Crítica: La Guerra de los Mundos (emisión de radio, 1938)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1938, emisión de radio: con las voces de Orson Welles, Frank Readick, Kenny Delmar, Ray Collins

Director: Orson Welles, Guión: Howard Koch, basado en La Guerra de los Mundos de H.G. Wells

Recomendación del Editor

Trama: 30 de octubre de 1939. La CBS emite su habitual transmisión de radio – un espléndido concierto con la orquesta de Ramón Raquello -, la cual se ve interrumpida por un flash que informa de la aparición de numerosos destellos sobre la superficie del planeta Marte. La CBS envía su mejor reportero, Carl Phillips, a hablar con el reconocido astrónomo Richard Pierson para obtener una opinión autorizada del fenómeno… pero, en medio de la entrevista, comienzan a surgir informes sobre la caída de numerosos meteoritos cerca de Grover Mill, en las inmediaciones de la universidad de Princeton donde ambos se encuentran. En cuestión de minutos el periodista y el científico se trasladan a la zona, sólo para descubrir que los meteoritos en realidad son gigantescos cilindros metálicos que albergan enormes máquinas de guerra provenientes de Marte, las cuales surgen de su interior y comienzan a aniquilar a todas las personas cercanas al lugar. La CBS logra montar un vasto operativo informativo, con enlaces directos a las tropas que libran batalla contra los marcianos en Grover Mill, mientras intentan dar con el paradero de Pierson, el cual parece tener una teoría acerca de los invasores. Pero los trípodes marcianos son imparables y dejan un sendero de destrucción y muerte a su paso, claras señales de que la era del hombre sobre la faz de la Tierra ha llegado a su fin.

busquen en YouTube la versión integra de la emisión radial de 1938 de Orson Welles, subtitulada en español (cortesía de YattaRadio) (la emisión comienza a los 5 minutos, primero hay un prólogo)

      La Guerra de los Mundos (emision de radio, 1938) Si hay una emisión radial que vive en la leyenda, es la de La Guerra de los Mundos orquestada por Orson Welles y el Mercury Theatre en 1938. Durante 60 minutos Welles sumió a la nación norteamericana en el más profundo horror, simplemente porque tomó la obra clásica de H.G. Wells y la rearmó de manera de parecer un falso informativo. La gente tomó al radioteatro como algo real, y se lanzó a las calles, vaciando ciudades y desbordando líneas telefónicas. Considerando la tensión que se vivía por la beligerante situación en Europa – Hitler había comenzado a ocupar territorios y se temía que dirigiera sus ojos hacia Norteamérica -, lo único que hizo Welles es catalizar el pánico subyacente en el pueblo americano y materializarlo a través de la emisión de radio. ¿Obra de la casualidad o una jugada magníficamente planeada?. Como sea, los análisis demuestran que Welles sincronizó partes del programa con los recesos de la emisión más escuchada del momento, con lo cual la gente que se volcaba un par de minutos a la onda de la CBS (para evitar la tediosa publicidad) se topaba con las partes más jugosas de la obra (los falsos reportes informativos) y terminaba seriamente enganchada. Considerando lo falso como real (amén de que Welles sólo incluyó advertencias sobre la teatralidad de la obra al principio y a los 40 minutos de iniciada la emisión), la alarma cundió… y la leyenda nació.

Ciertamente Welles no estaba pisando territorio nuevo, ya que en 1926 Richard Knox había montado un falso noticiero que informaba de una revuelta de anarquistas tomando Londres. En todo caso, lo que hizo Welles fue afinar el formato, proveyendo variedad de coberturas y perspectivas sobre un mismo evento, y montando todo en un clima de estricta seriedad (por contra a la emisión de Knox, que era de caracter satírico). Es curioso notar que la parte polémica de la versión de Welles sólo abarca los 40 minutos iniciales – en donde se sigue el esquema del falso noticiero -, ya que el tramo final es una narración en primera persona del mismo Welles y la que resulta más fiel a la letra original de la obra. Como un prodigio de los medios de comunicación, a Welles le bastó un poco más de media hora para sumir a la nación entera en el caos de sus más profundos miedos.

Gracias a la maravillosa gente de YattaRadioque recopiló y subtituló la versión original de la emisión de 1938 – hemos podido apreciar esta obra legendaria. La versión de YattaRadio es fantástica – fondo negro con subtitulos blancos, clara identificación de los personajes, efectos especiales minimalistas en los momentos de las refriegas entre humanos y marcianos, cronómetro que indica el transcurso del tiempo de acuerdo a las 21 horas (la hora original de emision del radioteatro) -, lo cual contribuye a disparar la imaginación en los momentos más álgidos de la obra sin alterar el espíritu del original de radio.

