Crítica: El Túnel del Tiempo (piloto de TV, 2002)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2002: David Conrad (Doug Phillips), Dion Luther (Jess Lee), Andrea Roth (Toni Newman), Tawny Cypress (J.D.), Kavan Smith (Flynn), Tracy Middendorf (Sheila Phillips)

Director: Todd Holland, Guión: Rand Ravich, basado en la serie de TV creada por Irwin Allen

Trama: El futuro. El Departamento de Energía del gobierno norteamericano se encuentra experimentando con un nuevo reactor de fusión nuclear pero, accidentalmente, ha disparado un evento catastrófico. Durante 240 minutos se ha generado un desgarro en el tiempo y el espacio, alterando de manera permanente eventos históricos que han afectado a toda la humanidad. Los únicos que han percibido esto son los miembros del equipo que quedaron aislados en el cuarto de control del reactor, mientras que el resto del planeta ha continuado con sus vidas como si nada, asimilando de manera natural las distorsiones producidas por el evento – como que la Unión Soviética conquistó la Luna, los Estados Unidos tienen 49 estados en vez de 50, y las reglas de tránsito son diferentes, entre miles de cambios detonados por la tormenta temporal -. Alertados por la magnitud de dichos cambios, los supervivientes del Departamento de Energía ha comenzado a monitorear los eventos y ha detectado que el desgarro temporal sigue latente, activándose esporádicamente y generando más cambios radicales en la historia de la humanidad. Es por ello que le ha encargado a Doug Phillips – un conocido historiador y ex marine – que forme un equipo, el cual será despachado en tiempo y forma cada vez que la tormenta provoque un nuevo cambio temporal – y el cual podría tener gravísimas repercusiones en el presente actual -. Para ello Phillips y sus hombres son conducidos a través del túnel acelerador de partículas – que hace las veces de túnel del tiempo -, y desde la sala de control guían los destellos de la tormenta para que los transporte a la época en donde se ha producido el desajuste. Ahora Phillips y los suyos han sido enviados a 1944, específicamente al bosque de Hurtgen en Alemania, lugar donde se libró una de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial. Y es que la tormenta ha teletransportado hasta allí a un monje de la edad media… el cual es portador de la peste negra. Y a menos que Phillips y su equipo logre detenerlo y reintegrarlo a su época, el evento puede disparar una plaga que pondría en peligro el futuro de toda la humanidad.

El Tunel del Tiempo (2002) A excepción de Viaje al Fondo del Mar, detesto las series de Irwin Allen – el padre del cine catástrofe que, durante mucho tiempo, sobrevivió haciendo ciencia ficción televisiva -. El problema con las series de Allen es que eran demasiado baratas y sus argumentos eran mediocres y repetitivos. Ni Tierra de Gigantes ni Perdidos en el Espacio pudieron despertarme algo más que un bostezo; y el peor engendro de todos ellos era El Túnel del Tiempo, una bazofia intragable que abusaba hasta el cansancio del stock footage y de los decorados de descarte de la 20th Century Fox; y si la repitieron hasta el cansancio en los canales de aire en mi juventud, era porque sus derechos de emisión debían valer dos mangos, no porque fuera buena o le gente les reclamara su ausencia de la pantalla. Como sea, tuvo su audiencia en su momento y dejó marcada su rúbrica en la mente de toda una generación de telespectadores. Ello equivale a crear una marca, con lo cual resulta inevitable – con el transcurso de las décadas – que alguien intente reflotarla a través de una remake. En el caso de los productos de Allen vino Perdidos en el Espacio (1998), la que obtuvo una taquilla muy tibia; después los herederos de Allen bajaron las aspiraciones y probaron suerte en la TV con una serie de pilotos que nunca llegaron a puerto. El primero de ellos fue precisamente El Túnel del Tiempo (2002), y le seguiría el piloto de Perdidos en el Espacio (2004). En el caso que nos ocupa, la premisa ha sido tan depurada que termina siendo fascinante… lástima que el filme competía por el único espacio de aire vacante con un piloto de Joss Whedon llamado Firefly. Y...¿a que no adivinan quién terminó ganando?.

