Volver al indice de críticas por género / una crítica del film, por Alejandro Franco

Creada por Mark Millar & Alfred Gough, basados en los personajes de Charles Addams
Trama: Merlina Addams se ha vuelto un dolor de cabeza, incluso para sus excéntricos padres. Luego de atacar sangrientamente a los matones que acosaban a su hermano Pericles, Merlina es expulsada de su vieja escuela y puesta bajo supervisión judicial, quedando confinada en la exclusiva academia Nevermore. Pero Nevermore no es una institución normal sino una que alberga seres sobrenaturales y mágicos, un ambiente con el cual Merlina choca rápidamente. Decidida a escaparse, los planes de fuga de la chica cambian por completo cuando ve cómo un monstruo asesina a uno de sus compañeros de clase. Con el cadáver desaparecido – y sin que nadie crea su versión – Merlina decide resolver el misterio por su cuenta, descubriendo que hay muchos mas desaparecidos de los que la oficina del sheriff cuenta, y que son considerados víctimas del ataque de un oso salvaje. Las conspiraciones se suceden, los misterios se multiplican y las consecuencias afectan incluso a sus padres – antiguos alumnos de Nevermore e involucrados en un asesinato que nunca se resolvió -. La búsqueda de la verdad se vuelve imperiosa para Merlina Addams, la cual no le teme a nadie y no duda en sortear todo tipo de obstáculos en su investigación, incluso cuando ello ponga en riesgo su propia vida.
Tim Burton, excéntrico como en sus mejores épocas; un personaje genial; Danny Elfman con una partitura maravillosa como hacía rato no se escuchaba; un comienzo atrapante y una intérprete de lujo. ¿Qué podía salir mal?. Bue… que la cuestión del misterio – el whodunnit – no funciona. Para darle aire y escenario propio a Merlina Addams la separan de su familia, la mandan a una escuela plagada de seres fantásticos, hay una muerte… y eso termina por convertir a la historia en un animal de otra especie, algo así como un híbrido entre el Hogwarts de Harry Potter y El Mundo Oculto de Sabrina. Ok, no es un dechado de originalidad – y está a años luz de las chapucerías ingenuas de John Astin y Carolyn Jones, incluso de las de Raúl Juliá y Anjelica Huston – pero, por un rato funciona. El drama es que, por mas que se llenen la boca en los afiches y publicidades que viene “de la mente de Tim Burton”, el maestro oscuro sólo dirige la primera mitad de la temporada – la mejor – y sirve para establecer el rumbo y los perfiles de los personajes. Burton hace lo que mejor hace – tratar a los freaks con cariño y empapar todo con mucho humor negro – y la serie funciona de maravilla hasta el glorioso baile gótico de Jenna Ortega – el cual, a esta altura, es un fenómeno viral -… para irse desplomando lentamente con el recambio de Burton por directores mas chatos, enredarse en exceso con el misterio, dejar de lado los personajes fascinantes y caer en la repetición, y terminar por estrellarse en el capítulo final con un clímax plagado de Deus Ex Machinas. Mientras que la Merlina del principio es una criatura fascinante, amarga y decrépita por naturaleza pero llena de gestos fascinantes, para el final de la temporada es un cliché repetitivo, deprimente y detestable en donde uno no termina por entender por qué el resto de los alumnos del colegio oscuro al que asiste insisten con tolerarla y tenerla cerca.
Eso no quita que Wednesday tenga su cuota de momentos gloriosos y haya un par de giros novedosos, pero la diferencia de los cuatro primeros capítulos con el resto es brutal. La elección de Jenna Ortega es un casting inspiradísimo – alguien decía que estaba a la altura de Hugh Jackman y Patrick Stewart como Wolverine / Profesor X (gente que nació para interpretar ese personaje) – y es por ella que uno termina devorándose la temporada de una sentada pero la historia y los secundarios son agua de otro caudal. Mientras que Gwendoline Christie (vestida como dama clásica de misterio de Hitchcock, versión gigante, al estilo de Tippi Hedren en Los Pájaros) y Emma Myers brillan como la directora siniestra y misteriosa / la modosita compañera de cuarto, el resto está desperdiciado por un libreto que no les da lugar para el desarrollo y solo terminan cayendo en el estereotipo, como es el caso de la morena Joy Sunday. Hay casas y escuderías, no hay Quidditch pero sí competencia de canoas y un montón de lo que hay en pantalla parece reciclado de películas mejores y mas famosas. Pero el hilo que mantiene todo atado es Ortega – robótica, deliciosamente mala, ferozmente antipática y cruel aunque con atisbos de que late un corazón dentro de su pecho – y, sorprendentemente, el duelo que mantiene con su madre (Catherine Zeta-Jones, increíblemente efectiva como Morticia) funciona mejor de lo esperado. La pifia del casting es Luis Guzmán, que se ve demasiado gordo, viejo y lento como Homero Addams y carece del carisma / el fuego de amante latino que precisa el personaje (¿dónde estaba Antonio Banderas cuando mas se lo necesitaba?). Guzmán es muy bueno haciendo papeles secundarios despistados o ridículos, hablando tonterías sin sentido pero acá le piden un lustre que no tiene, aun cuando el casting respete el physique du rol y las raíces latinas del personaje.
Wednesday tiene sus momentos y, si hacen una segunda temporada, hay muchas cosas para pulir en especial con el tema de los misterios. A Burton había que darle mas espacio y dejar que moldeara la serie a su gusto, no dejarlo como si fuera el director de un piloto de TV que solo traza los lineamientos generales y abandona la cocina a mitad de la cocción. Aun con su reciclaje de temas hay cierto potencial en Merlina para que sea, al menos, un entretenimiento disfrutable y sólido. Acá se queda sin nafta a mitad de camino, resolviendo tramas de apuro sobre el final y asfixiando el carisma de los pocos personajes que estaban desarrollados y valían la pena. Hay tiempo y dinero para corregir el rumbo, novedades que espero encontrar en una segunda temporada mucho mas pulida.