La versión de Welles tiene un prólogo mas tres actos bien plantados. El prólogo es el clásico monólogo de H.G. Wells sobre la inminencia de la invasión marciana (y que aparece en todas las versiones de la obra, desde el musical de Jeff Wayne hasta el filme de Steven Spielberg). Luego la obra se camufla como una falsa emisión radial, montada a un año en el futuro de la emisión real (1939). La CBS pasa un concierto en vivo (del inexistente Ramon Raquello y su orquesta, quienes resultaban ser Bernard Herrmann y sus músicos), y la emisión se interrumpe por el avistamiento de señales sobre el cielo de Marte. La emisora manda a un periodista a entrevistar a un prestigioso astrónomo (el mismo Welles), y ambos terminan en un pueblito, en donde han impactado varios meteoritos relacionados con los fogonazos vistos en Marte. Los meteoritos resultan ser gigantescos cilindros,… los cuales se abren y dejan salir a los marcianos montados en enormes máquinas que comienzan a arrasarlo todo. Hasta aquí han pasado tan sólo 20 minutos de la obra, y el acto I termina con una shockeante secuencia de masacre, en donde la emisión radial se corta abruptamente mientras los gritos de horror (y dolor) inundan el aire.

En el acto II la narración salta la linealidad que venía siguiendo, y empieza a transmitir informes dispersos – como si la CBS se enganchara por turnos a diversas transmisiones militares -. Capitanes que relatan cómo sus pelotones han sido exterminados, y artilleros que describen en primera persona como son asesinados por el gas venenoso que desparraman los marcianos sobre la Tierra. Es un panorama desolador, ya que todas esas falsas transmisiones son cortadas en seco por la muerte abrupta de sus relatores. Sin dudas es la parte más estremecedora de la obra, y la que debe haber shockeado a los radioescuchas. Con los nervios de punta – y escuchando de apuro la transmisión – resulta fácil imaginar a la audiencia de la época creyendo que los nazis (u otra potencia extranjera) estaban invadiendo Norteamerica y estaban exterminando al ejército con impresionantes armas de última tecnología.

En el acto III es cuando el pillo de Orson Welles se acuerda de“avisar” que todo esto es una emisión de radio. A los 40 minutos la narración pasa a primera persona; el astrónomo que encarna Welles se transforma en un cronista de la destrucción, quien escribe todo lo sucedido para dejar testimonio de los últimos días del hombre sobre la Tierra. Es increíble la economía de medios que utiliza el script de Howard Koch para condensar toda la obra y dejar los elementos más destacados e impactantes de la misma sin sacrificar espacio para crear climas y personajes. Aparece el dichoso artillero – el loco que imagina a la humanidad viviendo bajo tierra y preparando un masivo contragolpe contra los marcianos apoderándose de sus máquinas -, y está la fabulosa descripción de las ciudades arrasadas por el paso de los trípodes alienígenas. El lirismo de esos pasajes es enorme, en especial cuando el protagonista llega a la conclusión de que todo está perdido y que no existe ningún motivo para seguir viviendo en una tierra arrasada y dominada por extraños. Y por supuesto está el grand finale, en donde Welles narra con lujo de detalles el panorama apocalíptico de Nueva York – con las gigantescas naves marcianas incrustadas contra los rascacielos, y con sus tripulantes muertos a causa de las bacterias terrestres presentes en el aire que han respirado -. Una magnífica frutilla para coronar el postre que Welles cuidadosamente ha preparado y cocinado en escasos 60 minutos de transmisión.

La emisión radial de La Guerra de los Mundos es una obra gloriosa y brillante. Mantiene toda su efectividad intacta, simplemente porque es una puesta en escena cuidada e imaginativa. La radio es un vehículo fascinante y nos permite imaginar la invasión en la escala grandiosa que querramos; pero, además de ello, la versión de Welles tiene un lirismo fabuloso que le da una enorme dimensión épica y trágica a toda la obra. El escándalo no sólo sirvió hacer famoso a Welles sino para subrayar su enorme talento, el cual terminaría por materializar en el cine con su imponente Citizen Kane en 1941.

LA GUERRA DE LOS MUNDOS DE H.G. WELLS

Algunas versiones de la obra de H. G. Wells La Guerra de los Mundos que comentamos aquí son: la versión radial de Orson Welles La Guerra de los Mundos (1938); la versión clásica La Guerra de los Mundos (1953), la versión de Steven Spielberg La Guerra de los Mundos (2005), la opera rock Jeff Wayne´s La Guerra de los Mundos (2006), y las versiones de la editora The Asylum: H.G. Wells La Guerra de los Mundos (2005) y La Guerra de los Mundos 2: La Próxima Ola (2008). La Guerra de los Mundos: Goliath (2012) es una secuela steampunk que tiene lugar 15 años después de la primera invasión marciana. La Gran Guerra Marciana (1913 – 1917) (2013) es un falso documental que ubica la invasión alienígena en las vísperas de la Primera Guerra Mundial.
The Night That Panicked America (1975) es un telefilme que recrea la transmisión (y las repercusiones) de la legendaria transmisión radial de Orson Welles de 1938.