Crítica: Tora! Tora! Tora! (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

5 atómicos - excelenteUSA – Japón, 1970: Martin Balsam (Almirante Husband E. Kimmel), Sô Yamamura (Vice Almirante Isoroku Yamamoto), Joseph Cotten (Secretario de Guerra Henry L. Stimson), Tatsuya Mihashi (Comandante de la Fuerza Aérea Minoru Genda), E.G. Marshall (Coronel Rufus S. Bratton), James Whitmore (Almirante William F. Halsey), Takahiro Tamura (Teniente Comandante Fuchida), Eijirô Tono (Almirante Nagumo), Jason Robards (Teniente General Walter C. Short), Wesley Addy (Teniente Comandante. Alvin D. Kramer), Shogo Shimada (Embajador Nomura), Frank Aletter (Teniente Comandante Thomas)

Director: Richard Fleischer y Kinji Fukasaku, Guión: Ladislas Farago, Gordon W. Prange, Larry Forrester, Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni y Akira Kurosawa, Música – Jerry Goldsmith

Recomendación del Editor

Trama: A causa de su política expansionista y sus continuas guerras en el Sur de Asia, los norteamericanos imponen un embargo al envío de materiales (la mayoría con fines bélicos) hacia Japón. Los japoneses están decididos a tomar represalias. Mientras el alto comando nipón se encuentra dividido – el emperador es pacifista, pero la jefatura es belicista, y hay militares de vieja escuela y otros partidarios de la guerra en términos más modernos -, las fuerzas militares norteamericanas se encuentran empantanadas por la burocracia. Los americanos no dudan de que el ataque de Japón es cuestión de tiempo, pero asumen que será en Midway u otras zonas al sur del Pacífico, y deciden movilizar a toda su flota hacia la base de Pearl Harbor en Hawaii. Pero la bahía es en realidad una verdadera trampa, con escasa profundidad y un pequeño estrecho que impediría la evacuación rápida de los navíos en caso de ataque. Además la numerosa cantidad de falsas alertas satura a la dotación militar, que termina por hacerles muy poco caso, y toman escasas medidas precautorias. Sin embargo el Coronel Bratton de la inteligencia militar norteamericana ha estado interceptando comunicaciones japonesas codificadas e intenta convencer a los altos mandos de que el ataque es inminente después del 29 de noviembre. Mientras tanto, el embajador del Japón en EEUU ha recibido un mensaje en clave que debe entregarse a las 13 horas del 7 de diciembre de 1941, donde el Japón lanza un ultimátum y advierte de la guerra. Pero el mensaje es traducido demasiado tarde y el ataque japonés sobre Pearl Harbor es lanzado sin previo aviso, convirtiéndose en una de las peores masacres de la Segunda Guerra Mundial.

Tora! Tora! Tora! El problema de los filmes de guerra es precisamente Hollywood. Existen muy pocas películas de guerra que sean serias, que no sean pura propaganda o bien que no inserten un desabrido romance en el medio. Ni hablar de alguna película de género que sea medianamente reflexiva.

Pero Tora! Tora! Tora! (que se puede traducir como ataque del tigre) es una de las escasas excepciones a la regla. Los filmes de guerra habían experimentado un inusitado esplendor en la década del sesenta a partir de The Longest Day, y los años siguientes serían los de las superproducciones bélicas. Tomando como molde a The Longest Day, los filmes tendrían características similares: narración episódica, gran cantidad de estrellas en pequeños bolos, muchos efectos especiales, movilizaciones masivas, y un acentuado tono patriótico. Quizás fuera porque la década era abundante en productores a los que les sobraba el dinero, pero también uno palpita que quizás los filmes de la segunda guerra terminaban por ser tanto un homenaje a los héroes reales como cierta propaganda acerca de lo que se entiende como un conflicto honorable. Vale decir, los americanos son los fiscales del mundo, los que deben detener y acabar al mal, y la guerra se plantea en términos limpios. Luchar en la guerra es pelear por la patria contra el enemigo invasor, y es un escenario donde se generan héroes. Dicho todo esto por oposición al conflicto real de aquellos momentos – la Guerra de Vietnam 1959 – 1975 -, al que todos terminaron por considerar una guerra sucia.

Cinematográficamente la Segunda Guerra Mundial siempre ha sido vista por Hollywood en dos frentes: la guerra contra la Alemania Nazi que siempre ha sido idealizada y elegante – combates al norte de Africa o en el centro de Europa – lugares bonitos si los hay -, operaciones de espionaje y sabotaje, etc. -, y la guerra contra el Japón Imperial, perfilada como mucho más sangrienta y despiadada – miles de individuos peleando por rocas aisladas en medio del Pacífico, los japoneses como verdaderos enemigos alienígenas carentes de sentimientos, etc. -. Además, los nazis no asestaron ningún gran golpe a los americanos mientras que los japoneses cometieron una masacre en pleno territorio yanqui – Hawaii -. Resulta extraño que en un género tan tendencioso como el cine de guerra – siempre narrado por los vencedores – a fines de los sesenta americanos y japoneses desarrollaran un proyecto conjunto para filmar una versión lo más auténtica posible acerca del ataque a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941, incidente que produjo la entrada de EEUU a la Segunda Guerra Mundial.

