Crítica: La Guerra de los Mundos (The War of the Worlds) (1953)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1953: Gene Barry (Dr Clayton Forrester), Ann Robinson (Sylvia Van Buren), Les Tremayne (General Mann), Lewis Martin (Pastor Collins)

Director: Byron Haskin, Guión: Barre Lyndon sobre la novela de H.G. Wells, Productor – George Pal, Musica – Leslie Stevens

Recomendación del Editor

Calificada en el Top Ten - las 10 mejores películas de cine fantástico y de culto

Trama: Un meteorito cae cerca del pueblo de Corona, en la región de Los Angeles. Algunos habitantes del lugar se acercan a curiosear, para descubrir que en realidad se tratan de cilindros que contienen naves alienígenas, las cuales comienzan a atacarlos. Las fuerzas armadas se ponen en alerta, y pronto cientos de cilindros provenientes de Marte caen a la Tierra. La invasión marciana ha comenzado, y todos los ataques militares – incluyendo la bomba atómica – han fracasado. El Dr. Forrester, un científico que colabora con el gobierno, logra obtener datos sobre los marcianos, pero la velocidad de la invasión – y el caos de la gente en las ciudades, en pleno éxodo masivo – le imposibilita avanzar en el estudio de algún método de combate contra los alienígenas. Y resignado, ante la inminencia del exterminio de la raza humana, vaga por Los Angeles, mientras las naves extraterrestres arrasan con todo, en búsqueda de sus compañeros del equipo científico y de la muchacha que lo ha acompañado en esta travesía.

Arlequin: Critica: La Guerra de los Mundos (The War of the Worlds) (1953)

La Guerra de los Mundos es el grán clásico de la ciencia ficción. Como obra de la literatura sci fi, es la piedra basal de todo un sub género, el de las invasiones extraterrestres, y viene de la pluma de H.G. Wells, el más brillante y prolífico escritor después de Julio Verne. Wells es el autor de innumerables clásicos como La Máquina del Tiempo, El Hombre Invisible, y muchas otras obras.

La novela data de 1898, y estaba ambientada en un escenario victoriano, donde los marcianos iniciaban la invasión en Gran Bretaña. La obra terminaba por ser una crítica de Wells sobre el imperialismo británico – ahora los ingleses se encontraban subyugados a una potencia mucho más poderosa e implacable -, y estableció la idea de los marcianos como una raza alienígena beligerante que invadía La Tierra porque su planeta estaba pereciendo por falta de recursos. Es irónico comparar que mientras los marcianos a La Tierra invaden por necesidad, los británicos invadían a otros territorios por simple codicia y deseo de poder. E incluso el famoso final de la obra – con los alienígenas pereciendo a causa de las bacterias terrestres – no era sino un gran chiste a costa de la flema británica: la potencia más poderosa del mundo rendida a los pies de un invasor, y éste pereciendo por la fuerza más minuscula del Universo.

La Guerra de los Mundos siempre resultó muy popular. Como todos los clásicos, siempre es posible tomarla para interpretar distintas situaciones y posar la lupa crítica sobre aspectos de distintas épocas. Mientras que en 1898 era una crítica al imperialismo británico, sus subsiguientes adaptaciones reflejaron el espíritu de cada época. La legendaria adaptación radiofónica del Mercury Theatre (con Orson Welles a la cabeza), construida como un falso informativo (y que la gente creyó verdadero, entrando en pánico, y generando corridas y caos en Nueva Jersey), no hacía otra cosa que reflejar el terror y la incertidumbre de la situación mundial de 1938, con el nazismo a punto de iniciar la Segunda Guerra Mundial, y donde la población se encontraba a la espera de un inminente conflicto armado. La adaptación de 1953 que nos ocupa, no hace más que reflejar los temores de la Guerra Fría. Y la versión 2005 de Steven Spielberg no es sino una reinterpretación del mundo post 11/9. Cada obra cumbre de la ciencia ficción ha servido como crítica y análisis de situaciones socio políticas de cada momento, pero capaces de ser utilizadas como proyecciones a futuro. Es por eso que, a más de 100 años de su publicación, La Guerra de los Mundos no ha perdido vigencia.

Cinematográficamente, recién en 1953 se pudo montar una producción sobre la obra, pero los proyectos sobre la misma rondaron durante muchos años. Desde Sergei Eisenstein hasta Alfred Hitchcock y Cecil B. De Mille coquetearon con los derechos, pero el costo de la producción y las dificultades técnicas siempre dieron por el piso a las oportunidades del proyecto .

Entra George Pal a escena. Pal es una leyenda cinematográfica, el gran creativo de los efectos especiales, el equivalente de los años 50 a un George Lucas. La historia de Pal es ciertamente fascinante, ya que sus comienzos fueron muy humildes. Emigrado de Europa a causa del auge del nazismo, se instaló en Norteamérica como un simple tirititero. El éxito de alguna de sus técnicas lo llevaría al cine, donde descubriría la magia que se puede hacer con el celuloide, y empezaría a desarrollar efectos especiales. Su bautismo de fuego en la Ciencia Ficción es Destino: La Luna de 1950, y sería el comienzo de la era de oro de Pal, que llegaría hasta Los 7 Rostros del Dr. Lao en 1964. Adaptaría otra obra de Pal (La Maquina del Tiempo) y algunas obras menores de la literatura fantástica, pero siempre será recordado por La Guerra de los Mundos. Si bien Byron Haskin es el director, Pal es el verdadero padre del producto.