Y es una macana, porque yo hubiera cancelado otra cosa, y hubiera puesto a Firefly pegado a la nueva El Túnel del Tiempo. La idea es interesante: los tipos del Departamento de Energía prueban un reactor experimental y se mandan un moco. El aparato crea una distorsión en el tiempo, la cual permanece activa y descontrolada durante 240 minutos y provoca todo tipo de cambios en la historia humana. Sin embargo la gente sigue como si nada, ya que sus mentes han asimilado esos cambios como si siempre hubieran existido. Las modificaciones que presenta el capítulo son mínimas – la gente cruza la calle con luz roja en vez de verde; los soviéticos llegaron primero a la Luna en vez de los americanos, hay menos estados en Norteamérica, etc -, pero sirve para mostrar a todo un mundo viviendo en una especie de escenario de historia alternativa. A lo largo del despiole la gente del Departamento de Energía (EDEN?) logra controlar parcialmente la tormenta temporal. El “parcialmente” significa que la tienen atada y pueden entrar y salir de ella, pero la tormenta sigue haciendo cambios. Como poseen máquinas de todo tipo y color pueden monitorear esas modificaciones y, cuando pasa algo realmente grave, despachan un equipo a arreglarlo. Sí, sí, ya sé: hay dos millones de detalles que no cierran. Si éstos son los tipos que me cobran la factura de la luz, ¿cómo es que están metidos con el bardo de tecnología de avanzada?. Si el mundo cambió, ¿cómo hicieron estos tipos de Eden para explicarle al Barack Obama de este universo alternativo que precisaban unos miles de millones de dólares para construir un túnel del tiempo y arreglar el despiole que ellos mismos se mandaron?. Digo: ¿no es que nadie sabe que la historia del mundo fue alterada?.

Si uno empieza a ver bajo una lupa, verá que saltan las incongruencias. Por ejemplo, el reclutamiento del protagonista, que es una especie de empleado del departamento de energía / historiador erudito / especialista en detectores de mentiras / ex marine experimentado… y qué se yo cuántas cosas más. Mientras que en la serie original de 1966 había dos nardos que se perdían en el tiempo y no podían volver, aquí hay un historiador que va junto con un equipo especializado, entran y salen de un período histórico, e intentan arreglar lo que la tormenta temporal ha alterado. No, no pueden borrar la conquista de la Luna por parte de los soviéticos, pero pueden impedir que pasen cosas peores.

Mientras que la premisa tiene muchas cosas interesantes (y unas cuantas traídas de los pelos), lo que hace funcionar al piloto es el carisma del protagonista David Conrad – el marido de la guapa Jennifer Love Hewitt en la serie Ghost Whisperer -. El tipo es inteligente y tiene humor, aparte de que es un pragmático de aquellos. A Conrad le corresponde el papel que tenía Robert Colbert en el original, mientras que el de James Darren ha sufrido un cambio de sexo y se ha transformado en un rol secundario. A éstos le ponen tres personajes más – un marine, una expeditiva agente de la CIA, un experto médico que tiene el físico de Stallone pero al cuadrado -, que hacen las cosas amenas y permiten que el protagonista tenga alguien con quien hablar. Todos ellos usan ropas y enseres auténticos de la época, y poseen un chip implantado que les permite tanto hablar en el idioma del país / época en donde están, así como comunicarse con la gente que están en el control. Cuando terminan la misión deben activar una baliza, que permite a los científicos redirigir la tormenta y regresarlos a la época actual.

El piloto tiene cosas interesantes. En un momento Conrad se topa con su abuelo – el cual morirá durante el transcurso de la batalla que se avecina – y se encuentra a punto de provocar una distorsión temporal, sea advirtiéndole de su destino o, bien, induciéndole a que toque la versión futura de su propio reloj (el cual recibirá como regalo su nieto décadas más adelante y después de haber fallecido). Uno de los personajes le advierte que, gracias a la tormenta, él tiene una familia – antes era un amargado solitario – mientras que otros perdieron hermanos u otros parientes al final del evento. Y por supuesto está el detalle que deben capturar a un monje que vino de las antipodas y que trae consigo el germen de la Peste Negra.

Hubiera sido interesante ver el desarrollo de El Túnel del Tiempo 2002. No sé si tanto por los viajes en el tiempo, sino porque la trama se vive como un episodio de historia alternativa – ésas que inventan un universo en donde, por ejemplo, Hitler gana la Segunda Guerra Mundial –. Si el equipo no puede restaurar el orden anterior – lo que me parece una decisión creativa tan lógica como brillante – y sólo se dedica a minimizar los problemas que genera la tormenta, eso significa que los cambios seguirán ocurriendo, pero no en una magnitud catastrófica. Lastima que la Fox no patrocinó el proyecto y decidió cajonearlo, ya que tenía un montón de cosas realmente apasionantes.