Tora! Tora! Tora! en realidad se trata de tres filmes. El primero es el proyecto guionado y dirigido por japoneses acerca de la cocina nipona del ataque; en un principio Akira Kurosawa estuvo atachado al proyecto, pero luego fue despedido – una de las razones es que Kurosawa entendió que la parte americana iba a ser dirigida por David Lean (Lawrence de Arabia), cosa que no sucedió y por lo tanto se hizo despedir -, y sólo figura como uno de los libretistas. Quienes quedaron a cargo de la parte japonesa fueron Kinji Fukasaku – un director de los nuestros, con títulos en su haber como The Green Slime y Battle Royale – y Toshio Masuda (que lo asiste, y que es responsable entre otras cosas, de capítulos de la serie Space Battleship Yamato). El segundo es el film de la trama americana dirigido por el maestro Richard Fleischer (20.000 Leguas de Viaje Submarino, Viaje Fantástico, Cuando el Destino nos Alcance); y el tercero es el film de efectos especiales, con todas las vastas secuencias de destrucción masiva de Pearl Harbor.

Tora! Tora! Tora! es una película realmente ambiciosa. El guión está realmente muy balanceado, y se ciñe a los acontecimientos históricos con un perfeccionismo documental. Acá no hay historias bobas de amor ni héroes cancheros. Es una rigurosa autopsia de los sucesos que precedieron al ataque. Los actores realmente no importan – por ello la elección del casting es de intérpretes conocidos pero no primeras figuras -, y sólo sirven para recitar sus parlamentos y explicar las acciones que se están llevando a cabo. Por ello no son tridimensionales sino componentes de un mecanismo de relojería. Por la parte japonesa uno puede ver como el alto mando japonés toma iniciativas por encima de la estructura política, así como los análisis y preparativos previos al ataque, que son de las mejores escenas de la película. Desde el armado del plan, los entrenamientos, la lógica de su estrategia. No son el grupo de asesinos amorales de otros filmes, sino una aceitada estructura de guerra dispuesta a llegar hasta los límites y con una exagerada soberbia. Desde el punto de vista del film, el ataque es estratégicamente irreprochable – la decisión americana de mudar la flota a Hawaii es una de las peores de la guerra -.

Por el lado americano, la cosa no está tan balanceada. Mientras que la milicia japonesa perfila a sus personajes en sus propios códigos de conducta, todas las secuencias norteamericanas parecen salidas de una comedia de enredos. Es que en realidad EEUU no era una nación preparada para la guerra – sus equipos eran obsoletos, no poseían una estructura eficiente de comunicaciones, y los altos mandos estaban demasiado confiados en su intocabilidad -. Fleischer dirige muy bien las escenas, pero la historia real que subyace en el guión es patética. Es bastante similar a otros clásicos como Zulu Dawn, donde los militares son tan ineficientes, burócratas y excesivamente confiados, que la masacre tiene lugar sólo por su propia impericia. Mientras que algunos personajes como el Coronel Bratton o el Teniente Comandante Kramer están desesperados porque conocen la proximidad del ataque, altos militares como el General Marshall o altos políticos se muestran como unos absolutos palurdos sin sentido de la latente emergencia. Nadie pone demasiada voluntad en su trabajo.

Quizás el problema de esta parte sea una cuestión de enfoque, ya que no resulta demasiado claro. Es posible que la inundación de alertas sobre eventuales ataques japoneses provoque ese estado de desidia o bien. como se menciona en una parte del film, que la política americana fuera la de esperar que la primera bala la dispararan los japoneses. Pero tal como aparece en la película, en realidad es una sarta de incompetentes que se enredan con su propia burocracia y se encuentran totalmente ajenos a la realidad.

Y el tercer film es el ataque mismo, con una larga secuencia de efectos especiales. Técnicamente es brillante y fabulosa – muchos filmes posteriores tomarían secuencias enteras de Tora! Tora! Tora! , o bien calcarían sus escenas -. Para esta altura Fleischer y Fukasaku han creado un excelente clima de urgencia, de desastre inminente, y el ataque está dirigido con una versatilidad impresionante. Al igual que otra épica de guerra como La Batalla de Inglaterra, aquí la producción reunió numerosos aviones, camufló buques de guerra enteros, realizó innumerables efectos en vivo y los complementó con excelentes maquetas. Es un fascinante espectáculo dantesco con excelentes toques de estilo, como el biplano de la escuela de aviación que de pronto se descubre volando en medio de un gigantesco escuadrón de Zeros japoneses.

Es una película fascinante. Lo que se le podría reprochar a Tora! Tora! Tora! serían dos cosas: el ya mencionado acerca de la secuencia americana, donde debería haber realizado un perfil más preciso de sus personajes – no se sabe si es un ejército de idiotas, gente excesivamente confiada o estaban guiados por una política de guerra realmente pasiva -; y el otro es su duración. A pesar de todo el empeño puesto, las dos horas y media de largometraje se hacen sentir. En general nunca me quejo de los filmes largos – para mí, si la película es buena, es más tiempo de un excelente espectáculo -, pero aquí pareciera por momentos que la trama se encuentra demasiado extendida. Por ejemplo, cuando Kramer tiene en su poder el ultimo mensaje japonés previo al ataque y va por todo Washington a buscar a los militares y políticos para advertirles, o bien en los despegues de los Zeros de los portaaviones japoneses, las escenas parecen eternas. Hay media hora de más en el film. Pero salvo eso, uno bien podría catalogar a Tora! Tora! Tora! como una de las mejores películas de guerra. Tiene balance entre los bandos, excelentes efectos especiales, sentido épico, no tiene héroes idiotas ni romances bobos – como la terriblemente banal Pearl Harbor de Michael Bay -, y una profundidad y excelencia en la investigación documental que describe los hechos de 1941 en la pantalla.. Es precisamente su rigurosidad lo que la ha convertido en un clásico que permanece en el tiempo a pesar de que en su momento fuera un terrible fracaso en taquilla (en USA, porque en Japón fue un blockbuster y las recaudaciones niponas salvaron al film de ser un flop; claro, es un film donde ganan los japoneses!), y que con los años ha obtenido el reconocimiento que se merece.