Crítica: Topkapi (1964)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1964: Melina Mercouri (Elizabeth Lipp), Peter Ustinov (Arthur Simon Simpson), Maximilian Schell (Walter Harper), Robert Morley (Cedric Page), Jess Hahn ( Hans Fisher), Gilles Ségal (Giulio, la mosca humana), Akim Tamiroff (Gerven, el cocinero)

Director: Jules Dassin, Guión: Monja Danischewsky sobre la novela La Luz del Dia de Eric Ambler

Recomendación del Editor

Trama: Elizabeth Lipp es una estafadora que se encuentra reclutando secuaces para poder dar un golpe en el museo Topkapi de Estambul, y así poder hacerse con una antigua daga hecha en oro, plata y esmeraldas cuyo valor es incalculable. Uno de los hombres reclutados es el criminal de poca monta Arthur Simon Simpson, cuya orden inicial es cruzar la frontera entre Grecia y Turquía con un automóvil dotado de los equipos necesarios para el robo y escondidos en compartimientos secretos. Pero la policía turca descubre a Simpson y lo obliga a trabajar para ellos como doble agente, pensando que se trata de una banda de terroristas. Con el desconocimiento del doble juego de Simpson, la pandilla empieza a implementar el robo… pero las cosas no salen como lo esperado.

Arlequin: Critica: Topkapi (1964)

  Hay dos títulos fundamentales en la historia del cine que marcarían las premisas básicas sobre las que se cimentarían todo el subgénero de grandes robos. Uno es Riffifi (1955); el otro es Topkapi. Y ambos pertenecen al director americano (viviendo en un exilio europeo, debido a sus creencias políticas) Jules Dassin.

Si uno lo ve desde la perspectiva moderna – habiendo devorado decenas de filmes de ladrones geniales, que van desde El Regreso de la Pantera Rosa hasta La Gran Estafa -, Topkapi no es tan fascinante como debería ser, simplemente porque todo lo visto le ha copiado numerosos detalles a su formula. Y si Riffifi era el robo ingenioso perpetrado por matones de la calle, aquí la historia es tomada en un sentido de aventura internacional: cast europeo, fabulosos escenarios mediterráneos, y un grupo de personajes adinerados dedicados al crimen por pasión, más que como medio de vida. Lo que hace Topkapi por el género es simplemente darle una sofisticación que no era habitual, y hacer que los criminales terminen resultando los héroes de la trama. El otro punto – el robo en sí – quizás hoy se vea algo simple, pero está muy bien elaborado y cumple con las pautas de rigor que tendría el genero de allí en más: nada sucede como lo planeado, hay varios picos de tensión (o cliffhangers) en donde las cosas están a punto de fallar por un milímetro, y nuestros héroes deben sortear intrigadas trampas tecnológicas – muchas de las cuales no habían sido previstas -.

Topkapi es entretenimiento puro, aunque no funcione totalmente en el tono de comedia que uno podría haber esperado. Ciertamente hay personajes graciosos, empezando por el delicioso cocinero borracho de Akim Tamiroff y siguiendo por el torpe pero orgulloso criminal petimetre de Peter Ustinov, pero el filme decide repartirse entre el humor, el complot y las bellezas turísticas del escenario. Hay trampas sumamente elaboradas e instaladas en el museo, las cuales nuestros amigos deben sortear con la ayuda de un ingeniero sabelotodo (Robert Morley). Hay proezas físicas a realizar, para lo cual cuentan con gimnastas y forzudos. Si todo esto le suena conocido es porque el robo del diamante en El Regreso de la Pantera Rosa o la incursión en la bóveda del casino Bellagio en La Gran Estafa tienen personajes similares. Además, la influencia de Topkapi sirvió para inspirar a Bruce Geller y crear su serie Misión Imposible – otra vez un equipo de talentosos es reunido para crear una mascarada y atrapar a un criminal en vez de robar alguna joya -.

Es muy interesante notar que aquí se ha respetado un elenco internacional, lo cual ciertamente no es tan atractivo para las cerradas audiencias norteamericanas. Hay griegos, alemanes, ingleses, rusos, italianos en los papeles principales. La presencia de Melina Mercouri es simpática, pero da la impresión de que le falta un detalle mínimo para redondear el personaje – quizás no le da para ser una femme fatale sofisticada, si bien ella había exudado sexualidad en la célebre Nunca en Domingo (1960), donde hacía de prostituta -; Maximilian Schell está ok, aunque tal como Mercouri parecen tener problemas con un inglés fluído. El que se roba el papel es Peter Ustinov, que va de lo honorable a lo patético, y es por ello que se ganó merecidamente el Oscar de aquel año.

Topkapi es una película solida y entretenida. En principio habría una remake en ciernes, en donde Pierce Brosnan – como productor – la estaría reacomodando como una especie de secuela de El Caso Thomas Crown. Sería interesante poder llegar a verla.