Es interesante comparar las distintas versiones que existieron de la obra. Para empezar, ninguna versión – salvo la baratísima La Guerra de Los Mundos 2005 producida por Pendragón Pictures a la sombra de la superproducción de Spielberg, o la versión opera rock de Jeff Winter de los años 70 – mantiene el setup original de la Inglaterra victoriana. Cada uno la ha adaptado a su época y país. En segundo lugar, todas las adaptaciones han tomado el inicio y final de la obra, y han improvisado muy libremente sobre el tramo intermedio. De todas las adaptaciones, la versión de Spielberg es la que reproduce con mayor fidelidad tramos enteros de la historia de Wells – el ferry atacado por los marcianos, la lucha con el enajenado de la granja que quiere atacar a los alienígenas desde bajo de la tierra -. La versión de 1953 es bastante condensada en tal sentido. Hay un desarrollo extenso de los primeros aspectos de la invasión, está la huída a la granja, la observación y vista del primer alienígena, pero no mucho más antes de pasar a la destrucción masiva de ciudades, y la caída de las naves – que, a diferencia de Wells, flotan y no son trípodes como en la novela original, por una cuestión de simplificar los efectos especiales; algo que Spielberg pudo darse el lujo de respetar -.

Visualmente, es un espectáculo grandioso. Ciertamente algunos efectos no se ven tan bien – en especial, los rayos “animados” -, pero las mantarrayas marcianas son de una belleza letal y fascinante. Pertenecen a una clase muy poco común de maquetas de la historia del cine, en que el diseño es armónico y carismático. Como el Discovery de 2001 o los AT AT de La Guerra de las Galaxias, son imágenes que quedan en la mente de todos. Pero, para la tecnología de los 50, el film se mantiene con mucha dignidad. La destrucción de las ciudades son escenas muy logradas.

El problema que tiene el film pasa por algunos aspectos del guión y especialmente, por la dirección. Hay cierta falsa didáctica que es muy propia de la sci fi de los 50 – donde los científicos discuten cosas obvias o sin sentido, y llegan a conclusiones banales -. Comparado con Them! (el film de las hormigas gigantes – otro clásico -), pierde estrepitosamente en intentar darle un vuelco serio a la explicación científica. También hay un vuelco a la explicación religiosa que, si bien no está mal (las naves invadirían toda la Tierra en 6 días; el sacerdote que intenta negociar con los marcianos y termina inmolándose), carece de cierta profundidad. En el fondo, son poses y no algún tipo de debate sobre el por qué de la invasión. Los personajes deberían preguntarse si este es el fin, o si existe alguna razón divina o del destino para que suceda esta masacre. En cambio parecen obsesionados con la puesta en marcha de todos los mecanismos militares habidos y por haber. En ese sentido, la versión 2005 resulta ser más meritoria, ya que está vista desde la óptica de la gente. En la versión 1953, todos son militaristas, y en ningún caso demuestran verdadero pánico. Por ejemplo, cuando Forrester y Sylvia están en la granja, acosados por los marcianos, no demuestran miedo. Sylvia se limita a gritar, y Forrester a investigar la conducta marciana. Comparen esto con la misma escena del sótano con Tom Cruise y Dakota Fanning, ocultados y aterrorizados, y verán de qué hablo.

El otro problema del film pasa por el mismo director. Haskin es muy bueno para las escenas generales, el setup de la situación, el manejo de climas y escenas masivas, pero es pésimo para lograr que los actores actúen. El grado de los mismos van desde cierta despreocupación estoica – todo se va a resolver – hasta la peor inexpresividad. Resulta increíble que con la performance de este film, Gene Barry haya podido desarrollar una carrera nutrida (con éxitos como Burke el detective millonario, El Aventurero y Bat Masterson). Carece de total convicción para entregar sus líneas, incluso en escenas que resultan apremiantes.

Sin dudas es un clásico, pero tiene bastantes fallos propios de la escuela de su época. Al igual del King Kong de Peter Jackson, considero que la remake 2005 es superior al original, a pesar de que ésta también tenga sus desaciertos. Generaría toda una corriente de imitadores en la clase B y Z de los 50 y 60, pero esa es otra historia.

LA GUERRA DE LOS MUNDOS DE H.G. WELLS

Algunas versiones de la obra de H. G. Wells La Guerra de los Mundos que comentamos aquí son: la versión radial de Orson Welles La Guerra de los Mundos (1938); la versión clásica La Guerra de los Mundos (1953), la versión de Steven Spielberg La Guerra de los Mundos (2005), la opera rock Jeff Wayne´s La Guerra de los Mundos (2006), y las versiones de la editora The Asylum: H.G. Wells La Guerra de los Mundos (2005) y La Guerra de los Mundos 2: La Próxima Ola (2008). La Guerra de los Mundos: Goliath (2012) es una secuela steampunk que tiene lugar 15 años después de la primera invasión marciana. La Gran Guerra Marciana (1913 – 1917) (2013) es un falso documental que ubica la invasión alienígena en las vísperas de la Primera Guerra Mundial.
The Night That Panicked America (1975) es un telefilme que recrea la transmisión (y las repercusiones) de la legendaria transmisión radial de Orson Welles de 1938.

GEORGE PAL

Algunas de las producciones de George Pal comentadas en este portal: Destino: La Luna (1950) – Cuando los Mundos Chocan (1951) – La Guerra de los Mundos (1953) – Marabunta (1954) – La Conquista del Espacio (1955) – La Máquina del Tiempo (1960) – Atlantida, el Continente Perdido (1961) – El Poder (1968) – Doc Savage, el Hombre de Bronce (1975)