Crítica: Vidocq (2001)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorFrancia, 2001: Gerard Depardieu (Francois Vidocq), Guillaume Canet (Etienne Boisset), Moussa Maaskri (Nimier), Ines Sastre (Preah), Andre Dussollier (Police Chief Lautrennes), Jean-Pierre Gos (Tauzet)

Director: Pitof, Guión: Jean-Christophe Grange & Pitof

Trama: Paris, 1830. Francois Vidocq se desempeña como investigador privado y la policía – saturada de trabajo por las revueltas políticas del momento – le asigna un extraño caso en donde tres prominentes industriales han muerto al ser alcanzados por un rayo. Lo que al principio parece una serie de bizarros decesos pronto revela una conspiración pergeñada por un asesino en serie conocido como El Alquimista y que parece poseer poderes sobrenaturales. Siguiendo la pista del homicida Vidocq se enfrenta con el Alquimista y perece en un horno de fundición. Ahora el biógrafo de Vidocq, Etienne Boisset, ha comenzado a reconstruir sus pasos, convencido de que el investigador había descubierto la identidad del asesino antes de morir. Pero todo parece indicar que el mismo Alquimista sigue de cerca a Boisset, eliminando testigos y siendo una cuestión de tiempo hasta que alcance al periodista.

Vidocq Ciudades de la Europa antigua, carruajes y hombres en levita. Damiselas ligeras de cascos y maquinarias victorianas avanzadas para su época. Historias con ribetes sobrenaturales. Si a usted le gustó Sherlock Holmes, entonces se deleitará con Vidocq. Esta es una fantasía con toques steampunk que me hacen acordar a una especie de versión retro de Batman. He aquí una aventura de alto vuelo que uno estaba reclamando a gritos en un mes plagado de películas mediocres.

Esta es una historia fantástica basada en un personaje real, en este caso de Eugene Francois Vidocq, criminal y aventurero cuya vida tiene aspectos fascinantes. El tipo sirvió en el ejército, desertó, cometó actos de enorme heroísmo, fue ladrón, lo apresaron varias veces, se escapó de prisión varias veces, se aburrió, se redimió, se hizo policía y fundó la Sureté (sacre bleu!). Cuando se cansó de la Sureté se hizo investigador privado (QC!), lo que lo convierte en el primero de su género en toda la historia. Como quien dice, a este hombre no le gustaba la rutina.

Ahora llega esta delirante aventura de la mano de Jean-Christophe Comar, más conocido como Pitof. Si les suena el nombre, es porque este gentil individuo alcanzó tal celebridad a partir de este filme que fue rápidamente llamado por Hollywood para engrosar sus filas y terminaría por despacharse con la universalmente repudiada Gatúbela (2004). Confieso no haber visto esa adaptación del personaje de la DC Comics, pero todos los comentarios que he escuchado la señalan como una barrabasada. Pitof denunció interferencias del estudio, pero el daño a su imagen artística estaba hecho y el director volvería a usar su nombre de calle (Jean-Christophe Comar, como para que la gente no lo reconozca) para filmar Fuego & Hielo en el 2008, una aventura de fantasía en la onda de El Señor de los Anillos.

Pero Vidocq fue el gran momento de Pitof. En el Paris post revolucionario hay un super asesino matando a individuos poderosos. El tipo usa una máscara con forma de espejo, la cual parece atrapar el alma de sus víctimas; se desliza por los tejados como un gato y puede planear con su capa desde varios pisos de altura, tal como un Batman gótico. Tras él está Vidocq, sagaz y durisimo detective que posee conocimientos de ciencia como si fuera un Sherlock Holmes a la francesa. Pero cuando el investigador está a punto de descubrir la identidad del criminal, es asesinado por éste. Y ahora aparece su biógrafo, el que se obsesiona con los últimos dias de Vidocq y desea develar la verdad para escribir el capítulo final de su libro.

La reconstrucción de época es impecable y se debe al uso de una enorme cantidad de planos digitales. De hecho toda la película está rodada con una cámara digital de alta definición, lo que le da un look hiperrealista y una sensación de profundidad completamente fuera de lo común – la única vez que experimenté algo similar fueron con las escenas que rodó Douglas Trumbull para Proyecto Brainstorm (1983) con su cámara Showscan 70 mm a 60 frames por segundo, algo que engañaba a la mente y le daba un aspecto casi tridimensional al filme -. Cada escena parece salida de un cuadro, y la estética está cuidada hasta el más minimo detalle.

Pero más allá de lo visual, Vidocq es una película apasionante. El enganche entre una pista y otra que va descubriendo Etienne Boisset es inteligente, y el espectador puede seguir la trama con facilidad. Siempre hay sorpresas en cada nuevo personaje que entrevista Boisset para develar la identidad del asesino sobrenatural. Las peleas son notables, aún cuando Gerard Depardieu dejó de estar en forma hace años. Quizás lo que se le puede reprochar a Vidocq es el final, que es una artimaña del libreto y que visto en perspectiva carece de lógica. Uno se pregunta por qué el Alquimista buscaba inicialmente crear otra máscara cuando ya tenía una; tampoco se explica cómo surgió este personaje o cómo adquirió sus poderes. El tema es que cuando surge la revelación de la identidad del asesino, uno ya está tan satisfecho con el filme que termina por perdonarle ese momento absurdo. Esa es la única mancha que tiene esta impecable película.

Vidocq es una aventura recomendadísima. No se dejen engañar por el poster, ésta es una fantasía con todas sus letras en mayúscula. De vez en cuando surgen filmes que vuelven a revivir nuestro amor por el cine (luego de tantos desengaños) y la cinta de Pitof es una de ellas sin lugar a dudas.