensaba rodar cuatro filmes originalmente pensados para la TV pero que terminaron por estrenarse en cines. La saga pasó a ser conocida como la Tetralogía de Gama Uno (la estación espacial en donde ocurren los eventos y que aparece en todos los filmes) y se complementaría con los títulos I diafanoidi vengono da Marte (1966), Il pianeta errante (1966) y La morte viene dal pianeta Aytin (1967).

Este es un futuro de cartón pintado al estilo de la serie original de Star Trek, sólo que más vistoso ya que tiene algo más de dinero y diseñadores mucho más copados. Las maquetas de la base son enormes pero poco creíbles, y parece un festival de juguetitos multicolores (no son como los modelos a escala de Eiji Tsuburaya, los que tenían suciedad, cartelitos, etc. y eran mucho más realistas). Hay unos bonitos e incómodos autos con cúpulas de burbuja, lo que indica que en el futuro el confort y el diseño son incompatibles; después hay una especie de plato volador esquizofrénico – que la policía utiliza para monitorear la ciudad – que va a dos mil por hora pero siempre permanece en el mismo lugar (bah, siempre es la misma toma!), muchas chicas con minifaldas y pestañas postizas, y espectáculos teatrales salidos de los happenings del Instituto Di Tella. Calificar al apartado de efectos especiales de amateur es hacerle un cumplido.

Lo que no quita de que el filme sea estéticamente fascinante. Es un futuro colorinche y art decó, como diseñado por modistos. La producción incluso se ha tomado la molestia de armar coreografías de baile, obras teatrales y un vestuario muy variado como para escenificar un mundo futuro posible y viviente. Mientras que dichos propósitos son muy nobles, el resultado final se alterna entre lo ingenuo y lo ridículo. Posiblemente todo esto sea una crítica demasiado cínica; a final de cuentas, nosotros estamos viviendo en el futuro que fantaseaban nuestros padres… pero en vez de tener autos voladores y sirvientas robot al estilo de Los Supersónicos, seguimos viviendo en casas de ladrillos, y lo único futurista que ha pasado en los últimos 30 años ha sido la proliferación de las computadoras. Los autos siguen teniendo cuatro ruedas y son algo más redondos, y ahora los celulares tienen tecnología de videoconferencia 3G con lo que no tenemos nada que envidiarle al interfono del capitán Kirk. Ni siquiera han inventado la patineta flotante que usaba Marty McFly en Volver al Futuro.

Dejando de lado los estético, I Criminali della Galassia tiene el noble intento de hacer algo diferente para lo que era la ciencia ficción de la época. Nada de invasiones alienígenas, monstruos gigantes o planetas en trayectoria de colisión directa con la Tierra. Aquí hay una trama policial, basada en las tecnologías que existirán en el futuro. Eso no quita que el desarrollo de la historia no tenga su cuota de ridiculeces, con investigadores incapaces de sumar dos más dos y villanos retorcidos y tontos. Aquí hay un ejército de mutantes que utilizan tecnología de punta para reducir a la gente al tamaño de muñecos (además de que tienen cuatro brazos!); los acompañan un equipo de mujeres modificadas genéticamente, que son superfuertes y se pueden evaporar si pulsan un dispositivo que les han instalado en el busto; una corporación malevola (llamada CBM!) que planea reemplazar a la gente con una raza superior… Todo este delirio suena mejor en el papel que en la ejecución, ya que Margheriti es muy torpe dirigiendo la historia. Para ilustrar el talento del director, les doy un ejemplo: hay una persecución de unos sospechosos, la que involucra un par de autitos burbuja y el plato volador de la policía, y la cámara alterna – de manera muy ridícula – los planos entre los modelos reales y las miniaturas a escala (que obviamente son muy diferentes!). El estómago me dolía de la risa cuando ví cómo el coche de los malvados se despeñaba y el modelo de plástico explotaba en mil pedazos a causa del petardo que llevaba adentro. ¡Y tú te haces llamar “especialista en efectos especiales”!.

Los Criminales de la Galaxia está ok, en el sentido bizarro de la palabra. La historia y la puesta en escena son muy torpes, pero estéticamente tiene un encanto irresistible. Es una deliciosa cápsula del tiempo para contemplar la ingenuidad de quienes imaginaban – en los sicodélicos años 60 – como sería el futuro de la humanidad.